Colegio de Arquitectos de Camagüey. Año 1959
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Foto hecha en el año 2000.
Este edificio fue sede varios años
del PCC Provincial.
Imágenes tomadas del website Arquitectura Cuba.
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Ver la foto de lo que fue la sede del Colegio Provincial de Arquitectos de Camagüey en el Facebook de un amigo el pasado 13 de marzo, Día del Arquitecto en Cuba, no podía dejar de llevarme a pensar en quien fue el hacedor de tan maravillosa obra arquitectónica y a la vez el último presidente del Colegio de Arquitectos de la provincia agramontina, el arquitecto Enrique Manuel Pérez Pérez.
Lazos familiares me unieron durante varios años a Pérez Pérez, como era más conocido. Estos lazos, que no olvido, pues era el abuelo de mi hija, me traen innumerables recuerdos. No solo me enorgullezco de haberlo conocido sino también de haber convivido con él.
Si había una persona apasionada por su trabajo a tal punto de no contar las horas, era él. Pérez Pérez, habría podido ser un arquitecto de renombre en cualquier parte del mundo, pero prefirió quedarse en Cuba aun a sabiendas de que su familia, bien establecida en España, lo habría ayudado a empezar de nuevo.
Vuelvo a la foto de marras, a la primera, no a la del adefesio en que se convirtió lo que pudo ser una obra de arte orgullo de nuestro Camagüey. Quizás Pérez Pérez se inspiró de grandes arquitectos como Le Corbusier o Frank Lloyd Wright para realizar dicha obra. En más de una ocasión ojeé en su casa las revistas especializadas que guardaba quizás de una época que para él fue dorada. Las fotos de las obras de esos dos grandes arquitectos de fama mundial, no faltaban.
Antiguo Hospital de Emergencias.
Camagüey década de 1950
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La firma del arquitecto Pérez Pérez no era la única en Camagüey, por supuesto, pero cuando se hablaba de grandes obras había que contar con él. Ya fuera el antiguo Hospital de Emergencias, hoy Clínica Dental y Centro de Higiene y Epidemiología, el Hospital Oncológico, el Hospital Amalia Simoni o ya fuera el edificio El Lugareño del que fue arquitecto asesor o el edificio de apartamentos de Urbano Benito muy moderno para su época, sito en la calle República llegando al callejón de Castellanos o el antiguo Club de los Amigos del Mar, convertido después en las sombrillitas del Casino. Sin olvidar un buen número de casas diseñadas por su firma y, por último, hasta su retiro, la renovación y construcción de hospitales como arquitecto de la Dirección Provincial de Salud Pública.
Concienzudo en su trabajo, era difícil llevarle la contraria sin una razón válida. Así me contaba un amigo que en una ocasión no cejó en tomar una mandarria para echar abajo una pared porque no se había hecho como él lo había pedido y aparecía en los planos. Ante la queja y el asombro de los presentes, dicen que había dicho “aquí el que construye soy yo, y él que destruye, soy yo”. ¿Fue verdad? ¿Verdad a medias? Quizás. Pero no lo dudo, el hombre era de armas tomar cuando se trataba de su trabajo o de su familia.
Hospital Amalia Simoni.
Aspecto actual
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Sí me consta que días antes de casarme con su hija, noqueó, por así decir, a un obrero de la construcción en el Hospital Amalia Simoni, que lo había ofendido. Le costó una fractura del pulgar derecho que fue tratada por su amigo el ortopédico Ulises Sosa de Quesada en el hospital Pediátrico. De eso fui testigo y compañía imprescindible, pues ante una fractura, el hombre sí tuvo miedo. Quédate conmigo, Víctor, me decía, mientras el Dr. Sosa de Quesada trataba de reducirle la fractura. Así, días después, el arquitecto Pérez Pérez asistía a mi boda con el brazo enyesado.
Al hombre que en una época cambiaba su carro cada dos años, según me contaba, fue de los últimos en Salud Pública, en recibir la autorización para comprar un Peugeot. A Pérez Pérez, el arquitecto que no contaba las horas para trabajar, se le dejaba para último. Y sí alguien tenía más que méritos por las obras pasadas y presentes en el campo de la construcción en salud pública, era él. Pérez Pérez nunca pidió nada, nunca se vistió de miliciano, nunca fue come candela. Sí perdió mucho, pero no se lamentaba de nada, había acogido su destino como había acogido su profesión, mirando siempre adelante.
Edificio Lugareño.
Foto de Reynier de la Rosa. Año 2010
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Es una pena y una tristeza enorme que arquitectos como él no se mencionen o se mencionen apenas. Mucho le debe Camagüey a Enrique Manuel Pérez Pérez, el arquitecto, el hombre que amaba sobre todo su profesión. Queda en mi mente el recuerdo de esa bella foto que él guardaba del Colegio de Arquitectos y de la que yo considero, sin ser experto en la materia, una obra de arte del Camagüey moderno, del Camagüey que marchaba a la vanguardia del modernismo arquitectural. Honor debe dársele, a quien honor merece.
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