Texto publicado originalmente en el blog de arte Damas 314. Agradezco a su autor Angel Padrón Hernández, que lo comparta aquí.
Quizás Chávez no lo recuerde pero como tengo para el ballet memoria de “rata de sacristía”, fue el 25 de Marzo de l982 en el Teatro Principal con diseños de Jorge Lozano y vestuario de Otto Chaviano, que se estrenó su primera coreografía “Ofelia”. Se inspiró en el legendario personaje de Shakespeare en “Hamlet” y creó un solo que es un referente de incuestionable grandeza en el repertorio del Ballet de Camagüey. Es una pena que ya no se baila.
Se corrían las cortinas y aparecía una bailarina en el fondo arrodillada y el rostro cubierto con sus manos, cuatro tenebrosos candelabros encendidos bajaban lentamente desde lo alto, saturando la atmósfera de la escena de un misterioso y enervante ambiente que Chávez tuvo la inteligencia de apoyar con el "Preludio de Lohegrim" de Wagner –pieza que como melómano que soy, adoro – y que puso una acentuada nota dramática y luctuosa a lo que nos esperaba por ver. Adelaida Gómez lo estrenó brillantemente. Lalita bailó esa noche la agonía de aquella pobre criatura Shakerpereana envuelta en las intensas emociones que la perturban. Arrepentida y amorosa danza de sus recuerdos, entre aquellas cuatro luces de velas que anuncian su inminente muerte. Colgaba de los candelabros una triste guirnalda con la cual la bailarina entreteje su danza. Un buen diseño de luces creando una atmósfera penumbrosa e intensa, apoyó todo el lirismo dramático de "Ofelia". La utilización de la penumbra y la música estaban presente en función de resaltar las pasiones que ella evoca de un “largo viaje que la conducirá primero a las tinieblas del mundo de la locura y luego el de la muerte”. En esta magistral coreografía Chávez no escamotea su referente tradicional, sino que por el contrario asume una concepción contemporánea a partir del lenguaje danzario tradicional. "Ofelia" fue interpretada luego de Lalita por muchas grandes, que pasaron por el Ballet de Camagüey, Bertha Suarez, Yolanda Bonet, y Cristinne Ferrando quien dotó el personaje de una tristeza que era casi doloroso verla en escena, transida, desgarrada. La Ferrando también se identificó tanto con Ofelia, que Chávez me contaba que se pasaba todo el día escuchando la música e imaginando sin ejecutarlos cada paso de la coreografía.
"Duo" fue otra pieza impresionante atemperada por el “Aria de la Suite en Re de Bach”, Víctor Julián Suarez y Mercy Delgado nos regalaban un prodigioso paso a dos lleno de lirismo donde ambos exhibían sus potencialidades, ella aquellas líneas únicas y él su peculiar entrega a aquel memorable duo de amor. Excelente bordado coreográfico donde ambos tejían hermosas posturas de inusual y armónica belleza. Duo comenzaba con un pequeño solo de ambos intérpretes que luego se aproximaban y se entrelazaban a un pas de deux gran plasticidad y belleza.
Otra obra de Chávez emblemática fue “Oda” creada especialmente para homenajear a Máximo Gómez, tuvo como interpretes de lujo a Aida Villoch y Jorge Esquivel. Nunca olvidaré los saltos de Esquivel ni el hermoso pas de deux de ambas primeras figuras. Fue en esa función donde vi hacer a Esquivel aquel “promenade en un alto arabesque” con una bailarina apretada contra su cuerpo. Muy pocas personas recuerdan “Oda”, una puesta en escena que es una pena que esté incluida entre los olvidos del repertorio del Ballet de Camagüey.
Igualmente creó “Fidelio", ballet grandioso sobre la vida del pintor cubano Fidelio Ponce de León, dónde Chávez consiguió una madurez coreográfica paladina. Recuerdo la memorable escena del final en que bajaba una cruz donde aparecía amarrada, lazando unas estentóreas carcajadas una bailarina que simbolizaba la muerte. Ninguna de las muchachas del ballet de Camagüey por razones que respeto se aventuró a lo que Chávez pensó siempre como creador: que la muerte apareciera desnuda. Todas las que lo hicieron usaron leotard color carne. Creo que eran tiempos en que arrostrar el escándalo de aparecer desnuda en un escenario era que no todos veían con “buenos ojos” a la primera en Camagüey, fue Hortensita –actriz de teatro dramático – quien hizo aquel desnudo y luego en La Habana la gran actriz Marrianexys Yánez que lo interpretó a petición del propio coreógrafo fue quien le imprimió un dramatismo a aquel final que nunca olvidaré. Creo que este ballet sentó una pauta “del desnudo” en el ballet en Cuba, porque no recuerdo al menos en aquellos tiempos que nadie se hubiera aventurado a algo así. Era como una transgresión y Chávez salió airoso: el teatro se caía literalmente de aplausos con aquel final que era el pináculo dramático de toda la triste historia de Fidelio Ponce de León, tuberculoso sobre una gran cama y agonizante. Fidelio tuvo muchas funciones inolvidables por su gran carga de emotividad. Además, de que es una excelente coreografía de José Antonio Chávez.
Otro de sus tantos ballets que jamás olvido es “Arias”, en el cual usó la voz de la “Estupenda” como le llaman Joan Shutherland en tres arias famosas del bel cantismo mientras tres bailarinas ayudadas por un gran y largo manto tejían una hermosa coreografía en la escena. Inolvidable este ballet. Las mejores arias de las operas “La Traviatta” de Verdi, “Norma” –oh esa aria única “Casta Diva” – y “La sonámbula” también de Bellini: tres mujeres protagonistas de tremebundas historias y tres bailarinas en escena. La gran tela unía sus destinos y a la vez las atrapaba en la gran tragedia de sus vidas. Chávez corría el riego de que usar la prodigiosa voz de la Shuderland eclipsara su coreografía pero no fue así. Apostó por ganar y ganó.
Una vez el propio Chávez me confesó que le daba miedo hacer coreografía con grandes grupos pero aceptó el reto y nuevamente su talento se impuso, ahí están “Adagio” con música de Tomasso Albinoni, su magistral creación “Vivaldiana” en que reúne un gran cuerpo de baile elaborando un ambiente que con un lenguaje tradicional trata de buscar –y lo consigue – lo más depurado de las posiciones ortodoxas del ballet académico. Siempre he pensando que "Vivaldiana" era “un ejercicio de estilo”. Una fineza coreográfica. Un regalo.
Creó igualmente “Danzoneando” estrenada el 27 de enero de 1984, con diseños de Nazario Salazar donde de las raíces bufas fueron llevadas al espacio del ballet. El danzón “Cadete Constitucional” sirvió de motivación temática para crear una especie de sainete bailado, en que los tipos del negrito y el gallego se disputaban el amor de la mulata que al final los abandona por el “vivo” criollo. Chávez Incorporó en este ballet gestos y poses de nuestro folklore, adaptándolas al ballet clásico y logrando con ella una comicidad inherente al estilo.
Pero hay algo que deseo destacar de José Antonio Chávez y que aplaudimos mucho en Camagüey, su montaje de una versión de "Giselle" completa, ya que por razones que desconozco no permitían que se bailara la versión de Alicia Alonso, si no pagaban los derechos de autor. Asistí a la función lo confieso con miedo, pero lo que vi en escena lo superó. Chávez logró montar una versión de "Giselle" que no traicionó los códigos tradicionales de este gran clásico y además lo dotó de un encanto particular. El teatro entero ovacionó a Chávez cuando la bailarina que interpretó Giselle lo sacó de la pata. Una tremenda y merecida ovación vibró en el Teatro Principal, José Antonio Chávez. Increíble, una digna versión de "Giselle" camagüeyana.
"Giselle"
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Le quiero hacer llegar mi más sincera felicitación. Bendiciones para Ud. Maestro Chávez.
Con Yulia Vidal. "Desequilibrio"
Foto/Luis Carracedo
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Ver los textos anteriores de Angel Padrón Hernández, en el blog
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