MENSAJE DE LA CONFERENCIA DE OBISPOS CATÓLICOS DE CUBA (COCC) AL CONCLUIR LA 157A ASAMBLEA ORDINARIA EN EL COBRE.
Los Obispos de Cuba, al terminar la Asamblea Ordinaria de nuestra Conferencia, celebrada a los pies de la bendita imagen de la Virgen de la Caridad en la que también recordamos el 170º aniversario de la primera visita realizada por San Antonio María Claret a su Santuario, no queremos marcharnos de este santo lugar sin dirigirles unas sencillas palabras de afecto y aliento.
Los momentos que vivimos no son fáciles para todos: pensamos y rezamos especialmente por los que se han contagiado con la epidemia, así como por todo el personal de salud que los atiende y los científicos que han venido trabajando en busca de diversas vacunas. Pensamos y rezamos por los que sienten el temor a contagiarse o a contagiar a los miembros más vulnerables de la familia. Pensamos y rezamos, del mismo modo, por el esfuerzo de ustedes para conseguir el pan, las medicinas y la fortaleza necesaria para vivir el día a día. Agradecemos, igualmente, la disponibilidad y generosidad de servicio con la que tantos de ustedes comparten el pan, las medicinas y el ánimo con aquellos que más lo necesitan.
También compartimos la pena de muchos al no poder reunirse en los templos y casas de misión para las celebraciones habituales del domingo como día del Señor. En cualquier circunstancia el domingo es el día de la alabanza, de la acción de gracias y del compartir en familia. Por eso, hoy queremos exhortarlos, queridos hijos e hijas, a que sepan crecerse, una vez más, ante las dificultades. Los invitamos a hacer de sus familias una pequeña iglesia, una comunidad doméstica donde se rece el Padre Nuestro y el Ave María, se lea la Palabra de Dios, y donde con mayor intensidad le presentemos a Dios las necesidades de todo nuestro pueblo. No olvidemos que “la familia que reza unida, permanece unida”.
Estamos en el tiempo santo de la Cuaresma, los cuarenta días de preparación a la conmemoración anual de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo nuestro Señor, que hacemos en la Semana Santa. Estamos convencidos de que, unidos a Cristo en su entrega y amor en la cruz, participamos en su victoria sobre la muerte y el mal. ¡La fe renovada en Cristo, muerto y resucitado por nosotros, llena nuestros corazones de esperanza y nos hace vivir todas las realidades de nuestra existencia confiados en el amor del Señor!
Estemos seguros de que la Virgen de la Caridad, al igual que ha acompañado a nuestro pueblo a lo largo de su historia, está también ahora a nuestro lado. Ella conoce nuestras ilusiones, angustias y esperanzas. ¡Dejemos que la Virgen nos llame a que levantemos el corazón a Dios como se nos pide en cada Misa, y que nosotros, con toda confianza, le contestemos que nuestro corazón “lo tenemos levantado hacia el Señor”.
Que en este tiempo de la misericordia, la Virgen de la Caridad interceda ante su hijo Jesucristo por todos los cubanos. Rezamos con ustedes la tradicional oración:
“Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios,
no desoigas las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos siempre de todo peligro,
¡Oh Virgen gloriosa y bendita!”
Con nuestra bendición,
LOS OBISPOS CATÓLICOS DE CUBA
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