Nota: Cada viernes un poema de Thelma Delgado. Puedes leer sus textos en el blog, en este enlace.
Sin pedir permiso se metieron a mi casa,!
Y como si ya la conocieran, en la oscuridad llegaron hasta mi cuarto;
en la penumbra pude ver sus caras sonriéndome con un gesto tan amable,
de esos que inspiran confianza; y, haciendo una reverencia con sus cabezas
se subieron a mi cama, se instalaron al lado de mi almohada y prendieron una fogata.
Como yo no salía de mi asombro ellos me dijeron con sus miradas:
-No temas, El nos mandó a velar tu sueño; duerme tranquila.
Hay cosas que no se debaten, y esa fue una de ellas.
La firmeza y la ternura de sus voces me hicieron sentir que estaba a resguardo con ellos.
Con el murmullo de sus voces y el calor de su fogata me dormí.
Esta mañana lo primero que vi al abrir los ojos, fue la sonrisa de todos ellos;
no sé cuántos son, no importa. Mi dormir fue placentero y reparador.
No sé por cuánto tiempo se quedaran a mi lado;
lo que sí se, es que las giralunas y los girasoles que me mandaste
me siguen haciendo compañía.
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Ver
Página de Thelma Delgado en el website del Cultural Council of Palm Beach County
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