José Mercedes y Betancourt era su nombre, que quizás no diría nada a quienes no hayan tenido la suerte de hurgar en los pasajes poco recorridos de la respetable cultura del Puerto del Príncipe del diecinueve.
Pero, ya para cuando Francisco Calcagno, escribió su muy bien poblado Diccionario Biográfico Cubano, en 1878, aparecía registrado entre las figuras más descollantes de la cultura nacional y local.
Era mulato, pero su humilde origen no impidió que según lo sigue relatando Calcagno llegara a ser: “profesor de música y director muchos años de la orquesta de aquella ciudad, que se titulaba Santa Isabel".
Era mulato, pero su humilde origen no impidió que según lo sigue relatando Calcagno llegara a ser: “profesor de música y director muchos años de la orquesta de aquella ciudad, que se titulaba Santa Isabel".
Su vida fue corta, pero no fue esto óbice para que se le conociera, no solo en la Habana de su tiempo, sino acaso en otros sitios de la geografía cubana de entonces, a las que concurrió en calidad de ejecutante y director.
Para 1861, luego de ser el centro de la atención en los salones del Liceo Artístico y Literario de la Habana, publicó una importante colección de sus producciones musicales que incluían las por entonces sus muy populares danzas cubanas, pero igualmente otros géneros musicales, en los que había incursionado con igual éxito.
Bajo el título de Ecos del Tínima, aparecerían aquellas, que dedicó en su minuto a la Condesa de San Antonio, esposa del entonces Gobernador General de la Isla de Cuba, el general Serrano.
Su deceso ocurrió un poco después, en su Puerto Príncipe natal, el 22 de febrero de 1866. Calgagno que no señala su fecha de nacimiento, si aclara que murió joven, y cita a su vez, la nota necrológica, que nos sirve de cierre y, que aparecida en El Fanal de Puerto Príncipe, daba cuenta del infausto suceso:
El carácter humilde y amable de José Mercedes le había granjeado muchas simpatías ene esta ciudad, y su muerte ha sido generalmente sentida.
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