Es un manjar abundante y absurdo,
saber que estás, no poder devorarte.
Saber que estás ahí de veras,
juguetona, mística, fantástica,
como un duende inútil e imponente.
Miro por la ventana de reojo
y sigues acercándote mientras desapareces,
como esos animales extintos
que nadie nos va a devolver jamás;
pájaro dodo, paloma migratoria, tigre de Java,
alca gigante, bucardo, quagga.
Estás tú en todos ellos.
Y estás en las trompetas que ensordecen.
Y estás en el rumor de los jardines.
Y estás en la lluvia leve que unifica.
Y estás en el idilio que corrompe.
Y en toda esa memoria que vendrá.
Permíteme desentrañar el espiral,
ser común como el aire que acaricia,
que entra por las ventanas de la casa.
Permíteme concurrir y que concurras
a ese lugar de vértigos, de abrazos.
Toda una noche te he estado esperando.
Amanece conmigo.
Entra, eres bienvenida a este banquete.
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