Se llamaba San Antonio, y fue su última propiedad en Camaguey. Antes lo había sido del Hotel Europa, junto a Riestra, amigo y socio, durante la década de los cuarenta y principios de los cincuenta, y que entonces compartía edificio con el afamado Plaza, justo frente a la terminal de trenes de la ciudad agramontina. Hoy día, parte la cafeteria del segundo citado.
El San Antonio era un sitio verdaderamente cosmopolita, ubicado a la mano derecha de la entrada principal de la antigua Plaza, justo por la Carretera Central, donde hoy ubicamos el Mercado de la Caridad, y que hasta pocos años atrás, albergara una conocida industria procesadora de pescados.
El abuelo fungía allí no solo como propietario, sino como atento bar tender, ayudado por mi padre, y también cocinero de altísimos quilates, preparando platos tan enjundiosos, y dignos entonces de un restaurant gourmet con un menú bien especiado
Dígase por ejemplo: un arroz con jicotea, o las sabrosisimas ancas de rana empanadas, inencontrables en otro sitio, y plato mayor de la casa, y hasta un platillo bien especial y raro: un majá de Santa María en un fricasé esplendido, aderezado “con todos los hierros”, y que solo cocinó una vez, para satisfacer a unos comensales muy particulares, que le trajeron el raro especimen desde el aserradero Agramonte,, luego de ser trucidado dentro de un monumental palo del monte.
Pero la estampa que hoy recreo fue un hecho delictivo que aireo la prensa local, y que tuvo por scenario el bar de abuelo. El susodicho reporte lo encontré por esos azares de la vida, en un añoso periódico Adelante, con fecha 24 de Diciembre de 1959, justo en la página de sucesos de signo policial, tan popular en cualquier diario de la época.
El titular no podía ser más original: Usando Lazo Hurtó Botella de Licor de un Bar, y el desarrollo de la noticia, no podía lucir más rocambolesco, y hasta con un aire de festinada tragicomedia epocal.
Así decía la nota:
Al menor René González Jiménez de 15 años de edad, vecino de Lugareño 3, fue detenido y acusado de robar una botella de licor en el bar San Antonio, en el Mercado de Abasto de La Caridad y propiedad de Nicolás Peón.
González había colocado un lazo en un palo de escoba y de ese modo sustrajo la botella, que fue ocupada en una cafeteria donde la dejó a guardar.(1)
El tan elaborado robo, del que el abuelo no hizo jamás ninguna mención, ni queda recuerdo alguno en la familia, tuvo que haber acaecido cuando el bar estaba cerrado, si se entiende que quedaba protegido en tal minuto por un enrejado exterior, a través del cual aquel muchachón, intentó alegrar con muy malas mañas, su fiesta navideña, con aquella botella, a saber si de Bacardí, o Ron Castillo, o hasta del muy gustado brandy Tres Medallas, cualquiera de aquellos espíritus que el abuelo expendía a los no pocos parroquianos de su establecimiento a un precio por entonces irrisorio.
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- Adelante. Camagüey, jueves 24 de diciembre de 1959- Año de la Liberación. p.8, columna 4, final
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