Sería hermoso que esta enseñanza de Jesús entrase en la mente y en el corazón, y que cada uno de nosotros dijese: “Nunca insultaré a nadie”. Sería un buen propósito porque Jesús dice: “Mira, si desprecias, si insultas, si odias, eso es homicidio”.
Ningún código humano equipara actos tan diferentes asignándoles el mismo grado de juicio. Y de manera coherente, Jesús nos invita incluso a interrumpir la ofrenda del sacrificio en el templo si recordamos que un hermano está ofendido contra nosotros, para ir a buscarlo y reconciliarnos con él. También nosotros, cuando vamos a misa, tendríamos que tener esta actitud de reconciliación con las personas con las que hemos tenido problemas. (Leer texto completo en ACI Prensa)
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