Nos sirven de animados cicerones en este recorrido por la historia del inolvidable solar camagueyanensis, dos publicaciones de la época que incluían los oportunos anuncios que los publicitaban: el Directorio Social de Camagüey (Época 1949), y el Anuario de los Hermanos Maristas correspondiente al curso escolar 1947-1948)
Sorprenden en este hic et nunc, la variedad de producciones, ofertas y servicios de aquellos emprendedores locales, en las más diversas ramas Variedad que a no dudarlo marcaba la diferencia, y que era indicativo de la buena salud de la economía local de aquel minuto.
Sin intención de proporcionar al lector con un inventario casuístico, nuestra cercanía busca en su lugar, propiciar una nota de recuerdo donde la mención de unos y otros, avive memorias y remembranzas para muchos, y para el resto sirva de ilustrativa reseña histórica de lo que fuimos y tuvimos.
Para empezar y avivar recuerdos nada como un oportuno café mañanero, esa colada sustancial que proporcionaba el Tostadero de "Café El Peñón", que se anunciaba como “el más antiguo de Camagüey”, y se ubicaba por entonces en la calle Pablo Lombida.
Pero no por ello era el único con una oferta singular del negro néctar, pues el conocido Café “El Líder” que se anunciaba como “El Líder de los Cafés”, tenía un simpático eslogan: “No inventamos la pólvora… pero servimos el café preferido por los paladares exigentes”. El Tostadero era propiedad de J. García y Compañía, S.L., y se ubicaba en Cuba y Arrieta, en la popular barriada de La Caridad.
Y si de seguir las pautas del desayuno del día nada mejor que las producciones de Guarina con su reconocida mantequilla homónima y la suculenta variedad de quesos de su stock: tipos Crema, Roquefort y Patagrás.
Para una merienda de media mañana o media tarde, había una buena opción en los reconocidos Helados Sunki en cualquiera de la variedad de sus ofertas: Coco glacé, Popcicle de Coco, o el Vasito de Crema de Coco, pero igual había donde elegir en su estuche de Bon Bons. La fábrica se localizaba entonces en la calle Jorge Rodríguez número 179, y el teléfono era el 2924.
Igual si se prefería refrescar del calor, pues a mano nada mejor que un Jugo de Piña o una Gaseosa Pijuán, que se anunciaba como “una tradición camagüeyana”, y eran el producto estrella de la reconocida fábrica homónima, con trayectoria centenaria en la ciudad de entonces.
A la hora de elegir los alimentos para el consumo familiar una oferta muy oportuna la propiciaba Felipe Vega Llama en la Casilla 50 del Mercado de Abastos de Camagüey, ubicado en la Plaza de San Francisco. Su oferta era inmejorable en huevos, conejos y palomas.
Pero si la preferencia era por los productos ahumados las ofertas de suculentos embutidos la propiciaba la marca Catedral, regentada por Fuster, Hernández y Compañía en su variedad de “Jamonadas, Chuleteros, Mortadelas, Jamones, Chorizos, Salchichones, Salchichas, Jamón del Diablo y Frankfurters”
A la hora de los postres la oportunidad estaba en las ofertas de la dulcería La Isla, también con variedades de víveres finos, y propiedad de Anguela, Bursosa y Compañía, en su conocido establecimiento de la calle Estrada Palma.
Aunque otras sugerencias de ese rubro tenían la sana competencia de la Dulcería Pérez Sosa, y que se anunciaban como “Creadores de Karaca (con K) y Gaceñigas”. Su fábrica estaba en República No. 566, luego extendidos hasta Francisquito, y el conocido Depto. De Ventas “El Fénix” en la calle Van Horne No. 21.
La Dulcería y Panadería “Roxy” de Eusebio Cal Colmenares junto a sus también conocidos establecimientos La Balanza y Parque Bar, se abría sitio junto a aquellos en la calle Independencia.
El agua pura de manantial, tenía en la ciudad de entonces dos marcas importantes. Cruz Blanca y Paraíso. La primera tenía su depósito en la calle Avellaneda 70, y aceptaba pedidos al teléfono 2290.
La segunda, ofertaba sus botellones del liquido proveniente de la Sabana de Cubitas en varios depósitos de la ciudad en las calles Avellaneda, General Gómez y Lugareño, y San Martín y Santa Rosa. Y servía igualmente a las barriadas de La Caridad y La Vigía.
Si de Licores se trataba, pues las ofertas de los productores locales incluían a la Cía. Industrial Licorera, S.A., y sus ofertas de rones añejos: “Néctar” y “Nacarado” envejecidos en sus soleras de añejamiento.
La Fabrica de Licores de Suarez Calvo y Co., no se rezagaba con sus especiales ofertas de vinos de frutas del país, De tal época fueron sus conocidas marcas registradas de vinos y vermut: Los Calvos, Alondra y Flor de las Flores, todos ellos de reconocido bouquet y aceptación en los mercados nacionales y extranjeros(1).
El mundo de los servicios en la ciudad eran otra arista de singularidades y detalles de calidad asegurada.
Para empezar nuestro viaje, y si de viajar en serio se trataba estaba Grossman, la Agencia de Viajes establecida desde 1925, ofertando “Pasajes a todas partes del mundo por avión, vapor, ómnibus y ferrocarril. Reservaciones e información completa de hoteles en todas las ciudades”. Para el año de 1948, había merecido el premio nacional de mayor venta de boletos de la compañía Cubana de Aviación. Su oficina estaba en el conocido Hotel Plaza.
Como segura contraparte, y garantizando un servicio de Pasaportes “rápidos y económicos” estaba la agencia de Antonio F. Comas, y sus ofertas de reservaciones de pasajes a Estados Unidos, México, España y Sur América, por avión, trenes y en Estados Unidos en ómnibus Greyhound. Vendía igualmente boletos en el vapor Florida a Miami. Su oficina se ubicaba en Manuel de Quesada No. 16. Atendía al teléfono 2479.
Créalo o no la ciudad contaba con un banco de un propietario local, el Sr. José Durán Seoane, fundado en 1931 como Banco Durán, y con sucursales en Esmeralda, Morón, Vertientes y Santiago de Cuba. Su oficina central se localizaba en República 353. Entre sus ofertas bancarias ofrecía servicios de Cheques de Viajeros del American Express Company. Igualmente gestionaba visas y Pasaportes
En el campo de la gráfica, y las mejores impresiones la ciudad contaba con los Fotograbados “El Camagüeyano”. Se anunciaba como “un servicio de alta calidad en materia de clisés bien elaborados para toda impresión”. Los talleres se localizaban en la calle República en el número 279. Siete décadas pasadas no desdibujan la calidad de los trabajos acometidos por aquella empresa.
Una estación radial con las siglas de CMJK “La voz del Camagüeyano” es todavía recuerdo en la otrora ciudad. La novedad de aquella planta era “su moderno y elegante radio teatro…dotado de un magnífico lunetario”. El espacio fue testigo de inolvidables presentaciones musicales y artísticas allí producidas y radiadas con todo éxito. Se ubicaba, en la calle Finlay número 4. El staff de sus locutores era para entonces de verdadero lujo: Arnaldo Cebrián, Don Pancho (su director), Alfredo Vivar, Pepe Gallegos, Nino Moncada, Florencio Arenas, Claudina de Dios, Juvenil Adán, José Ramón Granda, y Manolo de la Torre, locutor y también periodista.
Otras instituciones, esta vez con signo de cultura estaban igualmente presentes en el espectro de aquella ciudad: la Pro Arte Musical en Camagüey que nos merece ahora mención para el cierre de este singular aunque limitado recorrido, que bien nos vale una reiteración, con tantos otros celebrados actores de la vida económica, social y cultural de aquel Camagüey de antaño.
Era para entonces una celebrada filial de la institución de carácter nacional en la provincia, y cuyo ejecutivo de aquel año 1949 estaba integrado, como al parecer fue tradición, sólo por mujeres. Fungía como su Director Artístico el muy reconocido profesor Louis Aguirre Orio, a cuyo cargo estaba el igualmente respetado Conservatorio de Música de Camagüey.
Hasta aquel año, y desde el de 1939, el Pro Arte Musical camagüeyano había promovido en la ciudad una variedad de presentaciones de alta calidad artística como la el celebrado Ballet Yavorski, la bailarina Úrsula Hirschfeld, la pareja de baile de Irina Lavrova e Igor Trefiloff, la mezzo soprano y la pianista Olga Fischermann, y Gascha Fischermann, el violoncelista Paulo Grupee, el barítono Charles Vaida, el violinista Carlos Agostini, y last but no least, El Gran Ballet de Pro Arte Musical dirigido por Alexandra Denisova y Alberto Alonso, con la actuación de Alicia Alonso, presentando en escena, del original Ballet Russe del Corl. Basil las obras: Las Silfides, Concerto y La Hija del General.
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