No sé lo que tú pienses, hermano, pero creo
que hay que educar la Musa desde pequeña en una
fobia sincera contra las cosas de la Luna,
satélite cornudo, desprestigiado y feo.
Edúcala en los parques, respirando aire libre,
mojándose en los ríos y secándose al sol;
que sude, que boxee, que se exalte, que vibre,
que apueste en las carreras y que juegue hand ball.
Tú dirás que el consejo es pura "pose", ¿no es eso?
Pues no, señor hermano. Lo que ocurre es que aspiro
a eliminar el tipo de la mujer-suspiro,
que está dentro del mundo como un pájaro preso.
Por lo pronto mi musa ya está criada a mi modo.
Fuma. Baila. Se ríe. Sabe algo de derecho,
es múltiple en la triste comunidad del lecho
y dulce cuando grito, blasfemo o me incomodo.
Por otra parte, cierro mi jardín de tal suerte
que no hay allí manera de extasiarse en la Luna.
(Por la noche, el teatro, el cabaret, o alguna
recepción...) Y así vivo considerado y fuerte.
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Nota: Esta versión en "Social" tiene pequeñas variaciones, con otras publicadas posteriormente.
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