En el verano del año 1515 se propagó una epidemia de viruela en la región de Cuba que diezmó la población aborigen, probablemente fruto de la llegada de los españoles que fundaron la villa de Santiago. El historiador mexicano Aguirre Beltrán afirma que un negro ladino que se embarcó con su amo en la expedición de Hernán Cortes que salio de la bahía santiaguera en 1518, llevó la viruela a tierra mexicana.
La precaria situación de la higiene y la ausencia de médicos y boticas fue un fenómeno crónico en la ciudad de Santiago de Cuba durante prácticamente toda la época colonial. El médico e historiador Rafael Fleitas afirma que “Hacia el año 1600 la ciudad quedó una vez más sin médico, el Ayuntamiento acudió a la curandera india Maria Nava y el 3 de noviembre de 1609 esta fue oficialmente contratada”.
En las actas capitulares de la ciudad aparecen frecuentemente denuncias que atribuyen epidemias a los esclavos africanos que traían los barcos negreros y se informa sobre controles y medidas de cuarentena a dichos navíos en algunos cayos de la bahía. Las Crónicas de Santiago de Cuba de Emilio Bacardi también ofrecen un registro pormenorizado de las distintas epidemias que azotaron la ciudad.
Durante la época colonial las principales epidemias que asolaron a Santiago de Cuba fueron la Viruela, la Fiebre Amarilla y el Cólera Morbus. Las rogativas a los santos y particularmente a la Virgen de la Caridad del Cobre a partir del siglo XVII, fue el único remedio frente a las epidemias, pues los antibióticos no llegaron hasta el siglo XX. Las autoridades coloniales instrumentaron numerosos medidas para mejorar la higiene de la ciudad relacionadas con el destino de la basura y los desperdicios sólidos; en 1844 se creo incluso una estación de cuarentena en Cayo Duan para los buques que venían de lugares donde habían epidemias; todo este esfuerzo choco siempre con la tradicional indisciplina del vecindario, poco inclinado a cumplimentar las medidas sanitarias.
En los últimos años del siglo XIX, las intensas medidas sanitarias del gobierno de ocupación norteamericano erradicaron o controlaron enfermedades como la fiebre amarilla. En el año de 1902 según la Guía Directorio de Comercio y Profesiones e Industrias en la ciudad de Santiago habían: 42 médicos, 7 dentistas, dos droguerías y 19 farmacias.
En el año de 1918 al concluir la Primera Guerra Mundial se propagó una pandemia que afectó a numerosos países de Europa y los Estados Unidos la cual se denomino Gripe Española, por supuestamente haberse originado en España.
Ese año la ciudad de Santiago de Cuba sufrió una epidemia de influenza, que debió ser la terrible Gripe Española. Las salas del Hospital Civil y todos los sanatorios estaban llenos de “griposos”. La epidemia provoco más de 200 defunciones. El Diario de Cuba comentaba “Es macabro el espectáculo de los numerosos entierros que se ven pasar diariamente por las calles más transitadas.”
En el mes de octubre, teniendo en cuenta la gravedad de la situación, el Alcalde decretó la suspensión de todos los espectáculos, el cierre de las escuelas públicas y todo lugar de reunión eventual como los templos y logias.
A fines de mes se constituyó el Comité de Auxilio de Santiago de Cuba que organizó comisiones de trabajo para enfrentar la epidemia. Numerosas brigadas sanitarias recorrieron la ciudad y sus repartos para desinfectar todos los establecimientos de acceso público, las ciudadelas y cuarterías.
El 16 de noviembre aún se reportaban numerosas defunciones y permanecían enfermos con la gripe más de 2 200 santiagueros según reportaban los periódicos La Independencia y Diario de Cuba.
¿Como llegó a Santiago de Cuba la Gripe Española? Quizás con los emigrados que venían de Europa, tal vez con los norteamericanos; lo real es que la ciudad logró controlar la llamada “Gripe Española” como años antes había derrotado al colonialismo español.
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Rafael Duharte Jiménez (Santiago de Cuba, 1947). Profesor, Historiador Ensayista y Guionista de radio y televisión. Ha publicado 12 libros, numerosos artículos y ensayos en revistas en Cuba y el extranjero y una Historia Audiovisual de Santiago de Cuba que consta de 355 audiovisuales de 12 minutos cada uno; conferencista en 28 universidades y centros de investigación en El Caribe, América Latina, Europa y Los Estados Unidos. Es miembro de la UNIHC y la UNEAC. Actualmente labora como especialista de la Oficina de la Historiadora de la Ciudad de Santiago de Cuba.
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