Por darle eternidad a cuanta alma
en hombre, flor o ave se aprisiona,
sustancia eterna ya brindóse en palma
salvando del martirio a la paloma.
La blanca sombra y el gentil aroma
que sus carnes exhalan; y la calma
de angustias plena que la frente asoma,
alma sin par desnudan en su alma.
Siendo recién venido eternidades
a sus ojos acuden en tristeza.
Ya nunca sonreirá. Hondas verdades
ciñéndole en tinieblas la cabeza,
van a ocultar su luz, sus potestades,
mientras en sombras la paloma reza.
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