Por estos días se ha divulgado en las redes sociales las declaraciones de la diputada Mariela Castro Espín, sexóloga, hija de Raúl Castro Ruz y presidenta del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), institución gubernamental rectora de la comunidad LGBTI, quien declaró a la prensa internacional que en el marco de la próxima reforma constitucional en Cuba, se abrirá el debate sobre el matrimonio homoigualitario o familia homoparental y otros derechos de la comunidad LGBTI como el derecho a la adopción, cambio de sexo, etc.
La afirmación confirma lo que se venía rumorando. El artículo 2 del Código de La Familia de 1975 tendrá que ser modificado. Dice este precepto legal que ¨El matrimonio es la unión voluntariamente concertada de un hombre y una mujer con aptitud legal para ello, a fin de hacer vida en común¨. Se dice que el paquete legislativo patrocinado por el CENESEX, la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y la Unión de Juristas de Cuba(UNJC), está elaborado hace tiempo y dormía en una gaveta esperando el momento ideal para ser aprobado. Como sucede ahora en que Raúl ¨abandonó el poder¨y no puede ser ¨acusado¨ de abusar de su poder imponiendo las homoreformas de su hija Mariela.
Haciendo un breve recuento de la persecusión al homosexualismo en Cuba diremos que antes del triunfo de la revolución, aunque era una orientación sexual penalizada legalmente, gozaban sus practicantes de cierta tolerancia. Luego del descenso de los barbudos de la Sierra, se exacerbó la homofobia al punto que entre los años 1965 al 1967, fueron los homosexuales internados en verdaderos campos de trabajos forzados para ser ¨reeducados¨ en las llamadas Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP). El capítulo más vergonzoso de nuestra historia reciente, donde incluso eran tatuados en la mano para ser identificados como reses en el futuro. Pero la historia de la persecución revolucionaria al homosexualismo no terminó allí, sino que siguió el llamado quinquenio gris o parametración, que en la realidad abarcó toda la década de los años 70 del pasado siglo y aún algo de los inicios de los 80, donde las personas de diferente preferencia sexual, eran expulsados de sus trabajos, arrinconados socialmente o forzados a emigrar como sucedió en el éxodo del Mariel. Por ejemplo, no fue hasta 1988 en que dejó de ser un delito tipificado en el Código Penal, el homosexualismo, que pasó a ser parte del delito de Escándalo Público.
A partir de 1989 con la creación del CENESEX y la actividad desplegada por Mariela y muchos activistas, las cosas empezaron a mejorar lentamente para esa minoría que pasó de perseguida a tolerada, siempre bajo presión internacional. Algunos hitos fueron la completa despenalización del homosexualismo en 1997, la visibilización del problema homosexual en 1993 con el filme Fresa y chocolate y la modificación del Código del Trbajo en el 2013, proscribiendo toda discriminación por cuestiones de género u orientación sexual. Claro este tránsito de persecución a tolerancia, luego a visibilización y por último lucha por la plenitud de derechos, no ha sido sencillo. Por el contrario se complejiza bajo el paradigma oficial de, ¨Socialismo sí, homofobia no¨ excluyendo así a los miembros de la comunidad LGBTI que no aceptaron condicionamientos ideológicos, quedando estos doblemente marginados. También algunos crímenes homófóbicos fueron cometidos en este período aunque silenciados por la prensa oficialista, como el asesinato de un joven trasvesti en la ciudad de Pinar del Río.
El término, homosexual, fue creado en el siglo XIX por Karl-María Kertbeny y está en desuso porque reduce peyorativamente a estas personas, al aspecto sexual solamente olvidando sus sentimientos y su dignidad como ser humano. Poco a poco se ha impuesto internacionalmente el término gay, que en idioma inglés quiere decir alegre y se le aplicó en la Inglaterra victoriana a los hombres que ejercían la prostitución masculina, hasta que el termino fue dignificado por la comunidad gay de San Francisco con el acróstico Good As You (Tan bueno como tú).
Aunque estoy convencido que la comunidad LGBTI (lesbianas, gay, bisexuales, transexuales e intersexuales), término que por cierto continúa en ardua discusión, merece la obtención de todos sus derechos civiles y políticos en Cuba y en el mundo, no es menos cierto que no me agrada que se obtengan por un ¨paquetazo¨ legislativo sin una amplia y profunda discusión y pleno debate social que conlleve incluso hasta la celebración de un referéndum vinculante. Sería un maravilloso ejercicio democrático donde los sectores de la sociedad cubana, opuestos al matrimonio gay, como por ejemplo los religiosos, que consideran el matrimonio como un sacramento, puedan exponer libremente sus puntos de vistas y confrontar a los especialistas, sexólogos, psicólogos, etc., que sostienen que las familias homoparentales no afectan a sus hijos, es decir que la homosexualidad no se aprende por el ejemplo de sus padres, sino que es una orientación sexual congénita, ajena a la educación de género.
Conozco de lamentables casos de matrimonios gay, tantos entre hombres, como entre mujeres, que después que compartieron toda una vida en un hogar común, al morir uno de los ¨conyuges¨ el sobreviviente quedó desamparado, sin pensión económica, sin casa y sin bienes, simplemente los familiares del difunto o la fallecida los echaron a la calle sin mayores contemplaciones, por la ausencia de una legislación protectora. Al menos una ley de uniones de hecho les hubiera proporcionado protección legal.
La tendencia internacional es el crecimiento de los países que admiten el matrimonio gay, incluyendo una lista de naciones europeas, Sudáfrica y en América ya se admite en territorios de USA y Canadá, también en Argentina, Colombia y México.
De todas formas lo que se espera es un ¨debate¨en la monocorde Asamblea Nacional del Poder Popular y luego la aprobación del paquete de reformas ya elaboradas para aparentar ante los ojos del mundo una democracia y libertad que en realidad no existe en Cuba.
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