Nota del blog: Selección de textos, que serán parte del libro (en preparación) El diario de Lola, de Thelma Delgado.
Para leer sus escritos en el blog, en este enlace.
Querida Mimí: hoy me voy a la cama con tristeza en mi corazón; esta tarde conversé con Berenice, y después de saludarnos la noté un poco triste y le pregunté que la tenía así; Berenice está actualmente casada con un hombre bueno, que la quiere y la consiente en todo lo que ella quiere, de manera que su esposo no era el problema. -Hace unos días hablé con Abel, me dijo; y desde ese día mi mundo está al revés pues ha removido sentimientos que creí ya olvidados. Es mi culpa, pues fui yo quien lo llamó. Yo soy feliz con Norberto, pero la necesidad de saber de Abel fue un poco por curiosidad y mucho de nostalgia. Vivimos un romance bello, pero los dos sabíamos que era eso solamente, un romance; algo que tendría un final. Después de saludarnos me preguntó que como me iba la vida y le dije que estoy felizmente casada y la vida va bien; Me dijo que estaba bien también y poco a poco caímos en los recuerdos de lo vivido. Recordamos cuando nos conocimos. Yo hice un servicio de Catering en un evento donde él fue uno de los invitados y en algún momento se acercó a pedirme una tarjeta de presentación. Días después me llamó y solicitó mi servicio para un evento que, en esa ocasión el mismo organizaría; llegué puntual al lugar del evento, preparé con esmero todo para la reunión y los invitados, que de antemano yo sabía serian pocos, nunca llegaron; Él lo había planeado todo para estar solos; así comenzó nuestro romance. Abel había llegado a la ciudad solo para ultimar los detalles antes de la apertura de una tienda y se iría a otra ciudad para hacer lo mismo, recorriendo así todo el país. Pero al conocernos decidió quedarse por un periodo de tiempo más. Yo me enamoré de él y sé que él también se enamoró aunque nunca me lo dijo abiertamente; por orgullo quizá, porque sabía que su estancia en la ciudad sería temporal, no lo sé, pero nunca me lo dijo. Pero disfrutaba mucho de cómo lo atendía; con esmero, me dediqué a cuidarle y hacerle compañía cuando estuvo en el hospital. Disfrutamos mucho nuestro romance, mucho. Pero llego el momento de la despedida. Los dos aparentamos estar en control de nuestros sentimientos y nos dijimos adiós sin voltear hacia atrás. Él se fue de la ciudad y yo traté de rehacer mi vida lo mejor que pude. Han pasado los años y ahora, Abel me dijo que había tenido una relación pero no duró pues ella no era yo, que nunca habría otra como yo. Y yo, estoy casada, pero añorando lo vivido con él. Berenice hizo una pausa y suspiró, y yo callé por un momento y luego le dije: –Tú estas bien como estas ahora; no mires hacia atrás; valora y disfruta lo que tienes hoy; Norberto te adora y tú lo quieres también, así que adelante. Mimí, la charla con Berenice hizo sangrar mis propias heridas pues, aunque su historia no es igual que la mía, es parecida porque yo sigo enamorada de Quien ya tú sabes, y sé que nunca pasará nada más que ser amigos. Que un viejo amor, ni se olvida ni se deja, que un viejo amor, de nuestra alma si se aleja pero nunca dice adiós, que un viejo amor…
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Ver
Página de Thelma Delgado en el website del Cultural Council of Palm Beach County
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