Prosiguen los debates del proyecto constitucional cubano en todo el país hasta el 15 de noviembre del presente 2018. Su tónica, salvo las excepciones referentes a las asambleas visitadas por los medios de prensa oficialistas, ha sido de la apatía y desinterés. Los ciudadanos que a veces tienen que ir hasta tres veces al mismo debate por centros laborales, la comunidad u organizaciones profesionales, ya están hastiados, al igual que los dúos del partido que rectoran los debates. En realidad no están ocurriendo debates, sino una exposición de propuestas o en algunos casos, simples desahogos de la población sobre carencias y dificultades de la vida cotidiana que nada tienen que ver con la constitución como son la mala calidad del pan, de los servicios médicos, falta de medicamentos, transporte, deficiencia en la recogida de la basura, contaminación sonora de las ciudades y falta de educación cívica. En fin, las asambleas han servido de terapéutica catarsis de los frustrados ciudadanos cubanos. He visto por ejemplo a una anciana quejarse de las ilegalidades y relatar el litigio que tiene con su vecina.
En cuanto a planteamientos concretos, el más reiterado sin duda alguna es la inconformidad de los cubanos con el matrimonio homoigualitario del artículo 68 del proyecto constitucional. Espero que estos continuados reclamos de la población encuentren acogida entre los diputados ¨constituyentes¨. Otro planteamiento reiterado ha sido en relación al artículo 121 sobre no limitar a dos períodos el mandato del Presidente de la República. No se si ha sido una ¨orientación superior¨ o simplemente la población se ha hecho eco de la reiteración mediática sobre el tema. Para mi sorpresa el artículo 43 ha sido objeto de reiterado debate en cuanto a la vida, en unos casos se han pronunciados muchos ciudadanos por la eutanasia o muerte por compasión, en los casos terminales y en otros casos se han producidos inesperadas críticas al aborto y su abuso como método de contracepción en la sociedad cubana. También en el preámbulo se ha criticado por ¨la vieja guardia¨, la supresión del comunismo como fin último de la sociedad cubana, al igual que esta misma ¨vieja guardia¨ no acepta la eliminación del principio de la gratuidad en la salud. Se han vertido interesantes criterios acerca de que las cirugías estéticas son necesarias para la salud mental de las personas.
También se han hecho pronunciamientos públicos muy críticos y audaces dentro del contexto totalitario cubano, acerca de que no era necesaria una nueva constitución, sino resolver los acuciantes problemas de los cubanos, como la alimentación, la vivienda y el transporte. Los dúos o parejas rectoras de los debates, en general se han visto poco preparados para encauzar eficazmente los debates y hasta ellos mismo se muestran impacientes por terminar las asambleas.
Es muy prematuro sacar conclusiones del proceso, pero hasta ahora va siendo más de lo mismo, un mero trámite para legitimar el proyecto constitucional cubano, sin que se enriquezca la escasa cultura política-jurídica de la población.
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