Saturday, January 19, 2019

Las guaguas de La Habana antes del 59 (por Baltasar Santiago Martín)

Nota: Agradezco a Baltasar Santiago Martín, que comparta con los lectores, este fragmento de su libro en preparación, La historia de Cuba contada por sus guaguas. El mismo está incluido en el número de enero de 2019, de la revista Caritate.

La presentación será el jueves 31 de enero de 2019, a las 8 00 p.m., en el Centro Cultural Hispano para las Artes de Miami (111 SW 5th Ave. Miami, FL. 33135)



En fecha tan temprana como el 6 de marzo de 1959, fueron intervenidas –“nacionalizadas”, dijo Fidel, eufemísticamente– las dos compañías privadas de transporte por ómnibus existentes en La Habana: la Cooperativa de Ómnibus Aliados (COA) y los Autobuses Modernos (AMSA, conocidos popularmente como “las enfermeras”, por su color blanco con una lista azul oscuro por debajo de la línea de ventanillas), y en 1961, todas las rutas con su parque automotor pasaron a formar parte de la empresa estatal Ómnibus Urbanos de La Habana.

Fragmento alusivo del discurso pronunciado por (…) Fidel Castro Ruz, Primer ministro del gobierno revolucionario, en el resumen de la asamblea extraordinaria de los empleados de la Compañía Cubana de Teléfonos, para respaldar las nuevas tarifas telefónicas y la intervención, efectuada en el Teatro de la CTC, el 6 de marzo de 1959:
Las compañías de transporte urbano —¡cosas que no las entiende nadie!—, primero, los tranvías los convirtieron en autobuses, los autobuses los convirtieron en Metropolitana, la Metropolitana se la dieron, o se la regalaron — no se sabe lo que hicieron— a la Compañía de Ómnibus Aliados, los Ómnibus Aliados quitaban autobuses y ponían ómnibus de otras clases. Y ya ustedes ven cómo anda todo eso: una serie de ómnibus con unos letreros que dicen que están muy viejos, que no sirven, que los cambien. ¡Y una de problemas...! Y, sobre todo, unos 1 200 obreros desplazados; hace siete años que están desplazados. ¿Y dónde van a encontrar trabajo?, si aquí cada día eran más los que crecían y tenían necesidad de trabajo y menos el trabajo que había. 
Y el problema de los autobuses sin resolverse, que lo vamos a resolver también; que vamos a resolver el problema de esos 1 200 desempleados, como estamos resolviendo otros problemas (…), para darles trabajo a cientos de obreros! (APLAUSOS.)
A los obreros de los autobuses los lanzaron a la calle, ¡y ahí te va!, no les importó más nada; a los obreros alcoholeros, pues también los lanzaron a la calle. ¡Cuestiones de negocios entre ciertos intereses productores de combustibles y el gobierno!

¿Con qué derecho Fidel Castro expropió para el estado – y sin indemnización– casi todos los negocios, fábricas y empresas del país, tanto de propiedad cubana como de inversionistas extranjeros, entre 1959 y 1961, y luego ya todos, en 1968, cuando la llamada “ofensiva revolucionaria”?

Sí, uno se lo pregunta, 60 años después del disparate, ahora que la también eufemísticamente llamada “actualización del modelo económico socialista”, con el cacareado cuentapropismo, no es más que el regreso a la pequeña propiedad privada que Fidel abolió totalmente en 1968, y la aceptación de inversión extranjera –sobre todo norteamericana– es un regreso a antes de 1961, pero con el país destruido, en bancarrota y desangrado por el éxodo de sus hijos más preparados: los “bien nacidos”, que con sus constantes remesas le han salvado –y le siguen salvando– la vida a sus familiares en Cuba.

El socialismo ha hecho retroceder el transporte
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Es precisamente el transporte por ómnibus de la capital cubana uno de los mejores ejemplos de cómo la intervención por el naciente estado fidelista/socialista en Cuba echó a perder un sistema que funcionaba como relojito, con autobuses norteamericanos (COA) e ingleses (los “Modernos”) cada 5 o 10 minutos como máximo, que cubrían todos los barrios de la Gran Habana Metropolitana, y la conectaban con sus pueblos adyacentes; con sus principales rutas urbanas con servicio de “confronta” a partir de las 12 de la noche, cada una hora, hasta las 5 de la mañana, en que comenzaban a circular normalmente.

Y como una imagen vale más que mil palabras, que las fotos de esa época de eficiencia y puntualidad hablen por sí solas:

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Los, según Fidel, “viejos” ómnibus General Motors de la COA, ya “nacionalizados” (tenían transmisión automática y suspensión de aire. Funcionaron hasta 1974 en la ruta 62, Habana- Guanabo, entre otras)
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Una “enfermera” doblando, con una guagua de la COA detenida en la esquina, al costado del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana.

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Una de las viejas Leylands “enfermeras”, en la ruta 6, Habana-Regla, después de “nacionalizadas” (resultaron mejores, más fuertes, más resistentes, que las “nuevas” Skoda (pepinos), las primeras Ikarus, las PAZ-672 y las Zil-158 que Fidel trajo del Campo Socialista desde 1961)
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Zil 158
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Como colofón a este artículo, las primeras IKARUS húngaras salieron tan malas, que las tuvieron que quitar de la ruta 27, con terminal frente al Zoológico, y reponer las “viejas” Leyland de los Autobuses Modernos en esa ruta. Lo mismo sucedió con las Skoda de la Terminal Mantilla, rutas 4 y 68, que tampoco aguantaron el “meche’ capitalino, y las cambiaron por las “vetustas” General Motors de la antigua COA –incluso las de la ruta Cárdenas –Varadero, que sustituyeron con los “pepinos” checos– hasta que Fidel tuvo que adquirir las Leyland Olimpic II en Inglaterra, en 1965, estrenadas en la ruta 37 de La Habana.

Cierro con un poema mío alusivo al tema:

Años setenta

Tenía quince años
–y toda una vida por delante–
cuando nos cayó
una lluvia fresca de Alfa Romeos,
guaguas Hino,
camiones Leyland de color verde y crema,
después de aquellos MAZ 200 rusos,
de puertas de madera –un retroceso–;
mal augurio rodante
de haber apostado todo,
a las cartas erradas,
por culpa de un farsante,
desmentido, entre otras cosas,
por haber tenido que comprar –a su pesar–
“tecnología capitalista automotor”.


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