Debieron coincidir
todos tus caminos en un punto.
La luz, la lluvia, el viento
y la ansiedad
de tu alma transparente.
Debieron alinearse
los ecos de la tarde,
y el jubiloso ardor de la mañana,
allí donde confluyen
dos ríos y la historia.
En un instante fiel
a todos tus instantes,
regalaste
como una flor enhiesta y breve,
tu último suspiro.
Poeta de mi tierra,
hombre de piel y fuego,
y dolor y metáfora viva.
¡Qué extraña transparencia
hay en tu muerte!
Esa mañana de mayo,
mañana de hierba húmeda
y tierra fecundada,
saliste a desatar
todos los nudos del alba,
con la esperanza,
con la pena a cuestas.
Poeta del silencio y la palabra.
¡Qué transparencia en tu frente
y en tu pecho!
¡En tus manos aferradas a la aurora!
¡En tus ojos oscuros y hondos
como el tiempo!
¡Qué transparencia
en la fe de tu desdicha!
¡En la frase delicada y triste!
¡En el beso final
que dejaste sembrado
en el jardín silvestre
de tu Patria!
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Janisset Rivero (Camagüey, 1969) ha publicado los libros de poesía Ausente, editorial Aduana Vieja, octubre 2008 y Testigo de la noche, Editorial Ultramar, Miami, 2014
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