Texto publicado originalmente en la revista católica cubana Verdad y Esperanza (Segunda Época. Año 2, No. 2. 2010) aparece en el blog Gaspar, El Lugareño por cortesía de sus editores.
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En el año de 1989, procedente de Guantánamo, arribé a la ciudad de Bayamo, segundo destino en mi ministerio pastoral. Poco tiempo después de mi llegada, conocí a un anciano octogenario, Juan Atencio, hombre humilde, mestizo, entre otros oficios había sido pintor “de brocha gorda”. Toda la luz que casi no podían percibir ya sus ojos, la irradiaba, sin embargo, al narrarme sus vivencias de trovador e interpretar “a capella” emocionado, con voz potente y melodiosa, las antiguas canciones de la trova tradicional. Con singular sentimiento me interpretó una de ellas, dedicada a la Virgen de la Caridad, que aprendió de un disco de prueba que llevaron desde La Habana al taller en el que trabajaba en Manzanillo, a comienzos de la década del 20 del siglo pasado. Había sido grabada por el dúo de Manuel Luna y Pablito Armiñán.
Imagen protectora de mi vidaEmblema de pureza y salvaciónHoy protege una vez más a quien te pideY lo salvas con tu santa bendición.Eres casta y piadosa en realidadEres la luz que alumbra mi caminoAmparo eres de todo peregrinoVirgen sagrada de la Caridad.
Su autor –me dijo– era Sindo Garay (Santiago de Cuba 1867-La Habana 1968), a quien conoció años más tarde en Bayamo y le manifestó que la inspiración para componerla había sido una visita que había realizado al Santuario del Cobre. Atencio, quien la titulaba Imagen protectora, me contaba que ésta fue una de las piezas favoritas en su repertorio, interpretándola frecuentemente en serenatas y veladas familiares y, cada 8 de septiembre, se la solicitaba el Padre Nueva Paz, de la Iglesia del Santísimo Salvador.
El texto alude al comenzar a la imagen y, al concluir, a la misma Virgen de la Caridad. Va del símbolo a la persona, entretejiendo virtudes (pureza, castidad, piedad) con acción benefactora (protección, salvación, iluminación, amparo) que trasciende a “todo peregrino”. Sorprende al enlazar una petición (tercer verso) con una afirmación del poder de la bendición de la Virgen (cuarto verso).
Traté de imaginarme con mi guitarra cómo hubiera “sonado” armónicamente la de Sindo, para acompañar y grabarle esta bella obra al anciano trovador. Luego de un primer intento con la mejor grabadora de cassette de que pude disponer, se dio la ocasión providencial de registrarla en soporte digital –voz y guitarra– teniendo como improvisado estudio la sacristía del templo del Santísimo Salvador. Fue una mañana inolvidable de octubre de 1993; transcurría la Jornada de la Cultura Cubana en la ciudad del Himno.
Esta significativa experiencia constituyó para mí el detonante motivador para comenzar mi insistente indagación sobre la presencia de nuestra Patrona en nuestra música, especialmente en los compositores populares.
Avanzando en mi pesquisa, un amigo bayamés, poseedor de una valiosa discografía, puso en mis manos un viejo Long Play del sello Panart (LP3032). Era el primer volumen de una serie, Glorias de la Canción Cubana, íntegramente dedicado a obras de Sindo Garay, interpretadas magistralmente por uno de los mejores dúos de mediados del siglo XX, Cabrisas-Farach, con la orquesta de Orlando Estivill. Uno de los temas: Madre Virgen. En la contracarátula del LP se precisa: “inspirado en un buque bajo los efectos de una tormenta”.
Eres la Madre de CubaMadre de la humanidadEres la preciosa VirgenSanta y pura de la Caridad.No porque me encuentre ausenteDejo de acordarme de tiPara que tengas piedadVirgen pura, para mí.
Se trata de una cadenciosa guaracha cuyo texto comienza afirmando no sólo la maternidad de la Virgen de la Caridad para con todos los cubanos, sino su maternidad universal, destacando su hermosura y nuevamente sus virtudes: santidad y pureza. El autor le recuerda a la Madre que su lejanía no significa olvido, implorando su piedad.
Tras las huellas de Sindo, tropecé un tiempo después con el ensayo de Carmela de León Sindo Garay. Memorias de un trovador (Letras Cubanas, 1990). En el catálogo de las obras, que aparece al final del libro, se reportan dos con el título Virgen del Cobre, ambas grabadas pero no registradas, y sólo una fechada, entre 1890-1900. Dada la fecha que llegó aquel disco de prueba a las manos del trovador Atencio -alrededor de 1920- pudiera pensarse que la más antigua debe ser la que pudimos grabarle, Imagen protectora, de la que no hemos encontrado otra grabación. En la discografía que aparece en estas Memorias… se consigna el LP del dúo Cabrisas-Farach arriba mencionado, que incluye el título Madre Virgen.
La figura femenina más relevante de nuestra trova tradicional es, sin duda, María Teresa Vera (La Habana 18). Su bolero Veinte años ha llegado a ser una obra antológica de nuestro cancionero popular. Precisamente, el trío Veinte años –Lorenzo Hierrezuelo, Valeriano Doherty y Evelio Valdés- grabó un disco con obras de su autoría, entre ellas el bolero A la Virgen del Cobre (1922). El texto revela una situación de gran congoja y abatimiento, elevando una plegaria devota en que se implora piedad y compasión buscando cobijo en la bendición de la Virgen, lo que queda excelentemente acentuado en la versión que regala el trío en la grabación.
Virgen del Cobre, apiádate de míEres la santa de mi devociónHoy que las penas agobian mi existirTú no me olvides y tenme compasión.Consuela mi dolor, sé compasivaAunque el mundo me desprecie sin razónQue no me falte de ti mientras que vivaVirgen sagrada, de ti la bendición. (2)
En una espléndida interpretación de Miguelito Cuní nos ha llegado, en el álbum registrado por la EGREM, MIGELITO CUNÍ, Sones de Bienvenido Gutiérrez (La Habana 1904-1966) un dramático tema, en ritmo de bolero, Los tres Juanes. Se relaciona el tiempo tormentoso en el que apareció la imagen de nuestra Virgen con una situación de hambruna tremenda en el país, fuente de gran sufrimiento para toda la Nación que parece naufragar. La súplica desgarradora, con cierto aire de reproche, quiere sustentarse en el Niño que lleva la Madre en sus brazos. No se ha podido precisar la fecha o época en que fue compuesto este tema. En el original arreglo musical aparece en la introducción una cita instrumental, con una trompeta con sordina, de la primera frase de la conocida Ave María, de Franz Schubert, y se reitera al concluir.
Virgen que a los tres Juanes aparecisteAplacando la furia del elementoPor el Niño que llevas, te ruego tristeCalma, Virgen del Cobre, mi sufrimiento.En el mar de mi Cuba, Madre mía,Poco a poco la barca se va hundiendoFaltándonos el pan de cada díaSin que tú oigas la voz de un pueblo hambriento.
¿Qué verdadero cubano no ha escuchado y/o entonado la tonada más popular dedicada a nuestra Cachita?: …Y si vas al Cobre/ quiero que me traigas/ una Virgencita de la Caridad…. Se trata de un son que aparece registrado de la autoría de Noemí Matos y fechado en 1930. El destacado musicógrafo Lino Betancourt, sustentado en testimonio de primera mano, me ha afirmado que en realidad es una composición de Miguel Matamoros (Santiago de Cuba 1894-1971), quien la regaló a la Matos, amiga de Rafelito Cueto, uno de los integrantes del célebre Trío Matamoros. Esta destacada agrupación realizó una primera grabación. En 1959 la regrabó en La Habana Miguel Matamoros y su Cuarteto Maisí, con la cantante Juana María Casas, La Mariposa. Esta hermosa versión aparece en el cassette Dulce embeleso (EGREM 1959) e incluye en su instrumentación un piano y una trompeta que le aportan una especial impronta.
Cuando tú vayas a OrienteMi legendaria regiónTierra que tiembla calienteCuna del sabroso sonLlégate al Puerto de BoniatoMira la Loma de San JuanVete al Caney por un ratoY prueba las frutasQue allí dulce están.
Y si vas al CobreQuiero que me traigasUna VirgencitaDe la Caridad.Yo no quiero floresYo no quiera estampasLo que quiero es VirgenDe la Caridad.
Y si vas alláDonde está CachitaTráeme una estampitaPara mi mamá.
Y si vas alláDonde mi negritaTraime una estampitaDe la Caridad.
Cuando pienso en mi morenaQue se llama CaridadRezo como un alma buenaPor toda la humanidadVirgencita, tú eres buenaHazme un milagro de amorMira que muero de penaSi tú no mitigasA mi cruel dolor.
La versión original del Trío Matamoros no incluía los versos del estribillo: yo no quiero flores/ yo no quiero estampa/ lo que quiero es Virgen de la Caridad, pero incluía estas estrofas de improvisación:
Y si vas al CobreTráeme una estampitaQue sea benditaDe la Caridad.
Y si vas a OrienteTráeme de alláAlgo relucienteDe la Caridad.
Y si vas al CobreBusca a mi negritaQue es mi VirgencitaDe la Caridad.
El texto se presenta como petición a un supuesto viajero que se desplaza a la legendaria región oriental, con una invitación a visitar pintorescos imprescindibles lugares de Santiago de Cuba y sus alrededores, entre ellos aquél donde está el Santuario de la querida Virgen de la Caridad: El Cobre. El objeto de la petición se desplaza desde la misma Virgen a la estampita que la representa. Hacia el final se alza una sencilla pero sentida oración no sólo pidiendo por las necesidades personales y familiares, sino también por toda la humanidad.
El bolerista Fernando Alvarez (Santiago de Cuba 1927-La Habana 2002) ha grabado un tema de su inspiración titulado también A la Virgen del Cobre. Se trata de una humilde súplica por las necesidades propias, implorando además el don de la paz para todo el mundo y expresando igualmente el gozo por lo alcanzado gracias la Virgen. Ha sido incluido en una Postal CD con obras dedicadas a La Caridad, editada por la EGREM en el 2007.
Madrecita mía, Virgen del CobreSé que tienes muchos hijosDame lo que te sobreCon una limosnitaY tu santa bendiciónQuedaré muy conformeY alegrarás mi corazón.
Todo eso tendréHermosa realidadTe adoro tanto, VirgencitaEstoy lleno de felicidadNo me alejes de tiNo me abandones nuncaDale paz a la TierraNo pido nada más.
Asistí a la clausura del Festival Nacional de la Trova en su edición del año 1997, en la Sala de Conciertos Dolores, en Santiago de Cuba. No imaginaba que el cierre del programa estaría a cargo de Compay Segundo (Francisco Repilado, El Caney 1907-La Habana 2003) y su grupo. El afamado artista estaba entonces en la cúspide de la popularidad, luego del boom del Buenavista Social Club. Antes de finalizar su presentación explicó que la víspera había visitado el Santuario del Cobre y en la noche, hasta la madrugada, había compuesto un tema dedicado a la Virgen; que aunque no lo había podido trabajar bien con el grupo lo iba a interpretar. Así lo hizo.
Cuando yo llegueA mi Oriente queridoCuando yo asomeAl balcón de la capitalCuando yo sienta sonarLas campanas de la CatedralDoy un salto de alegríaY les digo a los viajerosEstamos en SantiagoComo custodio dejo atrásLa Virgen de la CaridadLa que me vio partirLa que me vio llegar.
Ya te diré, te diré, mis penasYa te contaré, te contaré mis alegríasCuando yo me vaya te diréAdiós, adiós, Virgen mía.Cuando me vaya te diréTe diré adiósVirgen queridaDe mi adoración.Tanto te he queridoTanto te he adoradoVirgen te lo pidoEstar a tu lado.Virgen milagrosaPor ti suspiramosEres una diosaDel pueblo cubano.Estás presenteEn sitio idealTú cuidas a OrienteMi tierra natal.
Guardo en mi memoria afectiva la ovación conque reaccionamos todo el público al concluir. Finalizado el concierto, me acerqué a felicitarlo con un amigo guitarrista y me atreví a proponerle volver al día siguiente al Cobre a filmarle el número, cantándolo a los pies de la Virgen. Estuvo afablemente dispuesto, pero su partida muy temprano hacia La Habana impidió que se hiciera realidad mi osada propuesta.
Meses más tarde, en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional, en la Habana, en el concierto conmemorativo por sus 90 años, al interpretar este bolero-son provocó similar reacción del público, potenciada por la aparición en la escenografía de un altar con la imagen de nuestra Patrona que progresivamente se fue iluminando.
Balcón de Santiago -así lo tituló Compay- fue grabado en los estudios Abdala por un excelente dúo espirituano: Evocación (Vionanka, acompañado por nuestro afamado trovador y su grupo. Aparece incluido en un precioso CD, Calle Salud, editado en Alemania.
Todo el texto transparenta el inmenso gozo que experimenta el trovador al regresar a su tierra natal, dejando constancia de su amor filial hacia Aquella que le vio partir… y llegar y que reconoce como su custodio. Los términos con que se refiere a la Virgen (adoración, diosa) denotan cariño inmenso, entrañable, ningún asomo de mariolatría.
Sin duda alguna, el Canto a la Caridad de José de Jesús Llanes (Santiago de Cuba 1947) ha sido el tema dedicado a nuestra Patrona más divulgado en los últimos dos años en la región oriental de nuestra Patria pues el mismo ha sido incluido en las alocuciones radiales que han transmitido el Arzobispo de Santiago y los obispos de Holguín y Guantánamo con motivo de la Fiesta de la Caridad. La historia de esta hermosa e inspirada obra, de estribillo contagioso, nos la refiere el propio autor:
Siempre visité el Santuario del Cobre, llegando allí por algún tipo de transporte. Luego comencé a hacerlo caminando por el Camino Viejo del Cobre, acompañado por familiares y amigos. Hice muchas veces el trayecto hasta los pies de la Virgen, buscando paz para mi alma. Cuando volvía a casa no tenía cansancio alguno y trabajaba como masajista todo el día.
La Virgen hizo el milagro de darle paz a mi alma, que tanto lo necesitaba. Borró viejas heridas que hoy no constituyen ni siquiera un recuerdo. Continué los viajes; primero, para darle gracias a la Virgen. Y también para pedir paz y misericordia para mi familia, mi pueblo cubano y los necesitados de todo el mundo. Después de uno de estos viajes llegué a casa y compuse el tema Canto a la Caridad, en sólo unos minutos. Un canto de amor y agradecimiento dedicado a la Virgen. Por la paz y la reconciliación de todos los cubanos. Por Cuba y por el mundo.Por el camino viejo del CobreMarcha un buen hombreBuscando a la Caridad.Qué bueno es peregrinarPor un camino divinoQue nos conduce a un destinoLleno de amor y de pazConvoca la Virgen buenaA todo el pueblo cubanoQue marcha unido de manoPor el camino del CobreVirgen buena, llegaréPara darte muchas graciasTodo lo que te pedíLo has puesto en mi corazónEl odio no cabe en míAhora puedo perdonarQué bueno es poder amarSin prejuicios ni rencores.Con este ramos de floresVirgen de mi devociónAmarillos girasolesVirgen de la CaridadEn nombre de mi familiaEn nombre de mi mamáMuchas gracias, VirgencitaDe la Caridad del Cobre.Me retiro, Virgen buenaPero no me marcho sóloTu imagen vive en mis ojosY la fe en mi corazón.
La obra rebosa gratitud hacia la Virgen que tanto ha concedido al autor, especialmente liberándolo del odio. Su ofrenda floral es también en nombre de su madre y de toda la familia. Al partir, con la fe, se lleva el trovador la íntima presencia de la Virgen. Ya cuenta este tema con cuatro versiones: se grabó por primera vez con arreglo e interpretación de Melvin Rodríguez; luego las agrupaciones Son de la loma y Los Guanches. La última versión, de Ernesto Camacho, con orquestación de éste junto a Melvin Rodríguez, añade nuevas peticiones por los hijos, los padres y la paz.
Otros compositores, miembros de comunidades católicas, también han dedicado obras a nuestra Patrona en los últimos años. Por su gran calidad, musical y literaria, quiero aludir a dos especialmente:
Danzón para una Virgen cubana, del manzanillero Marcos Paneque. Obra que cuenta con una bella versión del Grupo Kerigma, con excelente orquestación de Jesús Estrada; ha sido incluida en el CD Kerigma Tercer Milenio.
Surtidor de trinos, tierra frescaDel silente reino que te asomaGuardada entre las faldas de una lomaCeladora del alba y de la puesta.Te guardó la pupila del senderoRefinado monte donde crecesDulcísima princesa, mientras mecesAl Niño replegado entre tu velo.Desnudos van tus pies, allí la lunaPosada se quedó, halló su nidoPrendada del fulgor, llegó sin ruidoBuscando entre la luz la suave cuna.Surtidor de trinos, tierra fresca
……Entre tus manos, hacia tus manos.
El autor ha dibujado, con espléndidas imágenes, un paisaje que derrocha cubanía donde se inserta la Virgen sin aludirle explícitamente -celadora, princesa- mostrando su regalo mejor: el Niño que mece entre sus brazos.
Morena mía es la otra obra a la quiero referirme. Una guajira de Luis Llaguno, director del grupo matancero Nuestra América y Presidente del Festival de Música Cristiana Perlita Moré. Fue compuesta con motivo del viaje de Juan Pablo II a nuestra Patria, en enero de 1998.
Ay, Morena míaVirgen del CobreMujer del marNo te olvides de mi puebloDanos tu bondad.Ay, Morena míaVirgen mambisaMujer del marTe pedimos en este cantoToda tu caridad.
Y si puedes, Madre míaFortalece mi misiónDanos la salud del almaPara trasmitir tu luzY que pueda acompañarteJunto al que sudando vaY que podamos consolarteEn el que sufriendo está.
Danos siempre de tu calmaSi abate la confusiónNo permitas el fracasoPor nuestra falta de amor.Y si no es pedirte muchoDale hoy tu bendiciónAl Caimán de mi CaribeA este pedazo de sol.
Preciosa melodía con hermoso texto-petición que vincula la devoción a la Virgen con la misión y el compromiso concreto de caridad hacia los más pobres e insiste en el auxilio de nuestra Madre en las situaciones difíciles en que puede fallarnos el amor. Inspiradas imágenes aluden a nuestra Patria.
Me he circunscrito a la llamada música popular. Otro trabajo deberá acercarse detenidamente a las obras de nuestros compositores más connotados y las utilizadas en la liturgia de la Iglesia. A continuación solamente citaré las que he podido localizar.
En el archivo de música del Museo Arquidiocesano Mons. Enrique Pérez Serantes, en nuestra Catedral Primada, se ha encontrado: Misa consagrada a la Virgen Santísima de la Caridad del Cobre, de Silvano Boudet, para 4 voces y orquesta, todas las partes en latín, debió ser compuesta entre 1863 y 1868; Plegaria a la Virgen de la Caridad, texto de Emilio de los Santos Fuentes y música del Maestro de Capilla Cratilio Guerra, para voz y piano, escrita probablemente en la década de 1880 y el Himno a la Virgen de la Caridad, de Ramón Figueroa Morales, posterior a 1927.
Por otra parte, son conocidas Plegaria a Nuestra Señora de la Caridad, Ernesto Lecuona, fechada en 1948 y Plegaria a la Virgen, Hno. Alfredo Morales fsc. También, Himno del Congreso y Coronación (1936), letra: P. Florencio del Niño Jesús y música: P. José D. de Santa Teresa e Himno a nuestra Patrona (1946), Eliseo Grenet, dedicado al Cardenal Manuel Arteaga.
Asimismo, en las últimas décadas se han compuesto cantos a nuestra Madre y Patrona que han ido conformando un repertorio que ha servido para animar la liturgia en nuestras celebraciones comunitarias. Varios de ellos están incluidos, junto a las Plegarias de Lecuona y Morales arriba mencionadas, en un disco, Madre del Pueblo Cubano, grabado en Miami (1988) y editado por la Oficina de Liturgia y Vida Espiritual de la Arquidiócesis de Miami: Puente entre cielo y tierra (Criolla-Bolero) y Salve, Santa Madre (Punto cubano), Perla Moré; Santa María del Cobre (Balada), P. Pedro García; Venimos con María (Bolero-Son), Mayda Galano; María del Cobre (Lamento Afro), Emérita Sorí; Canto a la Caridad (Balada), P. Juan J. Sosa; Madre de nuestra esperanza (Guajira) y Virgen Mambisa (Lamento Afro), Rogelio Zelada/Orlando Rodríguez; Virgencita del Cobre (Balada), P. Vicente García; Llena de gracia (Guaracha) y María (Balada), Roger Hernández; Himno a Nuestra Señora de la Caridad (Congreso Católico Nacional, 1959); Llena de gracia(Bolero), María A. Fernández y Virgen del Cobre (Himno-Balada), Hno. Alfredo Morales.
Otras composiciones: Ave María (Caridad del Cobre), Alfredo Morales; Patroncita de Cuba, Mercy Ferrer; Salve, María, Tony Rubí; Décimas para celebrar una fiesta (1978), Siembra siempre el amor (1986), P. Jorge Catasús; Son a María de la Caridad, Te quieren hoy cantar y Vamos al Cobre, Alfredo Betancourt.
Casi todos estos cantos se incluyen en el cantoral Cuba canta su fe, editado por la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (1996).
Finalmente, Misa Cubana a la Virgen de la Caridad del Cobre del destacado compositor José María Vitier es, sin duda, la obra “mayor” dedicada a nuestra Patrona en el siglo pasado. Una abarcadora e inspirada partitura que fue estrenada en La Catedral de la Habana el 8 de diciembre de 1997, en una Eucaristía presidida por el Cardenal Jaime Ortega. Los textos latinos del común de la Misa (Kyrie, Gloria, Sanctus, Benedictus, Agnus Dei), Salve Regina y Ave María, se unen a tres partes con textos en español, de Emilio Ballagas (Déjame tomar asiento) y de Silvia Rodríguez Rivero (Misteriosa transparencia y Plegaria a la Virgen del Cobre).
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