Nota del blog: Texto publicado en el blog,
gracias a la cortesía de Marcos Antonio Tamames-Henderson, una selección de su libro Calles y callejones de Camagüey. Entre la leyenda y la historia.
Foto/Blog Gaspar, El Lugareño (by Carlos Peón)
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El callejón de los Ángeles está definido por la cuadra que enlaza a la calle de La Reina y la de La Merced. Lasqueti asocia su nombre a la presencia en él de muchachas cuya hermosura era comparable con la de los ángeles, al tiempo que reconoce como primigenio del Cañón, avalando su permanencia a finales del XIX “por tener uno de los de grandes dimensiones sirviendo de guarda cantón en una de sus esquinas”.
La primera polémica que se establece en el modo de nombrarlo está relacionada con su tipología y es protagonizada por los vecinos, según anuncia la prensa local el 25 de enero de 1888:
No es callejón. Pedimos que al Callejón de los Ángeles no se le llame callejón porque aunque de poca extensión, tiene la amplitud necesaria para que se le concedan los honores de calle. Muchas de este pueblo no son tan anchas. En cuanto a llamarle de los Ángeles, concedido, porque viven por allí muchas muchachas bonitas y graciosas. Llámesele, pues, Calle de los Ángeles.¿Estaría detrás de este reclamo el quehacer de Lasqueti? Téngase en cuenta que su obra se publica justamente ese año.
El reconocimiento en esta calle al eminente científico Carlos J. Finlay tiene como punto de partida oficial la sesión del Ayuntamiento celebrada el 27 de agosto de 1915, cuando se da lectura de una carta enviada por vecinos y propietarios del callejón en la que comunican:
Que uno de los medios más usuales de que los pueblos se valen para perpetuar la memoria de aquellos de sus hijos que de alguna manera le han dado honra y prestigio a la patria, es sin dudas, designando algunas de las calles de la ciudad con el nombre de aquel a quien se requiere consagrar; y habiendo fallecido recientemente en La Habana el Dr. Finlay, hijo de este pueblo, que tanto se distinguió por sus éxitos científicos y sus sentimientos humanitarios parece indicado se consagre su memoria a la posteridad por el medio indicado. Se añade a dicho comentario la solicitud de que se sustituya el nombre del callejón por el de calle llamándola «Finlay» en lugar de Callejón de Los Ángeles o Del Cañón, como generalmente se le conoce”.
La carta está fechada el 23 de agosto y firmada por Pedro Garciarena, Juan Mandri, Francisco Duque Estrada, Carlos Guerra y otros. La propuesta se aprueba por unanimidad con la recomendación de colocar “dos planchas, una a la entrada y otra a la salida con el nombre “Finlay” para lo cual se vota un crédito de seis pesos con cargo al Capítulo de Imprevistos”. El acuerdo fue avalado por el alcalde municipal Félix de Quesada el 2 de septiembre de 1915.
Importantes antecedentes existían en los lazos de la municipalidad y el científico, recuérdese que el 6 de noviembre de 1907 en su seno se designó al Dr. Eugenio Sánchez Agramonte para que representara a la municipalidad en el solemne acto de entrega de la medalla Mary Kingsley al sabio cubano, ocasión en la que el alcalde primero, Dr. Antonio J. de Moya, propuso la adquisición de un buen retrato del Dr. Finlay para el salón de sesiones del Ayuntamiento.
Pero tampoco resultaba el callejón de los Ángeles un espacio muy digno para recordar a una figura de la talla de Carlos J. Finlay pues si bien el 3 de diciembre de 1943 el Club de Leones de Camagüey había colocado una placa en la fachada del ecléctico inmueble número 15 moderno, considerada entonces como su casa natal, en la que se destacaba el médico como “descubridor del agente transmisor de la terrible fiebre amarilla” y “gloria de las Américas, a quien tanto debe la humanidad”; otra postura asumirían los miembros del Ayuntamiento unos meses después, el 10 de mayo de 1944, cuando acordó poner su nombre a la plaza de La Merced, ya rebautizada como Charles A. Dana, transfiriendo el nombre del norteamericano al callejón de los Ángeles.
De la resonancia del científico Finlay en la toponimia urbana internacional consta la comunicación enviada a la cámara municipal el 10 de febrero de 1947 que informa que “el Boletín Rotario de La Habana publicó la noticia de que el Club Rotario de Tegucigalpa, Honduras, le dirigió petición al Consejo del Distrito Central de la Ciudad el darle el nombre del camagüeyano Dr. Carlos J. Finlay a la calle que pasa por frente a la Dirección de Sanidad y a la Plaza contigua El Carrusel. Petición no solo confirmada por el Ayuntamiento sino también agradecida mediante correspondencia. Pero la suerte ya estaba echada y aunque pequeño resulta cotidiano reconocer este callejón con el nombre Finlay, mientras de los Ángeles o del Cañón han quedado como una curiosidad histórica cultural. Por otro lado, su valor patrimonial se reforzó al desbordar su integración al CH para convertirse en uno de los derroteros del área PCH.
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Marcos Antonio Tamames-Henderson (Jamaica, Guantánamo, 1961). Lic.
Historia del Arte (1997), MSc. en Historia del Arte y en Conservación y
Rehabilitación de Centros Históricos (2007). Miembro de la Uneac,
Unaic, Unhic. La Editorial Ácana ha publicado sus libros De la Plaza de Armas al Parque Agramonte. Iconografía, símbolos y significados (2001, 2da ed. 2003); Tras las huellas del patrimonio (2004); La ciudad como texto cultural. Camagüey 1514-1837 (2005); Una ciudad en el laberinto de la ilustración (2009) y La cofradía de los signos urbanos
(2012). Premio Especial Roberto Balmaceda (Uneac, 2002), Juan
Marinello (2006), Juan Torres Lasqueti (2005, 2010, 2011 y 2012),
Ensayo Histórico Enfoque (2007), Crítica Histórica José Luciano Franco
(2005), Publicaciones, teoría y crítica en el V Salón de Arquitectura
(2005) y Jorge Enrique Mendoza (2004), entre otros.
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