Sin duda, muy exitosa fue la apertura, el pasado viernes, 3 de ade la expo increíble por insólita, pero tan cierta como que, desde entonces, se puede visionar: la «Tommy's Catalogue Raisonne», muestra del multiartista cubano Tomás ‘Tommy’ Rodríguez, quien, además de plástico (pintor, dibujante, escultor…), es músico, escritor, guionista radial…
Con las tres salas llenas de telas, cuadros, piezas y esculturas, la repleta Galería no daba abasto con tantos colegas, amigos e invitados, que fueron a compartir la noche con el querido y talentoso artista, por lo que este fraterno encuentro resultó un genuino jubileo.
De tal suerte, los asistentes festejamos su exuberante creación con el artista, quien —tal un Da Vinci tropical— combina, sugiere, transforma y reinterpreta, provocando el máximo disfrute con su vastísima impronta que revisa y revive, con sus trazos increíbles, pero ciertos, en torno al arte universal de distintas y distantes etapas, como épocas nada épicas que nos retrotraen décadas o siglos atrás, o nos lanzan premonitoriamente al futuro por el goce visual, imaginativo y estético causado en el público con su múltiple arte expresivo, genérico, de total riqueza, virtud, capacidad y magia de su entrega que muestra y demuestra sus creaciones algunas de las que, desde el pasado viernes, ocupan la nada chica Art Emporium Gallery.
Como la Alice in Wonderland, Tommy se introduce en un tiempo, sin tiempo: épocas, estilos y tendencias, deleitándose y deleitándonos con sus particulares versiones y personales visiones del arte a través de los movimientos artísticos, de tal suerte que traza, con pluma, plumilla y pinceles, figuras elaboradas por artistas de diversas escuelas pictóricas, como, entre otras, clasicismo, naïf, simbolismo, impresionismo, op, pop…, ofreciendo una suerte de antihagiografía del vasto mundo que hoy ya no es tan ajeno por los seres nada santos que este innato creador imagina y redibuja armado de su inimaginable imaginario, poseído por el demonio de la creación davinciana.
No lo dude: visite y disfrute la expo «Tommy's Catalogue Raisonne», que concluirá a finales de agosto. Le aseguro que me agradecerá mi sugerencia. Si ama el genuino arte, no lo piense ni un momento, y asista cualquier noche, desde las 8 de la noche, a Art Emporium Gallery, que se ubica en el corazón de La Pequeña Habana: 710 SW, 13 Ave., e/e las calles 7 y 8, Miami 33135.
Bueno, Waldo, ya que me lo pides, te hablaré un poco de mí. ¿Que cómo soy? Mira, desde siempre, fui, soy y seré enemigo del cigarro y las drogas. Tengo el hábito —bueno o malo, me da igual— de tomarme uno o dos traguitos de wiski diarios, mientras pinto. A veces, son dos o tres, pero muy raramente me paso de mi “dosis”, pues soy un bebedor que no soporta a los borrachos.
¿Qué pienso de la libertad y el comunismo? Mi mente es muy liberal. Creo que cada uno debe hacer lo que le guste. No soporto las limitaciones que algunos quieren imponer, mientras practican lo que prohíben. Soy un anticomunista convencido, odio el racismo y los abusos.
¿El sexo? Ah, mira, el 90% de mis pensamientos son sexuales. Mi primera experiencia sexual fue cuando tenía cuatro años, en el campo, con una vecinita y una mujer de 22 me violó cuando yo solo tenía 7.
¿Cantantes y grupos preferidos? Soy un confeso fanático de Elvis Presley y los Beatles. Siempre digo, que si le hubiera consagrado a la medicina, el tiempo que les he dedicado a ellos, a su música y a sus letras, me habría graduado hace mucho tiempo de médico o de físico nuclear. Tanto amo a los Beatles, que, aunque siempre fui enemigo de los tatuajes, me hice uno en el hombro izquierdo: ‘The Beatles Forever’ y pienso hacerme otro que solo diga Elvis.
¿Lo que más disfruto y odio en la vida? Disfruto conocer países y nuevos restaurantes. Soy un adorador extremo de los animales. Al propio tiempo, creo que a mi edad: 71 años, no odio, pero si evito al ser humano, pues estoy convencido que la maldad, la envidia y otros defectos, son parte de la mayoría de la gente. Por eso, tengo pocos, pero muy buenos amigos. Me dijeron que no debía hablar de política, pero no puedo evitarlo. Yo soy muy claro en eso y en todo: no me gusta mentir.
¿Que cómo y cuándo surge mi interés por la pintura y la escultura? Bien, comencé a pintar y a esculpir, en la escuela pública # 82 de la calle Estrada Palma, en la barriada de Santos Suárez, en La Habana. Tenía una libreta de hojas sin rayas y la llenaba de algo que siempre me encanto mucho: las negras africanas y las máscaras. Con tizas, hacía rostros y les ponía unos pelos de cuanto alambre me encontraba. En la casa, mi papá que era el mejor carpintero, no tenía las herramientas ideales para tallar madera, pero él me fabricaba diferentes cuchillas y llegué a hacer muchas caras y cuerpos, con maderas duras. Allá era muy fácil conseguir dagame, ébano, baria y otras. Un día vi en la revista Correo de la Unesco, unas tallas de estilo Maconde: nudos en los que la madera pasaba dando vueltas, dentro de ella misma, y eso fue lo más difícil, pero era lo que más me gustaba hacer. Tallé 60 rostros para la casa Bacardí y, en la Catedral de La Habana, tenía los sábados mi espacio para vender mis tallas. Siempre digo con orgullo que ese tiempo fue cuando más dinero ganaba. Fue una etapa mágica. Desde entonces, nunca dejé de pintar y tallar mientras estaba en el teatro. Después en Nuevo Vedado, ya trabajando en el ICAIC, volví a la pintura. En ese tiempo, pinté murales: originales míos y de Amelia Peláez, Portocarrero y otros. Empecé a trabajar como rotulista y pintor en el departamento de publicidad del ICAIC, con diseñadores tan buenos como René Azcuy, Ñico, Muñoz Bach, Luis Vega, Antonio Reboiro y otros. También me llamaron para trabajar en dos películas: El Desertor, del Manuel Pérez y Maluala, de Sergio Giral, quien, por cierto, reside en Miami.
¿Amores, acontecimientos importantes en mi vida…? A los 20, me casé por primera vez. Luego, en 1980, volví a casarme, esta vez con una ciudadana americana, y en septiembre 28 de ese año, salí de Cuba a EE.UU. Primero viví en Puerto Rico hasta 1982, cuando vine a Miami, donde vivo desde entonces. Aquí trabajé en la compañía de carteles A1A, hasta que pude hacerlo solo.
En el 2007, sufrí un stroke, que me paralizó el lado derecho. En el hospital, una enfermera me preguntó qué yo hacía y cuando le respondí que pintar, me dijo que ya no podría hacerlo más, pues tenía la mano derecha incapacitada, pero, tambien me dijo: “Bueno, empieza a pintar con la izquierda”. Me trajo una cartulina y unos lápices de colores. Le pinté un cuadro que a ella y a mí nos gustó mucho. Se lo regalé, pero conservo una copia. Desde ese día, claro, no puedo tocar tumbadora ni drums, ni tallar madera, pero sigo pintando como siempre. Muchos amigos me dicen que me alegre del strock, porque ahora, segun ellos, pinto mejor.
¿Mi estilo? Déjame pensar… Creo que no tengo o quizás no quiero tener estilo. Yo siempre he pintado, con los materiales que tenga en ese momento. Óleo, acuarela, fango, sangre, remolacha, acrílico, bolígrafo, lápiz, marcador, en fin, con lo que tenga a mano. A veces estoy pintando un patio andaluz y, de momento, veo un búcaro que me llama la atención, y el patio se tiene que poner en la cola, por ahora, pues el búcaro es lo primero. Después veo un rostro, y el búcaro se pone también en la cola, y así hasta que al poco tiempo, veo el patio andaluz sin terminar y lo concluyo. Con esa locura en mi mente, he pintado siempre, amigo Waldo. No tengo horario. Muchas veces empiezo a pintar a las 3:00 am, pero al rato descubro que tengo mucha hambre o sed, y descubro que son las 2 o las 3 de la tarde, pues el tiempo pasa tan rápido, que no lo siento.
¿Televisión, teatro? Mi hermana menor tenía de novio al actor David Fernández, quien interpretaba un personaje llamado Jackie el Pecoso y, en el teatro Las Máscaras, estaban haciendo un casting para la obra La vida con papá. Hice la prueba y para suerte mía, me escogieron. En la obra, mis padres eran Antonia Rey y Osvaldo Calvo. Además actuaban: Ramonín Valenzuela (del que fuiste amigo, como de su esposa, la dramaturga y compositora María Álvarez Ríos), los luego tan populares Julito Martínez y René de la Cruz (con los que, tal me has contado, amistaste en Teatro Estudio) Alejandro Iglesias y otros. Fue tremendo éxito esa obra. Fuimos de gira al teatro Oriente, de Santiago de Cuba y la pusimos en otras salas capitalinas. Después actué en La oscuridad al final de la escalera, con Antonia Rey, Enrique Almirante, Carlos Rafat, Charito Sirgo y otros. En ese tiempo, actué también en La Taberna de Pedro y estaban preparando un programa que se llamaría El mundo de los niños, conmigo y Sarita Malberti, pero se llegó a nada.
¿Guionista, narrador? Sí, Waldo, pasé un curso de escritor para radio y televisión en el ICRT. Para comenzar, debía escribir un cuento, y me gustó tanto, que a mi poco tiempo de descanso, llegó un nuevo vicio: escribir. En fin, mis días eran, tallar, leer, pintar, escribir, en la noche, al teatro y escribir. Por cierto, ahora estoy sacando mis 22 cuentos del baúl de los recuerdos y te confieso que los reviso y paso a mi computadora a ver si los publico.
En fin, Waldo: ¿qué te parece mi complicada vida llena de situaciones, cambios y otras locuras, pero en la que siempre el arte llega para salvarme?
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Waldo González López (Las Tunas, Cuba, 1946) Poeta, ensayista crítico teatral y literario, periodista cultural. Graduado en la Escuela Nacional de Teatro (ENAT) y Licenciado en Literatura Hispanoamericana (Universidad de La Habana). Autor de 20 poemarios, 6 libros de ensayo y crítica literaria, varias antologías de poesía y teatro. Desde su arribo a Miami (2011), ha sido ponente y jurado en eventos teatrales y literarios internacionales. Merecedor de 3er. Premio de Poesía en el X Concurso “Lincoln-Martí” 2012. Colaborador de las webs: teatroenmiami.com (Miami) y Encuentro de la Cultura Cubana (España), Boletín de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (New York), y los blogs OtroLunes (Alemania), Palabra Abierta (California), Gaspar. El Lugareño, y el diario digital El Correo de Cuba (ambos en Miami).
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