Escucha la tarde, sus giros de luz inesperada;
viento de octubre que la eleva
en una danza silente, reposada.
La tarde es una mujer madura…
(sus ojos cálidos, su cuerpo terso aún)
invita a respirarla, contemplarla,
hundirse en su regazo.
Los vespertinos rayos, el calor de su beso
transpiran plenitud y anuncian
el secreto advenimiento de la noche.
Tarde, espejo de sus ojos hondos y azules…
reflejo de horas jubilosas.
Atenúa tu paso y diluye el brillo
de las eternas alas;
apresura las aristas de la risa
y refracta en el alba.
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