En las "descarguitas" en tiempos de la Secundaria, donde se "apretaba" con las "canciones lentas", rodeado de un "paraván solidario", varias parejas "construían" un semicírculo alrededor de los "apretantes", para junto a la semiluz ambiental evitar ser visto por los mayores de la casa sede de la fiesta, que de cuando en cuando hacían la ronda, para asegurarse que "todo en orden". Pasé varios apuros, pues algunas "salsas" iniciaban lento y de pronto que a salsa iban y me quedaba literalmente en "una pieza" sin saber que hacer. Opté por esperar que la canción pasara del "intro" (cuando aquello esperaba un tiempito), lo cuál me aseguraba evitar la pena de si iba a movimiento, pero frecuentemente la muchacha que me gustaba ya estaba bailando.
Estuve en una danza, en primaria, era de Cha cha chá, aprendí el 1, 2, 3 cha cha chá, y estuve en unas tres presentaciones, en una de ellas solista, porque mi pareja no asistió. Otra fue en un anfiteatro, el viento levantaba la aguja del tocadiscos y la "Engañadora" se detenîa, reiniciaba más pa llá o más pa cá, y se bailó ese día al paso del 1, 2, 3 cha cha chá, más que siguiendo "A Prado y Neptuno... que todos los hombres la tenían que mirar". Lo que más me gustó de esa muy breve experiencia, es que tuve mi primera guayabera, que me hizo mi abuela con un saco de harina, que consiguió mi mamá. Se hervían los sacos y quedaban blanquitos y unos botones viejos (casi iguales entre sí) de la "lata mágica". La guayabera si me ha gustao desde siempre.
Una vez había un encuentro de danzas, esto fue en secundaria, en el Palacio de Pioneros, iba una muchacha que me encantaba, pero la única manera de entrar al lugar ese día era ser parte de un grupo de danza, y conseguí que el instructor de una de ellas, me diera una "farola" y yo salía en una conga. Otra vez el viento, la farola enorme, mi incapacidad de seguir el ritmo, se unieron, y yo iba detrás de la farola, que se quería salir de la latica que tenía en el cinturón que me pusieron y la conga iba por otro lado. Pero pude entrar, eso sirvió para entre bromas, acercarme a la muchacha.
En una de las tantas variantes que ha tenido el antiguo Tennis Club de Camagüey, en los 90s iniciales, pusieron una disco al aire libre, llegaba con la botella de ron, dentro de la media (dentro del pantalón) y un "suero" desde ella, hasta el cuello de la camisa, me paraba en lo que sería la pista, y a Rody: "dale al flash y al humo", por lo que solo movía las manos y parecía que bailaba.
Algunas ocasiones iba a descargas de rock, me sentaba a fumar un tabaco. Me gustaba, porque es mi música preferida y por el ambiente que era semiclandestino.
A veces, en la calle Industria, y en otros pocos lugares lejanos o cercanos, aunque sin ritmo, he soltado los pies.
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