Nota del blog: Sección semanal dedicada al Ballet y la Danza, a cargo de la la ballerina, coreógrafa y profesora Florencia Guglielmotti.
La primera versión de esta obra fue estrenada en 1917, en el Teatro Eslava de Madrid, con el nombre de “El corregidor y la molinera”, en forma de farsa mímica en dos cuadros, sobre la novela “El sombrero de tres picos” de Pedro Antonio de Alarcón (publicada en 1874), con música del compositor español Manuel de Falla. El empresario ruso Serguei Diaghilev, director de los Ballet Russes, le solicitó al compositor musical, retocar la obra original con la intención de darle una estructura más bailable. Así se eliminaron las partes descriptivas de la música y se extendieron las partes danzables.
Con esta nueva versión musical del propio Manuel de Falla, se estrenó “El sombrero de tres picos”, el 22 de julio de 1919 en el teatro Alhambra de Londres. La coreografía estuvo a cargo de Léonide Massine y el diseño de escenografía y vestuario de Pablo Picasso. Los roles principales estuvieron a cargo de Tamara Karsávina, como la molinera, y el propio Massine, como el molinero, acompañados también por Leon Woizikowski y Stanislav Idzikowski.
El argumento, basado en la novela de Alarcón, cuenta la historia de un viejo corregidor de Andalucía, perdido por los encantos de una bella molinera con un esposo celoso. El corregidor engaña al marido para que deje el hogar conyugal y así aprovechar la oportunidad de cortejar a la joven. Ella simula aceptar el cortejo hasta que, al verse comprometida por la situación, burla al anciano, convirtiéndolo en el hazme reír de los vecinos. De este modo, la historia se aleja de las princesas y los hechizos, típicos del clasicismo ruso, claramente representado por las obras de Petipa, para llevar el argumento del ballet a un terreno más llano, más cercano a la realidad.
Dado el carácter de la obra musical, en la coreografía también está presente el elemento característico de las danzas folclóricas españolas aunque de forma muy estilizada, prevaleciendo en las danzas la técnica académica clásica. Entre todos los cuadros se destacan la farruca de la danza del molinero (de la cual Massine tuvo una interpretación memorable) y la jota del segundo cuadro, dando un final festivo a la obra.
Dado el carácter de la obra musical, en la coreografía también está presente el elemento característico de las danzas folclóricas españolas aunque de forma muy estilizada, prevaleciendo en las danzas la técnica académica clásica. Entre todos los cuadros se destacan la farruca de la danza del molinero (de la cual Massine tuvo una interpretación memorable) y la jota del segundo cuadro, dando un final festivo a la obra.
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Florencia Guglielmotti reside en la Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Es Profesora de Danza (titulada en la Escuela Nacional de Danzas "María Ruanova"), Licenciada y Profesora de Artes (recibida en la Universidad de Buenos Aires). Cursó estudios en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. Es Miembro de International Dance Council CID (UNESCO).
Actualmente se desempeña como Profesora de Danza Clásica y como Profesora Titular de Historia de la Danza en la Escuela Superior de Enseñanza Artística "Aída V. Mastrazzi". Email: florenciagu@gmail.com
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