Verdor recién nacido a la blancura
de flores que el azul del cielo esmaltan;
olor a primavera y al recuerdo
de las que fueron y serán mañana.
Por debajo del tiempo sueño en Lázaro
cuando soñaba, al renacer, con su alma
y en las estrellas que a la luz del día
me dan su luz que al corazón apaga.
En torno la campiña sueña absorta
la mar que sus verduras amamanta;
la mar no sueña, duérmese y dormida
hace soñar la vida que no acaba.
Verdor en la azulez y la blancura;
el ocaso se enciende, y en la calma
el rojor de las nubes, las estrellas
de Lázaro me anuncia y la alborada.
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