Wednesday, June 3, 2020

Recuerdos de Puerto Príncipe (por Carlos A. Peón-Casas)


Recuerdos de Puerto Príncipe
El viaje de del villareño Rafael Tristá y sus acompañantes a La Feria Exposición de 1888


por Carlos A. Peón-Casas


El hecho que se volvió un valioso folletico, al que hoy aludimos, es un verdadero incunable, y rememora aquella visita de un grupo de prohombres de la vecina ciudad y comarca santaclareña, a la ciudad principeña en ocasión de celebrarse en aquella la muy celebrada Feria Exposición que cada septiembre ocupaba las áreas del entonces Casino Campestre.

El convite, que tenía por sede principal el entonces conocido edificio del Casino, del que da cuenta alguna foto de la época, y que según nos narra el bien enterado Tristá era:
una casa de dos aguas cubierta de tejas francesas. Tiene de largo 80 metros 80 centímetros; de ancho 23 metros 50 centímetros: está sostenida por 102 horcones cada una y están distribuidos en seis hileras de 17 horcones cada una y están distribuidos de tal modo que dejan una calle central o paseo a lo largo de más de seis metros; dos galerías laterales de tres metros; donde están los pesebres y dos colgadizos para paseo, de cinco metros, todo muy fresco y bien ventilado, a causa de su buen puntal y sin puertas ni ventanas(1).
Sus acuciosas descripciones del sitio nos dan cuenta igualmente de otros detalles de aquel espacio expositivo que se animaba cada año con los más granado de la producción ganadera, la agricultura, la industria y las artesanías locales:
A la entrada existen corrales a ambos lados, construidos con raíles de vía estrecha y de extensión bastante para contener seis vacas los mayores: hay otros más pequeños para cerdos. Un muro de poca altura tiene empotrado un tanque corrido y lleno siempre de agua para que beban. A la entrada de la galería y entre los corrales se eleva un estrado(…) Una mata de guira, adornada con guanos formaba un hermoso Cenador(…) Un juego de caballitos de madera giratorio, era el gran entetenimiento de los muchachos por la tarde(2).
La muestras de aquel año sorprenden al lector curioso por su excelencia que ya quisiéramos hoy día…las variedades más increíbles de reses incluían según narra el cronista las de las razas Durhan, Debon, Air Hereford y Brahma, todas procedentes de la cercana Jamaica, y “también reses criollas que por un procedimiento artificial se les habían quitado los tarros, suturando después la piel inmediata que los cubría"(3)

En el apartado de los quesos, siempre famosos en el Camagüey de antaño el autor se regodea al mentarlos:
En quesos se presentaron numerosos ejemplares, y a cual de ellos mejor confeccionados; ya no se limitan en Puerto Príncipe a hacer un queso imitación de Patagrás y al queso de humo (…) pueden competior ventajosamente con cuantos quesos nos vienen del extranjero(..)(4)
El visitante, en su esmerada relación de aquella festividad de 1888, da cuenta igualmente de de notables obras artísticas y artesanales que allí se expusieron:
Entre las obras de artes notamos que a la izquierda., estaban colgados(…) varios cuadros: dos marinas al oleo de Don Pedro Larraza; cuatro cuadros al creyón de de don Francisco R Argylagos, un opaisaje al pastel de doña Clemencia Molina; Edipo y Atígona, cuadro al creyón de don Francisco Cosío, un niño al creyón, copia de fotografía, por don G. Aguilera; un naufragio de don Angel de Luca, y la Libertad, al creyón también de don Pedro Porro(5).
Igualmente la ocasión era propicia para la presentación de un enjundioso libro: Colección de Datos Históricos de Puerto Príncipe, de nuestro siempre celebrado primer historiador don Juan Torres Lasquetti, indiscutible obra que hoy día es de obligada consulta para sus emulos contemporáneos, interesados en los pormenores de nuestra siempre estimada memoria local, y que según acota nuestro reporter en aquel minuto fue el fruto de cuatro años de paciente labor.

La historia de aquel convite expositivo es igualmente narrada por el indagador visitante, y deja evidencia de ello en este valiosísimo texto que hoy reseñamos:
La primera Feria Exposición tuvo lugar en Puerto Príncipe en 1856. La inauguró el general Concha: durante la guerra se suspendieron para volver a establecerse desde el año pasado.
El cronista apuntaba igualmente que el lucimiento de aquellos convites sería mayor de haber estado aquel Puerto Principe de antaño mejor conectado con el resto de la Isla, solo su viaje para alcanzar la otrora ciudad duró cinco largas jornadas por vía terrestre, detalles que igualmente se leen con amenidad en este valioso reportaje que hoy nos sonaría a promoción turística o algo por el estilo, en esta ciudad que en este minuto aspira, sin mucho acierto todavía, a ser un destino fijo para los visitantes foráneos, y no una simple estación de paso donde hacer noche y seguir viaje.

La visita de Tristá y sus coterráneos a aquel Puerto Príncipe de antaño, es hoy un testimonio revelador de otros pormenores de aquella legendaria ciudad, y del que ya prometemos al lector una segunda mirada.


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  1. Recuerdos de Puerto Príncipe. (La Exposicion de 1888) por D. Rafael Tristá. Santa Clara, 1888. p.19
  2. Ibíd. p.20
  3. Ibid. p.22
  4. Ibíd. p. 24
  5. Ibíd. p. 23

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