Respiro entre vosotras, ¡oh hermanas mias!
Pasados de la ausencia los largos dias,
Y al blando aliento
De vuestro amor el alma revivir siento.
¡Oh! ¡sí! que en el encanto de vuestros ojos
Treguas logran del pecho crudos enojos,
Cual dulces brisas
Refrescando mi frente vuestras sonrisas.
Oh! sí! que en la dulzura de vuestro acento
Parece que se embota todo tormento,
Y al alma herida
Vuestro cariño lleva sávia de vida.
Mi gratitud quisiera por cada halago
Las perlas de ambos mares rendir en pago,
Y aun cuanto encierra
De más hermoso y rico la vasta tierra.
Mas ¡ay! de las que vengo, tierras lejanas,
Sólo una lira traigo, bellas cubanas:
¡Sólo una lira,
Que al soplo de las auras triste suspira!
El que antes exhalaba ferviente canto,
Raudales apagaron de acerbo llanto;
Y hoy cuando vibra
De postracion gemidos al aire libra.
Así, empero, os la rindo; pues no poseo
Mayor bien en el mundo, mejor trofeo
Y acaso áun rotas
Sus cuerdas os respondan con dulces notas.
Quizás en este ambiente de poesía
Para cantaros cobre nueva armonía,
Y al sol de Cuba
Vuestro amor bendiciendo su canto suba.
Sí; porque en esta zona de resplandores,
Génios en sus corolas guardan las flores;
Dando alegria
Su hálito que perfuma la fantasía.
Sí; porque en esta Antilla llena de hechizos
Hay silfos, que se mecen en vuestros rizos,
Y á cuyo aliento
Se despliegan las alas del pensamiento.
Sí; porque en esta patria de la hermosura
Se aspiran en los vientos gloria y ventura,
Y hay en sus sones
De amor y de entusiasmo palpitaciones.
¡Oh hijas bellas de Cuba! ¡Oh hermanas mias!
¡Que aqui término el cielo ponga á mis dias,
Y aquí el sonido
Postrero de mi lira vague perdido!
Enero 18 de 1860.
(Se respetó el texto como fue publicado originalmente)
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