Dios mío, es como el que os tengo;
decidme: ¿en qué me detengo?
o vos, ¿en qué os detenéis?
- Alma, ¿qué quieres de mí?
- Dios mío, no más que verte.
- ¿Y qué temes más de ti?
- Lo que más temo es perderte.
Un alma en Dios escondida,
¿qué tiene que desear,
sino amar y más amar,
y, en amor toda encendida,
tornarte de nuevo a amar?
Un amor que ocupe os pido,
Dios mío, mi alma os tenga,
para hacer un dulce nido,
adonde más la convenga.
Santa Teresa de Jesús
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