Gabriela Mesa y Fabian Morales
"Light Rain"
Foto/Adrián Marrero-Artistic Pixels
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El momento culminante del Festival Internacional de Ballet de Miami es sin duda la realización de las dos galas dedicadas a las figuras que representan a las compañías de ballet más renombradas del mundo, la primera realizada en el Fillmore Miami Beach at the Jackie Gleason Theater y la segunda en el Miami Dade County Auditorium, en las que se hizo entrega además del premio “Una Vida por la Danza” y “Crítica y Cultura del Ballet” respectivamente, los cuales en esta ocasión fueron, el primero, para Pedro Pablo Peña, fundador y director de este evento, recientemente fallecido, y el segundo para la prestigiosa publicación, Dance Magazine, el cual fue recibido por su actual Editora Jefe Jennifer Stahl.
Para esta XXIII edición del Festival se presentaron bailarines de Inglaterra, Italia, Austria, México, República Dominicana, Uruguay, Colombia, Filipinas y Estados Unidos, así como importantes críticos de danza de medios periodísticos como El País, Balletto, Balletto2000, OGGI, Ecuador News, El Nuevo Herald y Artburst, que siguieron cuidadosamente el desarrollo de esta fiesta de la danza.
Hacer un análisis de los visto en cada función será nuestro propósito a través de estas líneas, pero para ello nos vemos abocados a hablar de las dos galas a la vez ya que los participantes fueron los mismos en ambas presentaciones, en algunos casos con la misma obra, aunque por lo general tuvieron a bien interpretar piezas diferentes en cada noche.
El Ballet Nacional Dominicano, un frecuente participante en este evento, cuyo Director Artístico es el cubano Armando González, fue el encargado de abrir sendos programas con “La Llamada”, un trabajo para cinco bailarines (dos hombres y tres mujeres), con coreografía de Pablo Pérez, en el cual se pudo observar una importante influencia del arte de ese destacado coreógrafo, maestro en otorgarle a sus obras y personajes un marcado lenguaje dancístico cargado de tensión psicológica y gesto dramático, nos referimos sin duda al británico Antony Tudor. Si es cierto que esta obra contó con una pareja labor interpretativa, tenemos que destacar lo logrado por la parte masculina, Joel Rodríguez y Alexander Duval, los cuales tuvieron a bien desplegar un excelente trabajo tanto en sus solos como en su efectivo duo. Algo desconcertante fue ver la ausencia de zapatillas de puntas en las bailarinas, en un trabajo que las exigía obligatoriamente, lo cual dejaba a dicha obra en un extraño camino entre ballet y danza. Más tarde, conversando con el director de la compañía, nos enteramos que problemas con el presupuesto, producto de desagradables e inconcebibles temas políticos en su país, impidieron la compra de dichas zapatillas, las cuales si habían sido usadas en el estreno de la obra, la que por cierto había obtenido premio de coreografía nacional.
Desde Sur América llegaron la Compañía Colombiana de Ballet - Incolballet, también dirigida por un cubano, Gonzalo Galguera y el uruguayo Ballet Nacional Sodre, cuyo director es el español Igor Yedra. La primera agrupación presentó las dos noches el desafortunado Pas de Deux del II acto del ballet “El lago de los Cisnes”, en donde ambos bailarines, Diana Catalina y Mauricio Acevedo, estuvieron muy lejos de los requerimientos técnicos y artísticos de una obra harto conocida y que exije un depurado trabajo estilístico. Por otra parte los intérpretes uruguayos, Milagros Niveyro y Ciro Mansilla, bailaron la primera noche el Pas de Deux de la Esclava, del ballet “El Corsario” y en la segunda noche el Pas de Deux del III acto del ballet “Coppelia”, en ambas presentaciones se notó la falta de preparación para asumir ambos roles por parte de los dos intérpretes, aunque siendo mucho mas ostensible en el caso de la bailarina, la cual mostró no poseer el dominio sobre los giros y los balances, aspectos que deslucieron mucho su actuación.
Yoalli Souza y Moises Carrada, pertenecientes a la Compañía Nacional de Danza de México, dirigida por David Bear, tuvieron a su cargo el Pas de Deux del ballet “El Corsario” y el trabajo contemporáneo “Ebony Concerto”, del coreógrafo argentino-alemán Demis Volpi, uno en cada noche de función. Del primero de ambos trabajos tenemos que destacar que aunque en general fue una presentación agradable y bastante bien lograda a pesar de sus rigurosas exigencia técnicas, adoleció de ciertos problemas técnicos, sobre todo también por parte de la bailarina, que no le permitieron obtener un resultado a tono con lo esperado. Por el contrario, en su segunda presentación, con el trabajo contemporáneo, obtuvieron un rotundo éxito, al enfrentar una obra con un lenguaje danzario atrevido, fresco, con un manejo de la energía controlado de principio a fin y en donde el trabajo de pareja contó con la complicidad necesaria para darnos una entrega altamente disfrutable.
Arts Ballet of Florida, agrupación dirigida por el ruso Vladimir Issaev, ofreció la primera noche el Pas de Trois del ballet “Chipollino”, coreografía del propio Issaev, el cual estuvo a cargo de Mary Carmen Catoya, Janis Liu y Kevin Zong, un trabajo que se relaciona con los personajes de la Comedia del Arte italiana y que estuvo bien defendido por sus intérpretes, destacándose el trabajo de la Catoya, reconocida figura del ballet en Miami, por haber pertenecido con anterioridad al Miami City Ballet. Como oferta de la segunda noche repitieron el Pas de Deux “Possession” (basado en el film de Alfred Hitchcock “Vertigo”) perteneciente a una obra en proceso de montaje, con coreografía también de Issaev, y presentado con anterioridad en la Gala Contemporánea, en la cual consideramos que estaba fuera de lugar por su lenguaje mayormente si no totalmente clásico, bailado por las mismas bailarinas, quienes ofrecieron un buen trabajo técnico e interpretativo, pero que no obstante no pudieron llenar el vacío conceptual de la pieza. Tal vez, cuando podamos disfrutar de la obra en su totalidad podramos tener un mejor sentido de dicho trabajo.
Del Teatro San Carlo, en Italia, llegaron al festival la pareja formada por Claudia D’Antonio y Salvatore Manzo, quienes en ambas noches interpretaron el Pas de Deux del III acto del ballet “Don Quijote’, un trabajo muy bien conocido en el mundo de los festivales, galas y concursos por sus grandes requerimientos técnicos, su precisión en el baile de pareja y exigir de los bailarines gran control, es decir, un pas de deux con todos los aspectos necesarios para hacer brillar a quienes lo interpretan como es debido, pero por desgracia este no fue el caso. Si bien Manzo demostró tener las condiciones para enfrentar este reto y ofrecer momentos de audacia en el desenvolvimiento técnico, ese no fue el caso de la joven D’Antonio, la cual se vio muy por debajo de lo que este difícil rol le exigía. Lamentable fueron sus baterías de giros, su talón de Aquiles, para los cuales no estaba preparada... y es aquí que surge una pregunta; que hacen los ensayadores, maitres y repertoristas? No es su función preparar al bailarín para interpretar una obra, velar porque el artista posea la técnica adecuada, las condiciones para poder enfrentar dicho trabajo? No está en las manos de esta personas procurar el que el bailarín se sienta cómodo y tenga a su alcance realizar los pasos y movimientos requeridos? Creo que si quien tuvo a bien el montaje de este pas de deux, hubiera limitado la cantidad de fouettes a dar por la bailarina en su variación y le hubiera agregado una ronda de piques, por ejemplo, como lo hacen muchas grandes figuras, la joven hubiera salido mejor parada. Cuidado, tenemos que velar por nuestros bailarines en escena y estar claros de qué es lo que pueden o no hacer.
Celine Gittens, nacida en Trinidad y Tobago, crecida en Canadá y bailarina principal del Birmingham Royal Ballet desde el 2016, y Brandon Lawrence, británico y bailarín solista de esta misma compañía desde principios de este 2018, nos ofrecieron la primera noche el Pas de Deux del III acto del ballet “Bella Durmiente”. Si bien pudimos apreciar el dominio técnico de ambos bailarines ante los requerimientos de este portentoso trabajo coreográfico y disfrutar de la excelente figura del joven Lawrence y el seguro manejo de su compañera de baile, así como disfrutar de las hermosas líneas y la seguridad en la ejecución de sus pasos de la bella Gittens, nos sorprendió la ausencia de estilo de ambos al momento de abordar a sus respectivos personajes; la princesa y el príncipe estuvieron ausentes, además de notar una rapidez inaudita en la coda de este pas de deux, que a nuestro ver ensució el desenvolvimiento de ambos bailarines. Para la segunda noche todo cambio para mejor, con una hermosa y vibrante interpretación del Pas de Deux del ballet “Romeo y Julieta”, coreografía de Kenneth MacMillan. Aquí ambos bailarines mostraron todo su talento no solo técnico, sino también dramático-expresivo. Un trabajo lleno de emoción y energía, en el que ambos bailarines se mostraron en toda su plenitud y nos permitieron disfrutar de una gran entrega. Sin duda uno de los grandes momentos de esta gala.
Del Viejo Continente también subió al escenario el Ballet de la Opera Estatal de Viena (Austria), cuyo Director Artístico es Manuel Legris, representado por los muy jóvenes bailarines Adele Fiocci y Francesco Costa, quienes interpretaron ambas noches el Pas de Deux del ballet “Llama de París”, una obra de trepidante música y que requiere gran bravura y precisión técnica, la cual fue trabajada algo descontrolada por parte de la bailarina, pero muy a tono con los requerimientos artísticos por parte del bailarín. Cabe destacar la excelente figura y trabajo como compañero de la bailarina por parte de Costa, quien además, en ambas noches subió a escena con un refrescante y acrobático solo con la conocida pieza musical, “El Vuelo del Moscardón”, que permitió disfrutar de las excelentes condiciones físicas de este joven bailarín y sus muy buenas dotes expresivas.. Un verdadero regalo!
El Miami City Ballet, compañía residente en la ciudad y cuya dirección artística está en las manos de la cubana-americana Lourdes López, incursionó por segunda vez en la historia de este evento, ausencia que mucho llamaba la atención por parte del público y la crítica, y que al parecer, vamos al fin poder contar con su presencia en próximas ediciones como la lógica indica. Esta agrupación danzaria nos entregó una clásico del repertorio del coreógrafo norteamericano George Balanchine, el Pas de Deux “Diamonds” (Diamantes), de su ballet “Jewels (Joyas), un trabajo en donde los bailarines muestran todo su dominio de la técnica danzaria en función de interpretar la música, de bailarla, con un estilo muy particular. Emily Bromberg, solista y el austríaco Rainer Krenstetter, quien se integró al MCB con bailarín principal en el 2014, tuvieron a su cargo regalarnos una cuidada interpretación de este clásico de la obra de este importante coreógrafo, manteniendo en todo momento la elegancia y el depurado manejo técnico que la obra requiere.
Desde Asia y por vez primera, llegó al festival el Ballet Manila (Filipinas), bajo la dirección de Lisa Macuja, representado por dos figuras norteamericanas que integran esta agrupación, Katherine Barkman, bailarina principal desde el 2015 y Joseph Phillips desde el 2018. Para la primera noche estos bailarines hicieron su carta de presentación con el exigente “Grand Pas Classique”, el cual requiere de una excelente preparación técnica y una gran demostración de estilo, las cuales no tuvieron su mejor muestra en el trabajo de ambos intérpretes.. Para la segunda noche, presentaron el conocido Pas de Deux del ballet “El Corsario”, en el cual si demostraron el dominio técnico requerido, recibiendo por parte de la audiencia una gran ovación.
El Cuban Classical Ballet of Miami, compañía fundada por Pedro Pablo Peña, subió a escena de la mano de la artista invitada, la bailarina cubana-americana Gretel Batista, quien fue acompañada por el también cubano-americano Jorge Oscar Sánchez, bailarin principal en el Washington Ballet, quienes ambas noches bailaron el muy cocnocido Pas de Deux “Diana y Acteón”. Esta no es la primera ocasión en que ambos bailarines comparten escenario, por lo que ya se conocen y saben como relacionarse. Sánchez destaca por su imponente porte y su magnífico quehacer como partner, controlando su trabajo con gran eficacia y regalando todo el tiempo un brillante desempeño técnico. Por su parte Gretel Batista, aunque poseedora de un buen nivel técnico, tuvo dos funciones muy desiguales, mientras en la primera su trabajo no estuvo a la altura de lo acostumbrado a ver en ella, con problemas en los giros sobre todo, la segunda noche ofreció un trabajo mas concentrado, aunque en general defraudó la falta de estilo en un ballet que hace gala del mismo.
Quiero detenerme un momento, ya que a través de estas líneas, repetidamente, he señalado la falta de estilo por parte, principalmente de las bailarinas, algo que se va haciendo habitual, por no decir crónico, en cada presentación. Es inconcebible que un bailarín llegue al escenario sin el conocimiento y control del estilo de la obra que esta ejecutando, eso es algo imperdonable y que deja el trabajo del artista a medias. La danza no es solo movimiento, es también interpretación y apropiación de los diferentes estilos en que se han concebido cada pieza. Es responsabilidad de los repertoristas, maitres y ensayadores trabajar fuertemente sobre este aspecto, y no solo sobre la parte técnica, ya que de ser así, estaremos convirtiendo a los bailarines en “acróbatas” despojados de arte.
Gabriela Mesa y Fabian Morales
"Light Rain"
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Sin duda alguna que lo más destacado de ambas funciones de gala, lo que nos satifizo completamente y nos dejó con la sensación de haber presenciado un gran trabajo artístico, fue la presentación de Dimensions Dance Theatre of Miami y el Milwaukee Ballet , ambas compañías del país anfitrión. La primera es una joven agrupación danzaria dirigida por Jennifer Kronemberg y Carlos Guerra, quienes con arrojo, pasión e inteligencia se han lanzado a crear una agrupación que en muy poco tiempo se ha ganado un lugar importante dentro del mundo danzario del Sur de la Florida. Con muy buen tino se han entregado al mundo coreográfico contemporáneo, creando obras de exquisitas textura, con un lenguaje atractivo, atrevido. Tal fue el caso de “Light Rain”, un pas de deux con firma de Gerald Arpino y que tuvo su estreno mundial en la ciudad de New York, en 1981, a cargo del Joffrey Ballet. Esta obra cuenta con música de Douglas Adams y Russ Gautthier, la cual nos remite a través de su elaborada melodía a la exótica lírica de la música indú. Con una magnífica ejecución, Gabriela Mesa y Fabian Morales nos entregaron un trabajo intenso, de una marcada sensualidad, elegante, atrevido, con un muy buen y limpio diseño de movimientos. Para la segunda noche, esta agrupación ofreció un hermoso pas de deux de corte neoclásico titulado “Vow”, con música de Olafur Arnaulds, el cual tuvo su estreno cinematográfico a cargo del Miami City Ballet en el 2015 y en el escenario a través de Dimensions Dance Theatre of Miami, en el Jacobs Pillow Theatre, en este 2018. Fueron Mayrel Martínez y Eduardo Iglesias, los que cargaron con la responsabilidad de defender este brillante trabajo, en el que la entrega de la técnica se diluye en el disfrute del movimiento. Un trabajo limpio, cuidadoso, con un muy buen quehacer de conjunto de ambos bailarines. Ver siempre trabajar a esta agrupación danzaria es sinónimo de satisfacción.
Marize Fumero y Arionel Vargas, cubanos-americanos ambos y bailarines principales del Milwaukee Ballet, dirigido actualmente por Michel Pink, fueron sin dudas las “joyas” de ambas noches de gala. Su primera presentación fue en el pas de deux “La Boheme”, un bello trabajo de pareja en donde se recrea la relación amorosa de la pareja protagónica de la ópera de igual nombre del gran compositor italiano Giacomo Puccini, en el cual ambos bailarines no solo mostraron el rigor técnico de que son portadores, sino además su excelente trabajo dramático-expresivo. Fue un pas de deux bien bailado de principio a fin, con un bailarín atento hacia su pareja y al mismo tiempo permitiéndole a ella tener su espacio en la ejecución para brillar por si misma. Un trabajo que obtuvo una gran acogida por la audiencia que disfrutó hasta el final de la gran entrega de ambos bailarines. Pero si con la anterior obra la Fumero y Vargas encantaron al público, con el Pas de Deux de la Cueva del II acto del ballet “El Corsario”, un trabajo rara vez bailado independientemente, hicieron que los asistentes de esta segunda noche llegaran al paroxismo del entusiasmo. Si bien esta no es una coreografía con los derroches técnicos de grandes saltos y giros del ya tradicional pas de deux, del mismo ballet, conocido en estos tipos de eventos, ahora los bailarines se enfrentan a las agudas exigencias de unas cargadas impresionantes, que ofrecen una plasticidad al acto de la danza considerable. La coreografía pide de ambos bailarines una milimétrica precisión en su ejecución y al mismo tiempo una muestra de no esfuerzo, que hace que todo fluya delicadamente. Mención aparte merece la brillante labor como partner de Vargas, el cual domina en todo instante este difícil arte, permitiendo que su compañera fluya segura en sus movimientos. Ambos bailarines cuidaron del estilo hasta en los mínimos detalles, agregándole mas arte aun, a su excelente entrega. Trabajos como este, en donde se nota el cuidado en la preparación de todos los aspectos, reafirma la importancia del estudio de cada obra a enfrentar y el de contar con las personas adecuadas y dedicadas para que contribuyan a dicha preparación. Sin duda, esta pareja de artistas subieron el nivel de las presentaciones hasta donde aspiramos que todos los que asistan a este evento, lo hagan, solo en sus manos está lograrlo.
El XXIII Festival Internacional de Ballet de Miami, cerró sus cortinas nuevamente, esta vez con la triste novedad de ya no poder contar con la fecunda y abnegada labor de su fundador y director Pedro Pablo Peña, pero no obstante cumplió otra vez su objetivo de relacionar al público, a través de exposiciones, presentaciones de libros, muestras de documentales, espectáculos de diferentes estilos danzarios, con este maravilloso arte y convertir a la ciudad de Miami en la capital de la danza mundial durante el tiempo de transcurso del evento.
Esperamos que bajo la nueva dirección de Eriberto Jimenez, el festival sea continuidad y despegue al mismo tiempo para nuevos logros, tal y como siempre lo soñó su creador.
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Ver XXIII Festival Internacional de Ballet de Miami, en el blog
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