Friday, August 9, 2019

Bernardo José Lichilín Márquez, un tenor de ambas orillas (entrevista por Baltasar Santiago Martín)

Nota del blog: Agradezco a Baltasar Santiago Martín, que comparta con los lectores, su entrevista a Bernardo Lichilín, incluida en el próximo número de la revista Caritate.


El tenor cubano Bernardo Lichilín nació en La Habana, el 12 de marzo de 1966, y desde muy niño sintió la vocación por el teatro y la música.

En 1985 comenzó a estudiar canto con la insigne profesora rusa Mariana de Gonicht, y su debut se produjo junto a ella en la Sala Europea del Museo Nacional de Bellas Artes.

En 1990 continuó sus estudios de canto con el profesor Manuel Pena y fue contratado como solista por la Ópera Nacional de Cuba, donde debutó con el personaje de Gastón, en la ópera La Traviata.

A partir de entonces interpretó importantes roles clásicos, entre los que se destaca el Conde de Alma Viva, de El barbero de Sevilla; el rol de Edgardo en Lucía di Lammermoor, en España; y el José de la Cruz, en la zarzuela El batey, de Ernesto Lecuona. En 1998 se graduó en el Instituto Superior de Arte, de la Licenciatura en Música, con perfil en Canto.

Entre sus Premios logrados más importantes se destacan:

  • Mención en Escenas Líricas de la UNEAC
  • Primer Premio en el Concurso Nacional Rodrigo Prats.
  • Gran Premio en el Concurso Rita Montaner en 1993.
  • En el Concurso Internacional de Belvedere, en Viena, Austria resultó finalista, condición que le aportó más prestigio a su carrera como solista.
  • Primer Premio en el Concurso Gustavo Sánchez Galárraga.
  • Primer Premio en el Concurso Mariana de Gonicht.
  • Diploma de Honor del programa televisivo De la Gran Escena.
  • Durante la Cumbre Iberoamericana interpretó a Leonardo Gamboa, en la puesta de Aquella Cecilia, bajo la dirección artística general de José Ramón Artigas.
  • Premio de Interpretación en el Festival de Habaneras 2002.
  • Premio de la Prensa Especializada
  • Premio de la canción afrocubana, el pregón y la romanza de la zarzuela cubana.
Otros escenarios en los que ha actuado han sido México, Perú y España. Ejemplo de ello son los Conciertos de Primavera, que ofreció junto al pianista Guillermo Tuzzio en Extremadura, España, mientras que en Perú participó en el Festival de Canto de Ciudad Trujillo, y dirigió el Concierto de la Liga contra el Cáncer. En México, en Valle Bravo, interpretó, junto al pianista Franco Rivero, textos de José Martí, con música de Ernesto Lecuona y del propio Franco.

Desde 2013 graba para el sello Colibrí Antología para voz y piano, junto a este mismo pianista concertista, en la que rescata muchas canciones del maestro Ernesto Lecuona y recrea con gran maestría el estilo musical de este gran compositor cubano.

En la pequeña pantalla colabora asiduamente con el veterano e instructivo programa Escriba y lea y en De la gran escena, entre otros, que lo han dado a conocer al gran público, de ahí su merecida popularidad. Es miembro activo de la UNEAC y pertenece al catálogo artístico del Centro Nacional de Música de Conciertos.

Ostenta las medallas Juan Marinello, el sello de laureado y la Orden Raúl Gómez García, otorgada por la CTC, entre otros premios, como el Mariposa que otorga la UNEAC. Además, como compositor, ha incorporado a su repertorio sentidas canciones de su autoría.

Desde 2009 se presenta con gran éxito en el reconocido Piano Bar El Gato Tuerto, bajo la dirección del reconocido periodista Julio Acanda.

En 2011, junto a la cantante y vedette Maylú, ofreció dos conciertos en Ciudad del Carmen, México, y en 2018, como integrante del Grupo Líricos del Gato, se presentó nuevamente en Ciudad del Carmen –donde recibió un Diploma de Reconocimiento de la Universidad del Carmen–, y también en la ciudad de Campeche, en el Teatro de la República, con gran éxito de público.

Cuenta en su currículo con importantes elogios de los periodistas cubanos Nancy Robinson Calvet, Sahily Tabares, Ada Oramas, Julio Acanda, Rosalía Arnáez, Fernando Rodríguez Sosa, Pedro de la Hoz, Jorge Rivas y Raúl Macín, este último de Ciudad México, entre otros. Ha participado en documentales sobre la vida de Felipe Poey, Ernesto Lecuona y la pianista Pura Ortiz, entre otros múltiples programas de televisión y conciertos.

Aprovechando su estancia de visita en Miami, lo invité a mi tertulia de APOGEO para entrevistarlo y que cantara para los presentes, y he aquí a continuación lo que le pregunté y lo que me respondió:


Bernardo, he sabido que tu pedigree artístico se remonta a tu infancia, cuando con seis años de edad subiste por primera vez a un escenario. ¿Te acuerdas exactamente de lo que hiciste en ese tan precoz debut?

Sostuve en mis brazos la bandera cubana, y después, como leía tan bien desde 3er grado, me seleccionaron para leer las Sagradas Escrituras, casi siempre en la misa; y en el catecismo comencé actuando en las dramatizaciones en Navidad y Semana Santa. Así fue como entró el bichito del Arte en mí, ¡ah!, y todas las tardes veía Cine del Hogar en casa de Aida, una vecina que me quería mucho, mientras merendaba un café con leche.

Y ya un poco “más grande”, a los 12 años, te incorporaste como actor al Grupo de Teatro Aficionado Arte Clásico Moderno, y luego interpretaste al payaso Piñatita, con el mago Drakus. Sobre esto te tengo tres preguntas diferentes:

Primera: ¿Por qué, si comenzaste como actor, luego preferiste dedicarte al canto, y específicamente, al canto lírico, no al popular, más redituable y masivo?

Desde muy pequeño veía Cine del Hogar y los musicales de la televisión cubana e internacional. Tuve una gran fuente de información, que absorbí y nunca olvidé. De adolescente asistía al Teatro Musical de La Habana, e iba mucho al cine. Todo ello me hizo inclinarme más hacia el canto que hacia la actuación.

Fue una etapa de formación y creación, que aproveché con humildad y mucha disciplina, pero que me ayudó a formarme como artista en el arte lírico teatral, lo cual fue una decisión que se dio de forma natural.

Segunda: ¿Te sentías cómodo, totalmente a gusto, en la piel de ese payaso?

Era un adolescente muy tímido, pero ya había interpretado personajes sencillos, y me fascinó la idea de arriesgarme. Me divertí mucho interpretando al payasito, y me dio mucha tabla y soltura; me gustaba hacerlo y por eso lo disfrutaba. No olvido nunca al Mago Drakus y a su muy profesional familia.

Tercera: Ya que una vez hiciste de payaso, ¿te gustaría hacerlo ya en la gran escena, como Canio, el protagonista de la ópera Payasos, de Ruggero Leoncavallo?

Tuve la oportunidad de interpretar el difícil personaje de Beppe, el arlequín, en Payasos, en el Gran Teatro de La Habana, hoy “Alicia Alonso”; en el teatro Oriente, de Santiago de Cuba, y en el Principal de Camagüey, y he cantado el aria principal de Canio en varias ocasiones. Por supuesto que me encantaría hacer ese rol en la ópera completa.

Investigué también que fuiste alumno aventajado de la profesora rusa Mariana de Gonicht. ¿Cómo supiste de ella?; ¿te recuerdas de la primera vez que fuiste a su academia?; ¿alguna anécdota de tu trato y tus clases con ella que quisieras compartir con nosotros?

A Mariana la conocí en el Hogar San Juan de Dios, junto a sus alumnos. Allí le pedí que me escuchara, para poder comenzar a tomar clases en su academia particular.

La primera vez que fui a su casa me aceptó, y me propuso que la ayudara a presentar sus conciertos, ya que yo también podía declamar. “Necesitas comenzar a educar tu voz ,y eso requiere mucho tiempo de estudio y vocalizaciones”, me dijo. Primero comencé a cantar canciones menos complejas.

Una anécdota inolvidable –y a la vez graciosa– fue que en una ocasión olvidé la letra de una canción en medio de mi presentación, y me paré en seco y le pedí que comenzara de nuevo a tocar la canción en el piano, pero ella se molestó muchísimo y no lo hizo. Al final, cuando ya yo no lo esperaba, comenzó a tocar la canción y la canté de principio a fin. Aprendí muy bien la lección. Hay que estar muy concentrado, y siempre continuar adelante ante cualquier eventualidad.


También has contado en entrevistas anteriores que, como las audiciones exigían tener estudios musicales, tuviste que comenzar el nivel elemental de música en el conservatorio Gerardo Guanche, en Guanabacoa. Mirando hacia atrás, ¿no te parece una causalidad –que no casualidad– que fuera en Guanabacoa, cuna de Rita Montaner, Bola de Nieve, y sobre todo de Ernesto Lecuona, a quien tanto admiras y cuya música te gusta tanto interpretar?

Fue muy emotivo y fructífero para mí, por el brillante profesorado en todas las asignaturas, y por el inmenso legado que mencionas de Guanabacoa a la música cubana. Allí me uní a muy buenos amigos que aún conservo. Me fascina todavía visitar la ciudad de Guanabacoa, que para mí mantiene la magia de ser una tierra tan bendecida para el arte y la cubanía.

Estudiaste canto también con el prestigioso profesor Manuel Pena, quien te llevó a audicionar a la Ópera Nacional de Cuba, y fuiste aceptado. Cuenta, cuenta…

Ser aceptado como alumno por él fue decisivo para mí, porque fue un profesor excepcional que amaba el canto, y recibí de su persona mucha entrega, bondad y amor. Me llevó a audicionar a la Ópera Nacional de Cuba, y gracias al prestigio y respeto que gozaba, fui aceptado por la directora Elena Herrera.

Sobre tu debut, el 20 de septiembre de 1990, con el personaje de Gastón, de La Traviata, en el hoy Gran Teatro Alicia Alonso de La Habana, ¿estabas muy nervioso?; ¿con qué cantantes compartiste la escena en aquella ocasión?

Debuté junto a la gran soprano María Ester Pérez y el tenor Adolfo Casas, entre otros, bajo la dirección orquestal de Roberto Sánchez Ferrer, y artística de Armando Suárez del Villar. Muy nervioso, por supuesto, pero todo salió muy bien.

¿Cuáles son los personajes operísticos con los que has sentido más a gusto?

Son varios. Debuté como el Conde de Almaviva, de El barbero de Sevilla, y lo disfruté mucho, aunque no soy tenor ligero; el Beppe, de la ópera de cámara Rita, de Donizetti; el Bastián, en Bastian y Bastiana, de Mozart, y el personaje de José de la Cruz, en la zarzuela El batey, de Ernesto Lecuona, junto a la reconocida actriz María de los Ángeles Santana.

Específicamente sobre el Edgardo, de la ópera Lucía de Lammermoor, de Gaetano Donizetti, en el que debutaste en 1995, en España, ¿qué te gustaría agregar?

Fue un vaticinio y una prueba de fuego, de la que salí victorioso. Mi profesora Anita (Ana) Menéndez me pidió en Cuba que me aprendiera bien el personaje de Edgardo, y así fue. El tenor Adolfo Casas se indispuso de voz, y el empresario no quiso suspender la función en el Teatro Caixa Vigo, y el Maestro Sánchez Ferrer dio su aprobación. Al final escuché super emocionado los vítores de “bravo por el cubanito” y “Viva Cuba”, y el aplauso cerrado y las ovaciones correr por el imponente y bellisimo teatro.


¿Quiénes son tus compositores favoritos?

Schubert, Mozart, Puccini, Verdi, Chopin, Donizetti y Andrew Lloyd Webber; y Ernesto Lecuona, Gonzalo Roig, Rodrigo Prats, Moisés Simons, Fernando Mulens, Pablo Milanés y Polo Montañez, de los “del patio”, entre otros.

¿Cuál es el premio que has recibido que te ha dado más satisfacción?

Fue el Diploma de honor –Premio a la integralidad artística– del programa de la televisión cubana De la gran escena. Y el aplauso del público. Ese el verdadero premio.

Bernardo Lichilín en el Club Gato Tuerto, donde trabaja en un espectáculo variado junto al grupo de líricos y otros artistas dirigido por Julio Acanda.
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Has declarado que “el arte lírico exige mucho tiempo de estudio. Se debe ser más selectivo a la hora de escoger y aprobar a los jóvenes que incursionan en este género, pues en nuestro país, en el teatro, existen pocas fuentes de trabajo”. Me agradaría que argumentaras más ese criterio tan tajante.

Es un criterio realista. El teatro musical requiere de una gran producción, por lo tanto las temporadas cada vez son más esporádicas. Entonces se debe ser muy exigente en los castings (audiciones) y la formación educacional de los futuros artistas de teatro. La voz es un don que no todos poseen, por eso el canto es vocacional, no puede ser impuesto por nadie, y solo el estudio y la práctica disciplinada lo perfeccionan.

Uno de tus sueños más anhelados ha sido “realizar un fonograma en solitario con alguna discográfica cubana”, según has declarado. ¿Cómo va la materialización de ese sueño?

Pienso que se pueda materializar en los próximos tiempos. Que venga, siempre que sea de bien para mi vida y para el disfrute de mis amigos y admiradores.

Casi para finalizar esta entrevista:

Sobre tus preferencias:

Tenor que más admiras: Lucciano Pavarotti

Soprano: Ana Netrevko

Barítono: Hugo Marcos

Acriz de cine: Sara Montiel

Actor: Charles Chaplin

Películas: Lo que el viento se llevó, La forma del agua, entre muchas otras.

Escritor: Jose Martí y toda la buena literatura

Libros: La Santa Biblia, La Edad de Oro, entre muchos otros

Personaje histórico: Jesucristo y todos los personajes buenos y altruistas.

¿Alguna pregunta que no te hecho que te hubiera gustado que te hiciera?

Sí: ¿Quién es Bernardo Lichilín?
Una persona sencilla, humilde, que ama la vida y tiene fe en un futuro mejor para todos.


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