Ella,
toda la humedad
del rocío.
El brillo de los sueños
palpitantes y vivos
en sus pupilas nuevas.
Todo lo dulce
que agoniza en mi pecho.
Flor que amanece
entre mis manos.
La aurora,
los hilos transparentes
del verano.
Promesa inextinguible
que se alarga…
Su voz
mi canción predilecta;
su mirada
el pasto donde reposa el alma.
Sus manos
sendero en el que habita
la mañana.
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