Cuando Juan Pablo II le hizo saber a Mons. Adolfo (via nunciatura) que aceptaba su renuncia y Mons. Juan era su sucesor, Mons. Adolfo pidió retrasar unos días (hasta el lunes 10 de junio) el hacerlo público. El motivo fue que en esos momentos se celebraba el 4 Encuentro Nacional de Historia "Iglesia Católica y Nacionalidad Cubana" (6 al 9 de junio de 2002, de los cuales fui fundador y presidí sus primeras 5 ediciones).
Mons. Adolfo me dijo que si hacía pública esa noticia durante el Evento de Historia, este quedaría opacado, "por eso pedí" (me dijo) "mantener en reserva la noticia hasta el lunes" (el evento se clausuró el domingo 9 de junio) y así no perdía su lugar el Encuentro (todo esto me lo hizo saber Mons. Adolfo, luego que la noticia fuera hecha pública).
Mons. Adolfo lo anunció ese lunes 10 de junio, en el Arzobispado en la mañana, primero a los sacerdotes del clero camagüeyano y algunos participantes del evento que estaban aun en Camagüey, que fueron invitados a participar en el encuentro semanal de los sacerdotes y su Obispo (costumbre que mantuvo Mons. Juan y ahora mantiene Mons. Willy).
Llamé enseguida ese día lunes a una de las secretarias de la COCC, para conversar sobre la noticia y aun no lo sabían en la COCC, se enteraron con la llamada telefónica.
Mons. Adolfo, en la carta anunciando la aceptación por parte del Papa de su renuncia, y el nombramiento de Mons. Juan como su sucesor, expresó:
… yo no puedo ocultar que esta dimisión me estremece interiormente, pero tampoco puedo ocultar que lo deseaba, porque después de 39 años con esta responsabilidad en nuestra iglesia, seguir dirigiéndola es un riesgo para la misma Iglesia, cuando el peso de los años va inclinándolo todo en uno mismo, y por tanto inhabilitando la capacidad humana (...) Las escasas fuerzas que me quedan las coloco a disposición del nuevo Arzobispo en lo que él estime conveniente disponer de mi servicio a la Iglesia de Camagüey.(1)
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