Una fiesta en casa del Marqués…la celebrada soirée de noviembre de 1839.
y otras hierbas, en honor de Isabel II en Puerto Príncipe.
por Carlos Peón Casas
El hecho es cosa ya olvidada que sólo puede airearse si el curiosos lector vuelve a repasar las páginas de la siempre memoriosa Colección de Datos Históricos-Geográficos y Estadísiticos de Puerto Príncipe y su Jurisdicción, obra fundamental de nuestro historiador Juan Torres Lasquetti, una fuente de donde se ha bebido a libre demanda por tantos y tantos y por tanto tiempo…, sin muchas veces, luego de apagada la sed, tener la suficiente decencia de agradecer el favor…
Pero es suerte, que este valioso documento, verdadero incunable de la historia principeña, esté ya disponible en formato digital, y al alcance de todos los que quieran servirse de su sapiencia inagotable, lo que sin dudas democratiza para bien otro, el acceso a tan fundamental bibliografía, y nos libra de la hasta aquí, tiranía de unos pocos, que accedían al original o a sus copias, y eran los únicos llamados a referir a sus contenidos…..sin muchas veces ni citar la fuente que de todo hay y ha habido en la viña del Señor….
Así, aireamos hoy este suceso, acaso controversial, donde en fastuosa celebración, el entonces Marqués de Santa Lucía, Don Agustín Cisneros(1), quien fungía además aquel año como Alcalde Ordinario, junto a Don Francisco de Varona y Estrada, abría las puerta de su palacete en la calle Mayor, para celebrar por todo lo alto el fin de la guerra civil en la Madre Patria, luego de los sucesos de la Primera Guerra Carlista, y elogiar a la reina-niña de solo seis años: María Isabel Luisa de Borbón y de Borbón-Dos Sicilias, más conocida como Isabel II.
Lo primero fue que se cantó en la Mayor, como era costumbre, un Solemne Te Deum, el hecho acaecía el 3 de noviembre, a raíz de ratificado el “Convenio de Vergara, que puso término a la guerra civil de España"(2).
La fiesta en casa del Marqués, acaecía el día 9. Fue a todo trapo. Los detalles que tomamos íntegros del relato de Torres Lasquetti, no nos dejan mentir:
El 9 se dio un gran baile por todas las corporaciones, civiles y militares, en la casa del Marqués de Santa Lucía, situada en la Plaza de Armas, colocándose el ambigú en la del Gobierno, que se unió a aquella por medio de un puente de madera en la parte alta para no interceptar la calle de San Diego que las separa(3)
No es difícil imaginar, el ambiente que allí se generó en aquella velada proverbial, de la que mucho se seguiría hablando en la otrora ciudad del Príncipe, sólo el detalle de unir por alto, la entonces residencia familiar, con la casa de gobierno, para ofrecer allí el que debió ser un apetitosísimo buffet de la época, con lo mejor y mas fino del menú local, regado por abundantes y muy escogidos vinos y licores, ya era todo un acontecimiento bastante inusual en aquella entonces y casi siempre luego, mediterránea aldehuela, devenida ciudad unos años antes.
Pero las celebraciones, para loar a la nueva soberana, no acabaron aquella noche, y Lasquetti deja evidencia de los festejos que se continuaron a lo largo de aquel mes:
El 24 sacaron los comerciantes en procesión cívica, el retrato de Isabel bajo un magnífico dosel colocado en un elegante carro triunfal, tirado por doce sargentos del cuerpo de voluntarios de Fernando VII. Dentro del carro iban dos preciosas niñas del Oidor…repartiendo un himno impreso que cantaba un coro de jóvenes del país. En la parte superior del retrato destacábase un gran florón del que pendían doce cintas cuyas extremidades llevaban igual número de caballeros con trage de etiqueta luciendo sobre sus pechos una ancha banda con los colores nacionales y el mote en gruesos caracteres de ¡Viva Isabel II !
Esa misma tarde noche el jolgorio volvió a tomar la antigua plaza de Armas, conocida entonces como del Recreo. Allí se adornaron profusamente los cuatro frentes de la susodicha, y cubriendo la parte central se levantaron varios toldos. El baile, costeado por los mismos comerciantes, estuvo animado, por dos orquestas, “una militar y otra del país”(4).
Sin dudas, aquel gran soirée puerto-principeño en honor de Isabel II, -también conocida como la reina de los tristes destinos, quien en su minuto tuvo que tomar el camino del exilio parisino en 1868, cuando los sucesos de la Revolución Gloriosa-, fue acaso uno de esos minutos, que le hubiera gustado disfrutar a la monarca, si hubiera tenido más edad, como aquel proverbial Borbón antecesor suyo(5), y habría pedido un telescopio para echar un vistazo desde su Palacio de a tan sensacional sarao puerto principeño, que seguramente y de tan notable desde allí podría verse….
------------------------------------
Citas y Notas
- Padre de Salvador Cisneros Betancourt, nacido en Puerto Príncipe en el año de 1795. “hombre ilustrado que promovió muchas de las principales empresas de sus ciudad natal” Falleció allí mismo en 1841. Notas del Diccionario Biográfico Cubano de Francisco Calcagno. New York, 1878. (En propiedad de la Biblioteca Diocesana de Camagüey)
- Colección de Datos Históricos-Geográficos y Estadísticos de Puerto Príncipe y su jurisdicción. Imprenta El Retiro. 1888 (versión digitalizada por Google)p.96
- Ibíd.
- Ibíd. p. 97
- La anécdota se cuenta de Carlos III, que cuando le comentaron lo que había costado construir el Castillo de La Cabaña, en la Habana de entonces, pidió, un telescopio para verlo desde El Escorial, pretextando con aquel precio tan elevado, podría distinguirlo desde allí.
No comments:
Post a Comment