11 de mayo, se cumple un aniversario más de la caída en combate de Ignacio Agramonte y Loynaz, cubano grande que ha trascendido en la historia de nuestra matria con el sobrenombre de El Mayor. Quien ha prestado su apellido para bautizar a sus coterráneos del Camagüey, como agramontinos y fuera caracterizado por José Martí como un "diamante con alma de beso".
Para recordarle en esta jornada voy a reseñar la inauguración del Obelisco erigido a El Mayor, en el lugar donde ofrendara su vida. Pude conocer los detalles del acto a partir de una investigación en la prensa de la época, que realicé hace varios años, motivado por el hallazgo de un pedido para celebrar Misa de Campaña en homenaje a Ignacio Agramonte en el año 1928
Se conserva en el archivo del Arzobispado de Camagüey la solicitud, fechada el 10 de mayo de 1928, del P. Manuel Mendiola Roura para celebrar Misa de Campaña en la finca Jimaguayú, en honor del Mayor General Ignacio Agramonte, en el 55 aniversario de la ofrenda de su vida a la patria, a petición del Consejo Territorial de Veteranos de la Independencia. La misa al aire libre se celebraba en aquellos tiempos solo en ocasiones consideradas como muy especiales, ya que se procuraba que las misas se oficiaran en recintos destinados al culto: iglesias o capillas.
La curiosidad del hallazgo de esa carta, me dirigió a revisar la prensa de la época, donde pude conocer que la misa se pedía para la inauguración oficial del Obelisco que el pueblo de Camagüey le erigió al Mayor en el mismo lugar donde sacrificó su vida por el ideal libertario.
Como ya mencioné anteriormente, la conmemoración del acto fue por iniciativa del Consejo Territorial de Veteranos de la Independencia, presidido en aquel entonces por el Teniente Coronel Luis Suárez.
La convocatoria pública estuvo a cargo del Alcalde Municipal, a través de una Alocución al pueblo de Camagüey, publicada en la prensa el día 10, donde invitaba a participar en la celebración, seguro de que “para ello no se necesitan clarinadas de aviso, porque en el corazón de todo Camagüeyano se levanta un altar permanente para adorar al héroe máximo de nuestra epopeya libertaria … esta Alcaldía espera que todo el pueblo de Camagüey se encuentre de rodillas junto al Obelisco que señala el lugar exacto de la caída del héroe, y en tal virtud declara ese día - 11 de mayo de 1928 - de Rememoración Patriótica, e invita al pueblo a reunirse a las 6. 00 a.m. en la Estación de Ferrocarril”, donde los peregrinos abordarían el “tren excursionista”, como le llama el periódico, que se había coordinado para esta celebración.
Acertó el Alcalde en su Alocución ya que ese día a las 6. 40 a.m., salió el tren con 12 coches de pasajeros, integrándose luego en el lugar un numeroso grupo de vecinos de las cercanías. Estuvieron representados, el Presidente de la República, por medio del Coronel Desiderio Rangel y otros libertadores; José A. Villena, Gobernador Provincial; además, el Instituto, algunas escuelas públicas y privadas, clubes, etc. Varios veteranos del ejército libertador acudieron a la cita, como Elpidio Mola, ayudante personal del Mayor, Emilio Luaces, Pedro Betancourt, Eugenio Sánchez Agramonte, Carlos Agüero y Javier de la Vega, entre muchos otros.
Dejaron el tren en los límites de la finca y continuaron el viaje a pie hasta el lugar. La ceremonia central, que comenzó algo antes de las 10. 00 a.m., fue la Santa Misa de Campaña, celebrada por el P. Manuel R. Mendiola Roura; a solicitud de los Veteranos de la Independencia y con la aprobación del Obispo de Camagüey, Mons. Enrique Pérez Serantes, a través de su Vicario General, Mons. Juan Antonio Salas y Royano. También estuvieron presentes los sacerdotes Francisco Boranat, Rector de las Escuelas Pías; el P. Salas, Gobernador Eclesiástico del Obispado y el P. Gonfaus.
Al terminar la misa, hizo uso de la palabra la Sra. María Zocarrás de Pons, la maestra que tuvo la idea y sugirió la erección del Obelisco. Otros oradores, como Emilio Luaces y el niño Alfredo Morell, se dirigieron a los allí congregados. Luego de los discursos y mientras la Banda Militar interpretaba los “marciales acordes del Himno Nacional”, el General Pedro Betancourt develó el monumento, haciendo luego el resumen del acto.
Terminada la ceremonia Emilio Luaces hizo la entrega al Alcalde Municipal del Obelisco, dando fe el notario Benjamín Agüero. Luego de merendar, abordaron el tren que los trajo a todos de regreso llegando a la ciudad alrededor de las 4. 30 p.m. Esta es una síntesis de varios artículos y crónicas que publicó el Periódico El Camagüeyano entre los días 10 y 12 de mayo y la Carta de Solicitud al Obispado para celebrar Misa de Campaña en esta ocasión.
Deseo comentar un hecho que se nota al conocer este bello homenaje popular y que no debiera pasar inadvertido. Se habla demasiado y a veces de manera algo ligera del anticlericalismo de los principios y mitad del siglo XX en Cuba, y del que muchos dicen protagonizaban los intelectuales. Además, algunos hablan de una Iglesia que no era realmente cubana y no promovía los valores patrios.
Pues bien, he aquí un ejemplo que nos dice lo contrario. Esta acción de un gran significado para la vida civil y social en aquel momento, tuvo como centro una Misa, que fue solicitada precisamente por los Veteranos de la Independencia, y asumida de muy buena gana por los participantes en el homenaje, hombre y mujeres que se destacaban en la sociedad precisamente por sus cualidades intelectuales, por el deseo de progreso para el país y por su amor a la patria cubana. Asumida, asimismo con gran interés y amor por la Iglesia, quien estuvo representada por varias de las personas que tenían a su cargo el gobierno de la diócesis
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