Nota: Esta entrevista fue realizada en el 2008 en la Casa de Retiros de Miami y publicada originalmente en La Voz Católica, periódico de la Archidiócesis de Miami.
Dos años después, el 28 de abril de 2010, a la edad de 91 años, el padre Amando Llorente falleció en Miami, y según el obituario, unos minutos después de que saliera el sol.
El lugar invita a la meditación y al silencio: dos ingredientes primordiales para acercarse a Dios. Y su proximidad al mar junto con las bellas vistas de la bahía de Biscayne, ofrecen paz y tranquilidad a los que aquí se reúnen, semana tras semana, para realizar los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola. Estoy en la acogedora Casa de Retiros Juan Pablo II de la Agrupación Católica Universitaria localizada en el 720 N.E. 27 Street de Miami que dirige el Padre Amando Llorente, S.J. Pero esta hermosa casa no surgió ni muy fácil ni muy rápidamente. Esta casa tiene su historia, porque hace 47 años, cuando comenzaron a llegar a Miami exiliados cubanos miembros de la Agrupación Católica Universitaria de Cuba, aquí no había nada ni tampoco había medios para obtener nada. Fueron tiempos difíciles, pero hoy su director, el Padre Amando Llorente, S.J. y los Agrupados, se enorgullecen de esta obra tan maravillosa.
La Agrupación Católica Universitaria en Cuba
Consejo Directivo Estudiantil de la ACU en La Habana, con los padres Llorente y Barbeito, 1956. © Foto cortesía de Manolo Antón, MD. Todos losDerechos reservados.
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La Agrupación Católica Universitaria (ACU) es una de las pocas organizaciones católicas hispanas de los EE UU enfocadas a desarrollar líderes católicos laicos para la sociedad. La ACU siempre ha sido una congregación mariana de vida comunitaria compuesta por hombres católicos profesionales que inculca la necesidad del balance entre lo que ella define como los tres pilares: espiritualidad, profesionalismo y apostolado.
Hagamos un poco de historia. En 1925 el Padre Felipe Rey de Castro había sido destinado a Cuba para fungir como prefecto del Colegio de Belén de los Padres Jesuitas, llegando luego a ser director de dicho colegio. El P. Rey de Castro vio la necesidad que había en aquella sociedad cubana de formar hombres con sólidos valores para que éstos a su vez establecieran familias cristianas para beneficio del país. Cuba lo necesitaba urgentemente, sobre todo en aquellos momentos en que los estudiantes universitarios estaban expuestos a un ambiente en el que podría peligrar su fe por las ideas izquierdistas que pululaban en el ambiente universitario.
El P. Rey de Castro consiguió reunir a un grupo de graduados del colegio de Belén de La Habana del curso de 1926, así como a otros jóvenes más, y les propuso dos ideales: dominar sus pasiones, y el estudio intenso. “Por espacio de varios meses asistieron a la capilla del colegio los domingos por la mañana”, dice José M. Hernández, agrupado de La Habana. “Después de comulgar, los jóvenes desayunaban juntos con el mismo espíritu de los desayunos dominicales que andando el tiempo se convirtieron en tradición de la ACU. Esto, decían los pesimistas, significaba poco. La prueba de fuego vendría en Semana Santa, fecha para la que se había señalado la primera tanda de ejercicios espirituales de universitarios que jamás se había organizado en Cuba. Llegó Semana Santa y cuando se rezó el Padrenuestro en la comida inaugural, de 25 que se habían apuntado sólo habían fallado 3. Parecía un milagro, y quien sabe si en realidad lo fue”, afirma Hernández. Y sigue: “La Agrupación sólo nació después de un período de gestación relativamente largo. No es pues fácil dictaminar cuando quedó constituida. Llevaba ya casi diez años de existencia cuando su fundador determinó que esto ocurrió precisamente el 4 de marzo de 1931”.
Para ser un verdadero agrupado el Padre Rey concretó tres deberes específicos: el primero era el de ser apóstol a todas horas, en todas las circunstancias. El segundo: consagrarse al estudio, antes y después de la graduación, en materias propias de la carrera y en materias propias de la fe. Y el tercero: cultivar una vida interior rica e intensa. Ninguno de estos deberes podía cumplirse a expensas de los otros; había que cumplirlos los tres. El verdadero agrupado era el que lograba equilibrar en su vida diaria y en armonía perfecta, la piedad, el estudio y la acción. Porque eran momentos en que había que tener ideas sólidas, y la Agrupación contribuyó en lo que pudo a contrarrestar las tendencias negativas y anticristianas de aquella época. Ya en julio de 1931 el P. Rey de Castro comenzó a impartir clases sobre comunismo y socialismo, y continuaron desde entonces de manera ininterrumpida abarcando los temas más variados como psicología racional, apologética, exégesis de los Evangelios, liturgia y ética. Las homilías dominicales, las pláticas de las Guardias Sabatinas, los retiros mensuales, y hasta los mismos Ejercicios Espirituales fueron también aprovechados para lograr este fin. Gracias a esta insistencia, con el correr de los años la fe de los agrupados fue gradualmente adquiriendo cada vez mayor solidez.
Todo marchaba muy bien cuando fallece sorpresivamente el P. Rey de Castro, el 12 de febrero de 1952. El Padre Amando Llorente, SJ, por entonces director de la Casa de Ejercicios de El Calvario en La Habana, recuerda que oyó la voz de su Superior, el Padre Calvo, que le decía por teléfono: “tendrá que marcharse a la Agrupación…los agrupados mismos lo han escogido como su nuevo director”.
El Padre Amando Llorente, S.J.
Nativo de Mansilla Mayor, provincia de León, España, el P. Llorente había estudiado el bachillerato con los jesuitas en Carrión de los Condes, pero debido a la situación política que empezaba a cernirse sobre España con la inminente Guerra Civil, había cursado el Noviciado en Marquezine, Bélgica. Al terminar el juniorado contaba 19 años de edad y es cuando decide ayudar a su Patria. Tres de sus 9 hermanos ya combatían. Pide permiso a sus superiores para servir como voluntario en las fuerzas del movimiento nacionalista, y es asignado al hospital móvil del Ejercito del Norte, que operaba en Cataluña. Allí participa en la lucha como camillero por espacio de nueve El P. Llorente junto a la Virgen de la ACU, imagen del escultor Carbonell, replica de la que se veneraba en la casa de La Habana meses. Terminada la guerra, Llorente reanuda sus estudios, primero en Barcelona y después en Oña.
Años después, estando la II Guerra Mundial en su apogeo, sus superiores deciden enviarlo a Cuba para que haga el magisterio. Al llegar a la isla es asignado a trabajar como Inspector de la primera división del Colegio de Belén. Luego el Padre regresó a España para estudiar teología en Comillas, y más tarde se ordenó sacerdote en el Heythorpe College en Oxford, Inglaterra, el 8 de septiembre de 1948. Finalmente es destinado a Salamanca donde sirve como capellán del Frente de Juventudes compuesto por unos 600 jóvenes madrileños. Pero sus superiores tenían en mente que regresara a La Habana para que se hiciera cargo de la prefectura del colegio de Belén. Sin embargo, a los 15 días antes de partir se le informó que iba como director de la Casa de Retiros del Calvario, en el reparto La Coronela en Marianao, La Habana. Pero en la casa del Calvario estaría sólo 4 años debido a la muerte del P. Rey de Castro en 1952, como ya vimos.
Al tomar dirección de la Agrupación Católica Universitaria “el vigoroso optimismo del P Llorente sacudió a la Agrupación como una descarga eléctrica”, recuerda José M. Hernández. “Desde entonces Llorente dirigió aquella nave con ímpetu, optimismo y fuerza hasta que la revolución comunista cayó como una sombra negra sobre Cuba”.
Después de Bahía de Cochinos, en que hubo muchas redadas y comenzaron los fusilamientos de Agrupados, la situación empeoró tremendamente, y el 17 de abril de 1961 el P. Llorente tuvo que esconderse en la casa de un agrupado amigo en el Vedado, y posteriormente en el Consulado Español, de donde fue trasladado a la residencia del Embajador de España y de allí, un mes más tarde pudo salir muy apesadumbrado para Miami.
La ACU en Miami
El Padre Amando Llorente, sj, junto a la Virgen de la ACU, imagen del escultor Carbonell, replica de la que se veneraba en la casa de La Habana. Foto Teresa Fernández. Soneira ©. Derechos reservados.
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Al llegar a Miami el Padre Amando se encuentra con un grupo de agrupados deprimidos, descorazonados, aquello era un naufragio, una hecatombe, recuerda el P. Llorente emocionado. “Aquellos hombres estaban desconsolados, llenos de tristeza. Entonces un sobrino del fundador de Merrill Lynch, de los inversionistas, que se había convertido al catolicismo y se había casado con una cubana, nos ayudó. Yo le dije a Merrill como estaban los Agrupados, que yo necesitaba darles unos ejercicios espirituales, pero que no teníamos un centavo, que si nos podía costear tres días en un hotel de la playa para reunirnos. Merrill enseguida me dijo que sí, que lo que quisiera”. Así fue como el 31 de julio de 1961 y en el motel Golden Strand de Miami Beach, 75 hombres asistieron a aquellos ejercicios, saliendo de allí renacidos. “Allí estuvimos 3 días meditando sobre el pasaje evangélico de la huida de la Sagrada Familia a Egipto, ya que Herodes buscaba al Niño para matarle, dice el Padre. Es el evangelio que dice que el ángel en sueños le dice a José: toma al Niño y a su madre y huye a Egipto porque Herodes busca al Niño para matarlo.¡Era el exilio de la Sagrada Familia! ¡Aquello era idéntico a lo que estábamos pasando! Porque todos estábamos aquí igual, huyendo pero del comunismo.! Bueno pues fue allí cuando comprendimos que Dios no nos había abandonado, sino que nos había protegido, asegura el sacerdote. Y la Agrupación volvió a nacer”, termina diciendo conmovido.
Desde 1961 a 1963, el P. Llorente estuvo de un lado para otro ofreciendo los ejercicios espirituales en Miami y en otras ciudades, mientras los agrupados esperaban el regreso a la Patria. Entonces el P. Llorente se las arregló para alquilar una casita en el 1917 S.W. 3rd Street en la que instaló un despacho, una oficina y una pequeña residencia a la que se mudaron él y siete agrupados. Tenían necesidad de hacer comunidad; la distancia de la Patria era grande, y la añoranza mayor aún. En agosto de ese mismo año de 1961 se comenzó a publicar la revista Esto Vir (que significa “para ti ha llegado el momento de ser firme y portarte como hombre”), impresa a mimeógrafo. En ese periódico no sólo se informaba sobre lo que hacían los agrupados exiliados y donde estaban, sino también se daban noticias de como la casa de retiros de La Habana se había convertido en comandancia de milicias del gobierno comunista. También se informaba sobre retiros, pláticas, rosarios y reuniones familiares.
La historia de las casitas
Pasaron unos pocos años y el regreso a Cuba se veía cada vez más distante. “Pronto nos dimos cuenta de que necesitábamos una casa con las condiciones necesarias para hacer los retiros en silencio, explica el P. Llorente. Entonces nos mudamos para una casa amplia en Coral Gables y de ahí para otra en el 536 S.W. 12 Avenue”. Sin embargo, el Padre Llorente comprendió que estas casas no resultaban del todo prácticas, no se podía guardar el silencio necesario, no había comodidad. Y en 1967 consiguieron una de las casitas que ahora ocupa la ACU en el N.E. de Miami. Con el tiempo a la casa original se le unirían otras 9 casitas colindantes. Fueron poco a poco comprándolas, restaurándolas, uniéndolas y adaptándolas a las necesidades y al medio en el que se iban a desenvolver.
“Todas estas casitas fueron donadas o adquiridas con gran esfuerzo, señala Llorente. En 1967 empezamos aquí en una casita donde hoy está la capilla, y luego otra casita, y luego otra, y así han llegado a ser 9 casitas. ¡Prodigiosamente! y cada casa tiene su historia. La capilla, por ejemplo, era una de las habitaciones de la casa y sus dueños dedujimos eran de los países nórdicos por el techo de vigas. Un día vino a verme una señora americana y me pidió la dejara entrar en la capilla. Me dijo que ¡en ese cuarto ella había nacido! Después, había un italiano que tenía otra casita de estas. Se llamaba Mike y era buenísimo y muy buen amigo. Me decía que había sido un gran pecador; y yo le decía que para eso había venido Jesucristo, para perdonarle los pecados y que el evangelio decía haz limosna y se te perdonarán tus pecados, volviendo el Padre a sonreír. Y yo le digo a él recuerda Llorente - que yo sabía que esta casita se la habían dejado en el testamento. ¡Y la casita fue nuestra! En realidad, todo ha sido milagroso. Otro ejemplo: el parqueo era un solar. Llamo a la señora que tenía puesto un letrero de venta y le pregunto que en cuanto lo vendía. Le dije que era sacerdote, que no tenía dinero... Me dijo que pedía $25, Yo le dije: mire yo le doy $3,000. Ella se rió pero con una risa bondadosa. Pero eso es ridículo, me dijo ella. Y le expliqué para que quería el lote, los muchachos, los retiros... En fin, que me lo dejó en $4,000.00! Todas estas casitas se fueron consiguiendo así. Aquí no intervino ni la Arquidiócesis, ni la Compañía de Jesús, ni ninguna organización. Todo lo hizo la ACU independientemente”.
Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola
“El que sale de aquí tiene que salir católico y con una base formal. ¡Hay que hacer héroes!” P. Amando Llorente, S.J.
Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola están centrados en la búsqueda de Dios de forma contemplativa y en un ambiente de sencillez. Los que lo hacen encuentran a Dios en todo y examinan su vida espiritual para asegurar que está en conformidad con la voluntad de Dios y así lograr el fin para el cual ha sido creado. El P. Llorente dice que “San Ignacio siempre buscaba lo más; no lo bueno, sino lo mejor; no la gloria de Dios, sino la mayor gloria de Dios; no servir a nuestro Señor, sino distinguirse en el servicio de nuestro Señor. Siempre lo más”. Y dando los Ejercicios tengo que contagiar, decir lo que vivo, y vivir lo que digo, enfatiza el Padre Amando. Hoy en día hay hambre de espiritualidad. Aquí los Ejercicios Espirituales descubren un catolicismo combativo, abierto, elevador de la persona. ¡Cuántos jóvenes no vienen a mí con problemas espirituales, con problemas de fe, y encuentran aquí la solución a sus preocupaciones! El énfasis de la ACU es la formación. Como base la espiritualidad, la ascética, la mística de San Ignacio, el método y la pedagogía. San Ignacio era un caballero, y ese sello debe ser transmitido: la caballerosidad, la honestidad, la amistad, la valentía, la religiosidad ese es el sello de San Ignacio, y los jesuitas debemos estar inspirados en la figura de San Ignacio para inspirar”.
De los ejercicios nos puede hablar Francisco J. Casas, agrupado de Cuba: “Dios me ha dado la gracia de haber hecho los Ejercicios Espirituales de San Ignacio en la Casa Juan Pablo II sin faltar ni una sola vez durante los últimos 15 años. Los he hecho en otras casas, tanto en Cuba como en Puerto Rico y hasta en el bar de un hotel de la Playa en Miami bajo la dirección de nuestro P. Amando Llorente, SJ. De más está decir que cada tanda de Ejercicios tiene una particularidad propia ya que en ellas confluyen los diferentes caracteres de los que el Espíritu Santo se aprovecha para dejar su huella en el interior de cada ejercitante”.
Continúa el Padre Amando diciendo: “Aquí enseñamos a desarrollar las relaciones humanas. Los retiros se llevan a cabo con seriedad, y el que sale de aquí tiene que salir católico y con una base formal. Hay que profundizar. ¡Hay que hacer héroes! sigue diciendo el sacerdote. Para los ejercicios se entra el jueves y se sale el domingo. O sea que se está un día más que en los retiros convencionales. Y parece que no, pero un día extra es importante, se siente y se pueden tocar más temas. Yo tuve mucho interés en que los retiros fueran estrictos, guardando silencio. Todo el mundo quiere hacer convivencias, pero para hacer retiros serios, es distinto. A no todos les gusta eso. Si no se tiene una buena formación, es muy difícil ser católico hoy en día. Cada vez es más difícil. Por aquí pasan, más o menos, unos 500 ejercitantes en un año”.
Y sigue el Padre Amando: “En esta casa de retiros hay 30 habitaciones individuales. Y ahora tenemos un edificio al lado, la Residencia Jesús Maestro que es para estudiantes. Y también allí se van a hacer retiros, ya que tiene mucho más espacio que aquí. El P. Nelson García, SJ y yo damos 4 retiros al mes. Buscamos también los puentes o holidays, o sea cuando hay una fiesta que cae en viernes o en lunes para aprovechar ese día adicional para dar una tanda de ejercicios. También vienen de los high schools. Llegan a las 9 de la mañana y se van en la tarde y lo aprovechan muchísimo. Y también dejamos que grupos organizados de la Arquidiócesis usen la casa para sus retiros y traigan sus sacerdotes, pero todo con seriedad y orden”.
Francisco Casas añade: “En esta Casa de Ejercicios hay un ambiente distinto ya que además de sus jardines allí también nos encontramos con la Plaza de la Evangelización y en ella un imponente San Pedro lanzando sus redes hacia ese mar de Miami que nos evoca al de Galilea. Los edificios que componen el lugar están llenos de sorpresas. Hay celditas austeras pero muy apropiadas para el silencio, la meditación y el sacrificio. El salón de meditaciones, con su diseño muy inspirado, para recordarnos aquello de porqué estamos aquí al enfrentarnos con esas frases de: ¡Qué he hecho por Cristo!, ¡Qué hago por Cristo!, ¡Qué haré por Cristo! que tanto nos sacuden. En la capilla también sentimos a Cristo en el sagrario de forma diferente ya que en la pequeñez de sus espacios nos hace sentirlo más cercano”.
En definitiva, la semilla que se trajo de Cuba ha echado raíces profundas en estos 40 años que lleva el P. Llorente ofreciendo los ejercicios espirituales. De hecho, esta es una labor callada, no hacemos ruido, dice el sacerdote con humildad. Pero le digo al Padre que la labor no ha sido tan callada, ya que si sacamos la cuenta, son más de 20,000 personas las que han pasado por aquí en estos 40 años. “Tengo mucho interés en que el que salga de aquí salga católico, recalca Llorente, que ame a la Iglesia, que tenga valores firmes, y eso se está logrando. Los ejercicios tienen como base los de San Ignacio de Loyola. Los que vienen a las tandas oyen el nombre de San Ignacio muchas, muchas veces. Y tanto los laicos como los sacerdotes tenemos que vivir lo que predicamos. Los sacerdotes tenemos que creer totalmente lo que decimos. Los ejercitantes tienen que ver en nosotros a hombres de verdad, que somos normales, devotos, alegres, que transmitimos lo que vivimos, sino no sirve”.
Un ejemplo de sacerdote agrupado es el padre Marcelino García, SJ, director del colegio Belén en Miami, quien también tiene mucho que decir de la ACU: “Cuando fui a estudiar medicina a La Habana escogí la residencia de la Agrupación Católica Universitaria. La experiencia humana y religiosa de la convivencia con 80 residentes y los apostolados en los que me enrolé, fueron extraordinarios. Era un paquete tan fabuloso que parecía mentira que pudiera encontrarse una institución que satisficiera tan plenamente al estudiante católico de la universidad. Yo ya había desarrollado mi vocación religiosa y estaba buscando tiempo para entrar en la Compañía de Jesús. Pero ese tiempo fue de gran ayuda para mi madurez humana y religiosa, como dije antes”.
Y sigue el Padre Marcelino recordando: “Allí practicábamos y realizábamos los ejercicios espirituales de San Ignacio una vez al año bajo la dirección del padre Llorente. Fueron años de gran alegría y de una convivencia bien sabrosa y formativa. Las tertulias tenidas en el gran patio de la ACU dialogando con los mejores intelectuales de Cuba de aquel momento fueron la mejor universidad del aire que podíamos haber tenido. De allí salieron los líderes que engrosaron las filas de la lucha contra Batista y contra Castro”.
Y es ahora el agrupado Juan Manuel Salvat, quien dice: “Para mí y para muchos otros compañeros en mi natal Sagua la Grande, la Agrupación Católica Universitaria fue como una meta a la que nos habíamos propuesto llegar. Era el modelo donde apoyarnos y desarrollar nuestra vida cristiana. Ya en Sagua habíamos fundado una Agrupación Católica mucho más modesta y de estudiantes preuniversitarios, pero con el mismo espíritu y dirección de padres jesuitas”.
El éxito de la ACU en los Estados Unidos
Pero ¿cómo es posible que esta Casa de Retiros de la ACU haya sobrevivido después de casi 50 años de exilio? José Manuel Hernández explica que “el hecho de que los agrupados tenían que habituarse a la vida en los EE UU pudo haber resultado en la disolución de la ACU. Se pudo haber desintegrado por la crisis generacional de la década de los 60, o estrangulada por las estrecheces económicas, carcomida por una explicable, aunque miope concentración en lo exclusivamente cubano. Pudo haber naufragado durante los cambios que el Vaticano II generó. Pero la Agrupación de La Habana y la de Biscayne Bay son sin embargo, una sola y la misma cosa. Hay detalles, ajustes, concesiones al medio y ciertos cambios inevitables. Pero en lo esencial, en lo que constituye la osamenta de su personalidad, no se diferencia en nada”.
Pido al Padre Llorente su explicación de cómo es que esta casa se ha mantenido tan activa durante todos estos años, y me responde sin titubear: “Por la vida espiritual. Yo tengo aquí hombres que forman la ACU que ya están mayores, que son abuelos y hasta bisabuelos; profesionales, que recibieron muy buena formación en la ACU, y la llevan con ellos a todas partes. Hay que ser cristiano auténtico. Hay que ayudar a los demás a vivirlo, hay que dar la mano para que los otros se levanten. Y yo soy un resultado de esa formación, interviene nuevamente Juan Manuel Salvat. Haber vivido en la ACU y encontrado allí su espíritu ha sido una de las mayores bendiciones que Dios me ha dado”. “Sin ella, sigue diciendo Salvat, “nunca hubiera podido sentir el llamado de Cristo con esa fuerza y claridad que nos preparó para enfrentar el régimen comunista que se implantó en Cuba. Los Ejercicios Espirituales Ignacianos, la vida comunitaria, las charlas de formación, las Guardias, la misa dominical, los desayunos compartiendo con los mayores, el Apostolado y mucho más, fueron caminos de preparación. La respuesta de mártires, presos políticos y esfuerzos tremendos de lucha, fueron el resultado de esa formación. Nada ha variado después de todos estos años y el exilio. Jesús sigue siendo y será el Jefe y Maestro”.
Y ahora es Alberto Müller, también agrupado de Cuba, quien añade: “Cuando me preparaba para entrar en la Universidad de La Habana para estudiar mi carrera de Derecho, puse un pie y el otro en la Agrupación Católica Universitaria (ACU) producto de mi fe cristiana y militancia católica. Al término de un año me consagré ante la Virgen y ante Cristo, como congregante de la ACU. Debo confesar que en la ACU, bajo las enseñanzas de dos directores espirituales, los jesuitas Amando Llorente y José Barbeito, verdaderos hombres santos de la Compañía de Jesús, consolidé mi formación cristiana, incrementé mi vocación mariana y activé ese sueño de juventud de servir a los más necesitados en las obras de apostolado con los pobres en el barrio de Las Yaguas, y con los campesinos en los Comandos Rurales de la Sierra Maestra. Doy gracias a Dios permanentemente por ese paso que di cuando entré en la ACU, que con la vida se convirtió en un andar pleno de fe, de esperanza, de caridad y de compromiso con el Evangelio de Cristo, que es el guía y Maestro”.
El futuro de la Casa de Retiros Juan Pablo II
Plaza de la Evangelización en la Casa de RetirosJuan Pablo II de la ACU en Miami. Foto Teresa Fernández Soneira. © Derechos reservados.
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Pregunto al Padre Amando que como percibe el futuro de la ACU. Y con un brillo de alegría en los ojos responde convencido: “No, no, ya esto se queda aquí, esto continúa. Claro, que cuando lo de Cuba termine, para allá nos vamos enseguida. Digo, ir y venir. Para tener una casa de Ejercicios en La Habana nuevamente. Se va más rápido de Miami a La Habana, que de La Habana a Camagüey.
Usted quiere mucho a Cuba, ¿no? le pregunto. Y me dice con una amplia sonrisa:
!Pero si yo soy cubano! Digo, soy español, porque sólo he trabajado con cubanos, desde Cuba ya! Recuerdo que una vez viajé a Santiago de Compostela en Galicia, y me pidieron que ayudara con las confesiones en la majestuosa Catedral llena de peregrinos, y allí por primera vez tuve que confesar a españoles y no sabía las expresiones porque ya me había acostumbrado a las de los cubanos!” Y con pleno convencimiento vuelve a decirme el P. Amando: “pero ya la Casa de Retiros Juan Pablo II de la ACU es algo que Dios ha querido esté aquí y aquí se queda”.
Y cuando le pregunto por sus 60 años de vida sacerdotal cumplidos no hace mucho, y casi en su totalidad dedicados a la ACU, me dice: “Pues en realidad yo ni me he dado cuenta se me han ido muy pronto porque he estado haciendo lo que me llena, para lo que siempre tuve vocación, lo que siempre me ha gustado hacer, y espero poder seguir haciéndolo por muchos años más. Yo profesé en el día de la Natividad de la Virgen en Inglaterra. ¡Ayer precisamente cumplí 60 años de sacerdote!, y que casualidad, que ese también es el día de la festividad de la Virgen de la Caridad del Cobre! Estos años se me han ido muy rápido. A nosotros los jesuitas nos dan un entrenamiento muy grande para el sacerdocio. ¡Son 3 años de humanidades, 3 de filosofía, 3 de magisterio, y 5 de teología! Y el sacerdocio hay que llevarlo con honestidad, con valentía. Yo tuve un hermano que fue misionero en Alaska. Él fue el misionero y yo fui el turista, digo siempre. Porque para mí todo ha sido agradable, sin embargo, para él fue trabajo y sacrificio fuerte. Hace falta que la gente vea sacerdotes de verdad, que den el ejemplo, que vivan su vocación”.
Son muchos años dedicados a formar hombres, a aconsejar jóvenes, y a salvar familias en esta Casa de Retiros Juan Pablo II. “En la actualidad tenemos 1,080 y pico de Agrupados por todas partes, y 600 matrimonios de agrupados y ni siquiera el 1% en divorcios!” dice Llorente muy satisfecho. “Y los hijos de los Agrupados vienen a hacer los ejercicios, y pronto serán los nietos los que vengan también. Es la tradición que continúa. Aquí se ha logrado mucho, y se han formado muy buenos hombres”.
Esta gran obra de la Agrupación Católica Universitaria se ha regado por otros estados de los Estados Unidos. Hoy hay casas de la en Washington, Puerto Rico, Atlanta, Orlando New York/New Jersey/Connecticut. El día de la festividad de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre, se congregan en Miami los agrupados de todas las casas, porque esta es la Casa Madre. Es siempre un día de gozo y celebración.
A pesar de todo lo que se pasó en los comienzos al salir de Cuba, con las dificultades de un exilio largo y con la pérdida de la vida comunitaria que llevaba la Agrupación Católica Universitaria en La Habana, ésta pudo levantarse y caminar, y hoy está orgullosa de su quehacer pues ha hecho y sigue haciendo historia. Ojalá los sueños del Padre Llorente de regresar a Cuba para continuar allí la obra de la Agrupación como en otros tiempos se lleven a cabo. Ojalá Dios permita que la labor de los agrupados continúe también aquí en Miami y en las demás ciudades norteamericanas donde se han ido estableciendo. Y ojalá esos hombres que los padres jesuitas formaron y siguen formando puedan repetir por muchos, muchos años más, para mayor gloria de Dios y de su Iglesia, lo que en Cuba decían, y luego en Miami dicen:
Decían en Cuba
Tiene Cristo una cruz redentora
Tiene Cuba una estrella de luz
Hacia el cielo elevemos la estrella
Y en la patria seremos la cruz.
Dicen en el exilio:
Hacia el cielo elevemos la estrella
Y en la patria seremos la cruz.
Dicen en el exilio:
– versión del agrupado
(Dr. José Ignacio Lasaga, 1977)
Tiene Cristo un mensaje de vida
Para un mundo sediento de Dios.
Brazos suyos serán nuestros brazos
Voz de Cristo será nuestra voz.
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Teresa Fernández Soneira (La Habana 1947), es una historiadora y escritora cubana radicada en Miami desde 1961. Ha hecho importantes aportes a la historia de Cuba con escritos y libros de temática cubana, entre ellos, CUBA: Historia de la educación católica 1582-1961, Ediciones Universal, Miami, 1997, Con la Estrella y la Cruz: Historia de las Juventudes de Acción Católica Cubana, Ediciones Universal, Miami, 2002. En los últimos años ha estado enfrascada en su obra Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, (Ediciones Universal, Miami 2014 y 2018). El volumen I dedicado a la mujer en las conspiraciones y la Guerra de los Diez Años, y el volumen 2, de reciente publicación, trata sobre la mujer en la Guerra de Independencia. En estos dos volúmenes la autora ha rescatado la historia de más de 1,300 mujeres cubanas y su quehacer durante nuestras luchas independentistas.
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