Homilía predicada por el Arzobispo Thomas G. Wenski en la Misa funeral del P. Jorge Bez Chabebe, celebrada el 11 de diciembre de 2018 en la iglesia de St. Raymond, Miami.
Queridos hermanos y hermanas,
Cuando uno llegue a cumplir más que 90 años, no es de sorpresa que haya más gente allá arriba para darle la bienvenida que los que se quedan aquí abajo para despedirse de él.
Nos reunimos en torno al altar del Señor para celebrar la Santa Misa, dando gracias al Padre de las misericordias por la vida del P. Jorge Bez Chabebe. Fue una vida marcada por la triste experiencia del exilio. Llegó a Miami en el verano de 1961 en medio de la represión antirreligiosa del régimen comunista. Hijo de inmigrantes libaneses establecidos en el Oriente de Cuba, el P. Chabebe nació en la ciudad de Banes en el año 1926. Siendo muy joven sintió en su corazón la llamada de Dios y después de realizar sus estudios sacerdotales fue consagrado presbítero por el recordado Monseñor Enrique Pérez Serantes el 26 de marzo de 1950.
En la iglesia santiaguera desarrolla una intensa labor pastoral, siendo el asesor de la Juventud de Acción Católica, entre otras responsabilidades, y con una presencia diaria en la radio a través del programa “Con la Cruz y la Estrella” que transmitía la emisora CMKC, Radio Oriente. En medio de la convulsa situación que le toca vivir esos años, el P. Chabebe se convierte en testigo privilegiado de acontecimientos que marcarían la historia de Cuba. Entre ellos, y a pocos días del triunfo revolucionario, el juicio sumario e inmediato fusilamiento bajo las órdenes de Raúl Castro de más de 70 personas, a las que el P. Chabebe asistió con el sacramento de la penitencia y el consuelo de la fe. Una vivencia que él calificó de “espectáculo macabro”, que le marcaría para siempre y quedaría plasmada en su libro autobiográfico “Dios me hizo cura”.
Ya en el exilio continúa su labor pastoral, sirviendo y colaborando en diferentes parroquias a lo largo de los años. Él fue uno de los primeros sacerdotes de habla hispana, uno de los primeros cubanos, que llegó a Miami que en aquel entonces tuvo otro perfil al que tiene hoy. Fue de la generación de los bien recordados sacerdotes, de Emilio Vallina, de José Paz y de Emiliano Ordax, entre tantos otros. Y cuando yo estaba todavía en high school y me tocaba aprender castellano, trataba de sintonizarme con un programa de televisión donde él fue un locutor.
Por mantener viva en medio de la comunidad cubana la llama de la fe y el amor a las raíces patrias, con el apoyo de jóvenes de la Parroquia Inmaculada Concepción, de Hialeah, funda la revista musical “Añorada Cuba”, que por años gozaría de gran popularidad entre los exiliados cubanos.
Al ofrecer la Eucaristía por la vida del P. Chabebe, la Palabra de Dios nos ofrece en este día la hermosa imagen del Buen Pastor. En la primera lectura del Profeta Isaías escuchamos al mismo Dios exhortando al consuelo en medio de su pueblo. En ella se presenta a sí mismo como el Pastor que cuida de sus ovejas, y con entrañable afecto las guía y protege de los peligros: “Aquí está su Dios (…), como un pastor que apacienta el rebaño, reúne con su brazo los corderos y los lleva sobre el pecho” (Is. 40, 10). Una imagen modélica del servicio sacerdotal que también encontramos en el Evangelio que ha sido proclamado.
En efecto, la conocida parábola de la oveja perdida que hemos escuchado por boca de Jesús representa de manera sencilla y gráfica todo el poder sanador de la misericordia divina. Porque el Señor no se resigna ante la posibilidad de que alguno de sus hijos se pierda, y muestra su ardiente celo y cuidado por cada uno de nosotros, especialmente en los momentos de dificultad, y cuando nos vamos alejando del camino de la salvación. Se trata de la esencia de su misión y el motivo por el cual ha venido al mundo, como celebraremos en pocos días en la fiesta de la Navidad. Un mensaje de esperanza que nos ayuda a crecer en la fe y en la necesaria confianza en el Pastor de nuestras vidas. Un recordatorio de que por más que nos alejemos de él, o por grandes que puedan ser nuestras faltas, el Señor vendrá siempre en nuestra ayuda a rescatarnos y a compartir con nosotros el invaluable don de su misericordia.
Hoy recordamos a este hermano sacerdote que proclamó con esperanza que sólo Cristo tiene palabras de vida eterna, y que se esforzó por acompañar su mensaje con obras de amor en beneficio de sus hermanos. Demos gracias en esta celebración por su prolongado y fecundo ministerio.
Pidamos para que, purificado de sus faltas y pecados, sea recibido en brazos del Buen Pastor, y junto a Él, llegue a ocupar el lugar reservado a los servidores fieles. Concede, Señor, a tu siervo Padre Jorge Chabebe, el descanso eterno, y que brille para él la luz perpetua. Amen. Dale Señor a tu sacerdote el descanso eterno y que brille para el la luz perpetua. Amen.
(Texto tomado del website de la Arquidiócesis de Miami)
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