Cuando era niño, en la casa vivía "Trabuco", un perrito sato bravucón, de muy "malas pulgas". Trabuco, desde una prudente distancia, ladraba a carros y bicicletas.
El "aguatero", parqueaba el camión, viraba el guacal, se echaba el botellón al hombro y entraba hasta donde la tinaja.
Trabuco ladraba al llegar el camión y acto seguido se desprendía a correr a refugiarse debajo de alguna cama, mientras el "aguatero" en la casa. Una vez que este se marchaba, salía nuevamente "desprendío", a ladrar desde la puerta de la calle, hasta que el camión desaparecía. (JEM)
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