De niño recuerdo dos cuadros del Sagrado Corazón de Jesús en la cuadra, en casa de Margarita y en la de la familia Perón.
Era para mi un misterio fascinante, la gente que creía en Dios.
Gracias al testimonio sereno, de los pocos que en la Isla soportaron "la tormenta" atea militante, la Iglesia en Cuba no naufragó.
Hoy se celebra la Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, muchas gracias a esa gente que en Cuba, no tuvo miedo, no sacó su imagen de la sala de sus hogares, y permitió el reflorecer de la fe católica en la Isla.
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