Sunday, December 20, 2020

"Piedad Gonzáles. Cubana" (Un poema de Salvador Rueda. 1857-1933)


Hay un mar en medio de ti y de mi vida, 
pero con la mente que cielos recala, 
miro tu silueta muy lejos, muy lejos, 
igual que si viera moverse una palma. 

Tú estás en América, mujer peregrina, 
en Cuba, la tierra más bella del mapa; 
yo estoy en Europa detrás del Atlántico
en el territorio divino de España. 

Viéndote distante, distante, distante, 
como un paraíso me finjo tu cara, 
con dos ojos negros y grandes, tan negros 
que para expresarlos no tengo palabras. 

Dos ojos cubanos serán tus dos ojos 
llenos de tinieblas profundas y trágicas,
ojos con vorágines como los abismos 
en donde los hombres chocando naufragan. 

Ha de ser el manto de tu cabellera 
un lienzo de sombras profusas y largas, 
tejidas en rizos rebeldes y duros 
lo mismo que viboras engarabitadas. 

Y bajo tu forma de luto y tragedia,
detrás de tu aspecto sombrío de drama,
 pienso que se esconden dulzuras de piñas,
de chumbos pajizos y cakis de grana.

Huelen á resinas, de lejos, tus manos
un sahumerio de gomas arábigas,
huelen, desde lejos, á plátanos ricos
y á las chirimoyas henchidas de savia.

De blanca corteza de coco maduro
será de tus dientes la hilera engranada, 
con brillo del nácar que críen las conchas
que por los playares rodean la Habana.

Quisiera contigo, cubana de fuego,
beber el almíbar de un casco de caña,
y que tú mordieras los áureos canutos
antes que mis labios con sed los probaran.

Quisiera, cubana de cejas de ébano, 
teniendo mi frente rendida en tu falda, 
quemar en mi boca, como un pebetero,
un negro tabaco de nube azulada. 

Pero estás muy lejos, morena hermosura, 
y sólo podemos tender con las almas, 
y un largo telégrafo que cambie divino 
los besos de Cuba, por besos de España.

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