Conferencia dictada por la Lic. Dayalis González Perdomo, el 25 de agosto de 2018, dentro del marco de la exhibición Shared Visions (Visiones Compartidas), que presenta 7 Plus One Art Project y el Sistema de Bibliotecas Públicas de Miami-Dade.
Dayalis González Perdomo y
Emilio Héctor Rodríguez
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Por el Camino de la Abstracción
"Toda representación artística supone un proceso de abstracción de la realidad”
Bru Romo
De todos los conceptos de abstracción, elijo, siempre fiel a los preceptos filosóficos, el concepto aristotélico. Aristóteles considera que toda idea universal se fundamenta en datos empíricos. Así, la idea (o concepto) de mesa, por ejemplo, procede del proceso de comparación de diversos objetos muebles que comparten entre sí unas características semejantes que podemos "abstraer" y quedarnos con lo que tienen en común (del latín abstrahere, “alejar, sustraer, separar”), es una operación mental destinada a aislar conceptualmente una propiedad o función concreta de un objeto, y pensar qué es, ignorando otras propiedades del objeto en cuestión.
Aristóteles, introdujo el término aphaireis, que se tradujo al latín como abstractio. En contra de Platón, que creía en una intuición directa de las esencias o ideas. Siendo así aquello que hace que una mesa sea una mesa no es que sea cuadrada, redonda, rectangular, de madera, de mármol, verde, amarilla o roja, sino que abstraemos de estos objetos su color, su forma, el material del cual están hechas y nos quedamos con la idea o el concepto de mesa. Dicho concepto, pues, procede del proceso mental de abstracción.
La Filosofía moderna, a su vez, trajo de vuelta al siglo pasado una de las ideas más discutidas por la metafísica: la permanencia del concepto sobre el objeto en sí. Umberto Eco, en su novela “El nombre de la rosa” concluía: “De la rosa solo queda el nombre desnudo o (aunque) persiste el nombre de la rosa primigenia, (solo) el nombre desnudo tenemos”.
En este sentido podríamos entonces entender el arte, la historia del arte en su totalidad, como el resultado de procesos de pensamiento abstracto, si partimos de la primicia que el arte es esencialmente una interpretación de la realidad circundante, una traducción al lenguaje subjetivo del arte de la realidad objetiva, una reconversión simbólica del cosmos en tanto proceso de conceptualización del universo, intrínseca al ser humano; en términos aristotélicos, un proceso de pensamiento abstracto. Pero la historiografía del arte se ha centrado en identificar la abstracción en contraposición a la figuración, lo que significa clasificar como arte abstracto aquellos lenguajes más alejados de la representación mimética de la naturaleza y más cercanos a la simplificación de formas, colores, texturas, movimiento, armonías, contrastes, sonidos, sabores y emociones, elementos abstractos que no obstante, provienen también de la experiencia humana y la realidad.
De manera que visto así, la Historia del Arte identifica como un primer momento de arte abstracto, aquel cuando las comunidades primitivas del Paleolítico Superior han llegado a un desarrollo evolutivo que les permite entender y representar, a través del símbolo, la realidad del universo. A partir de entonces un simple círculo puede significar macro-conceptos como sol, universo, maternidad, fertilidad, divinidad… y tantos otros, dependiendo de la cultura, la sociedad y el contexto histórico. El arte rupestre simbólico y los primeros lenguajes escritos abrieron el camino al pensamiento abstracto y su evolución en el terreno artístico. Los diferentes momentos de la Historia del Arte universal están conformados sobre la base del pensamiento simbólico de cada período.
Habrá, no obstante, que esperar hasta el siglo XX, para que los lenguajes de las vanguardias artísticas occidentales se reencuentren con los lenguajes de la abstracción simbólica y el minimalismo de las formas remanentes en las culturas africanas, y del medio y lejano oriente.
Como consecuencia de la renovación filosófica, derivada entre otros factores también de los procesos de intercambio de información cultural y el desarrollo tecnológico, ya en plena sociedad capitalista, y su consecuencia de experimentación estética (con el antecedente del surgimiento de la fotografía y el impresionismo, en tanto una manera diferente de ver la luz y de plasmar las formas y los colores), del desarrollo del psicoanálisis (como ciencia que profundiza en el conocimiento del comportamiento y las emociones humanas), y de la crisis social y existencial de la Europa de las posguerras; la abstracción “pura” surge como discurso creativo, y se delinea en otra expresión del dibujo y la pintura, con extensión a la escultura, el diseño y la arquitectura, la fotografía y el grabado, y sus referentes en la literatura, la música y la danza contemporánea, y las artes en general, primero en Europa, y progresivamente en Estados Unidos y América Latina, como contraparte del arte figurativo.
Hasta hoy el arte abstracto y el arte figurativo, más que opuestos, son instrumentos de análisis que se complementan y sirven de vehículo de comprensión y expresión de la experiencia vivencial, en adecuación al contexto y a la intención artística.
En América Latina, la abstracción contemporánea tiene sus antecedentes lógicamente en la experimentación de las llamadas vanguardias artísticas latinoamericanas del siglo XX, a través de la obra de sus principales exponentes en cada uno de los países, como resultado del contacto directo con los artistas de los movimientos del arte europeo de la primera mitad del siglo XX, y posteriormente de Estados Unidos, y la reinterpretación entonces de la abstracción como lenguaje en los contextos locales.
Una vez aquí se hibridaron componentes culturales y estéticos regionales y se posesionaron conceptos a tono con factores históricos, sociales y políticos derivados de las realidades particulares de América Latina. Con el tiempo también se legitimó un gusto y consumo de la abstracción, avalado por un mercado que lo asimiló y legitimó como discurso representacional de la belleza moderna.
Aunque el abstraccionismo ya fuera un movimiento de vanguardia ampliamente explorado en Europa desde las décadas de los años 20 y 30, su impacto en la producción artística de Centro y Sur América sólo se sintió años más tarde, alcanzando su cumbre entre las décadas del 40 y 70. Fue este el momento de mayor interés para algunos de los principales artistas latinoamericanos que comenzaron a indagar en los lenguajes de la abstracción. La producción abstracta, en países por ejemplo como Brasil, Argentina y Venezuela, significó una ruptura con el antiguo arte figurativo que dominaba la producción artística en sus contextos, instaurando el inicio de nuevas formas de expresión, nuevos límites para la relación espectador y obra, transformándose en punto de partida de la era posmoderna en el arte latino.
Así, influenciados por precursores europeos del abstraccionismo, entre ellos diversos artistas integrantes de la Bauhaus, como Kazimir Malevich, Piet Mondrian y Theo van Doesburg, surgía un grupo expresivo de artistas que pasaba a seguir rigurosamente los preceptos del movimiento. El abstraccionismo era lo contrapuesto a la figuración y reproducción de imágenes pertenecientes a la realidad y a la condición humana, una formalización del arte como técnica exacta y matemática, compuesta por una estética puramente plástica, basada en la exploración de planos y colores, que establecía una experiencia más directa con el espectador. Características, éstas, que dan inicio a la producción abstracta en Latinoamérica a través de los movimientos concreto y neo-concreto en Brasil; y del cinético en Venezuela, y movimientos, grupos y exponentes en otros países de la región como Cuba, Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Colombia y México, en menor medida.
Un proyecto expositivo como Shared Visions by 7 Plus One Art Project, trae a la escena de Miami, una reflexión multicultural, en torno a las diferentes maneras de reinterpretar el lenguaje abstracto, en la experiencia de artistas contemporáneos de origen latino-americano, la mayoría de ellos radicados en los Estados Unidos, en el Sur de la Florida, con toda la carga estética y conceptual que ello conlleva.
En el contexto del Sur de la Florida, y específicamente de Miami, me gustaría resaltar varios factores para leer esta muestra de arte abstracto contemporáneo.
La abstracción es un lenguaje que generalmente evoca a la belleza y seduce al espectador, remite al placer estético y al reposo retiniano, inclusive en medio de las estresantes dinámicas de la vida contemporánea, al confort del reposo y a la ilusión de calma v/s ansiedad. Pero para América Latina la abstracción ha sido y es también lenguaje de resistencia cultural, social y política, postura conceptual además de formal, disidencia intelectual. El arte abstracto ha sido camuflaje para decir allí donde el lenguaje figurativo era acallado, o re-semantizado por políticas culturales específicas.
Existe una conexión directa entre el desarrollo del lenguaje de la abstracción en América Latina y los contextos de desarrollo económico e infraestructura urbana, en un período de profundos cambios en la organización social de la región, de creciente urbanización e industrialización y el inicio de la producción en masa, fenómeno de progreso urbano que desde el punto de vista político estuvo marcado por la represión de las dictaduras militares de la segunda mitad del siglo XX, en plena “Guerra fría”. En el caso por ejemplo de Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Chile, Colombia y Venezuela, entre otros, como resultado de la persecución a artistas e intelectuales vinculados a expresiones y movimientos artísticos de carácter social, o cuya obra abordaba temáticas críticas desde el punto de vista político. En el caso de Cuba, en contraposición a la política cultural impuesta por el gobierno de Fidel Castro, de obligada referencia a las temáticas sociales y la estética del realismo socialista soviético, especialmente durante las décadas del 60 y el 70. De manera que por exceso o por defecto, la abstracción en América Latina se fue delineando, como un lenguaje de resistencia, oficial o paralelo a los discursos artísticos oficiales del momento, y se constituye en plataforma ideo-estética que identifica un período histórico determinante en la región.
Por otra parte Estados Unidos, y especialmente el sur de la Florida, absorben de manera natural, estas propuestas abstractas que emanan de esos procesos, influido por razones estéticas, políticas y de mercado. Miami, una ciudad híbrida, diseñada para el ocio en armonía con sus bellezas naturales, construida prácticamente en la segunda mitad del siglo XX por emigrantes de origen cubano, era el mejor de los laboratorios para legitimar un arte que por una parte remite a la belleza de las formas y por otra, en apariencia, sublima los conflictos sociales e identitarios, y se posesiona como un lenguaje universal y cosmopolita.
Hoy cuando vemos las obras expuestas en Shared Visions by 7 Plus One Art Proyect no podemos obviar todo este largo camino recorrido; y no podemos obviar la confluencia generacional y multicultural en este proyecto.
No podemos obviar la presencia del simbolismo pictórico y la referencia a Joan Miró en las obras de Alvaro Peña (España); la remisión a la memoria histórica y la identidad fragmentada, constituida de capas de pasado, en los collages de Bibiana Cervantes (Colombia); el estudio de las formas puras en los ensayos fotográficos de Carlos Echenique (USA); la armonía de líneas y planos, transparencias, luces y matices de color en los trabajos de Carmen Verdura (España); la experimentación con el color y la relación arte-ciencia, a través de la plasticidad de las formas, en la pintura de Emilio Héctor Rodríguez (Cuba); el espíritu del minimalismo conceptual en las acuarelas de Ivana Blanco Gross (Argentina); la emotividad comunicacional en la abstracción de raíz expresionista a la que nos remite Juan Cuyutupa( Perú); la interpretación de movimiento, naturaleza y sentimientos en la paleta de colores puros y texturas de Mai Yap (Panamá); la fuerza expresiva del grafitis y el bad painting, en los drippings de los acrílicos de Margarita Correa Ochoa (Colombia); la más absoluta belleza de las formas plásticas contenida en las acuarelas luminosas de Marilyn Valiente (Cuba); la permanente búsqueda de las verdades universales en el mundo interior de Maruchi Carmona (Cuba); la perfección y la belleza de la naturaleza resumidos en los paisajes abstractos al pastel de Pat Ross Marx (Canadá); la magia de esculpir en piedra o en madera, o de ensamblar en fragmentos de papel recortado, la belleza del mundo, con la maestría de Pedro Hernández (Cuba); la capacidad de síntesis y resumen visual en la poética abstracta de las más jóvenes generaciones a través de las obras de María del Pilar Stowhas (Chile).
Por último solo añadir que adentrarse en el camino de la abstracción es siempre una experiencia de crecimiento personal que nos obliga a pensar el mundo en términos de concepto. El arte, más o menos figurativo, es siempre un ejercicio de abstracción.
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SHARED VISION se puede ver hasta el día 9 de octubre en el Main Library.
101 West Flagler Street
Miami, FL 33130
Lunes a Sábado de 10:00 am a 6:00 pm.
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