Thursday, May 6, 2021

La aventura del automóvil en Santiago de Cuba (por Rafael Duharte Jiménez)



El 31 de mayo de 1902 circuló el primer automóvil por las calles, Marina, Nepomuceno y Enramada, entonces el tramo mejor empedrado de la ciudad. Según el cronista Carlos Forment, Charles Brooks el propietario del auto le contó que el iba muy despacio y un grupo de muchachos callejeros le hacia burlas y hasta le tiraron piedras, porque lo creían “un coche endiablado” ¡Así entró el automóvil a Santiago de Cuba!

¡Aquel automóvil marca Locomovil, puso fin a casi cuatrocientos años de hegemonía absoluta de la tracción animal en el transporte en la ciudad! 

Aunque pueda asombrarles, once años después de aquel día en que Brooks manejara su auto rodeado de curiosos y en medio de los gritos y las pedradas de los mataperros, la ciudad de Santiago contaba ya con varios garajes y establecimientos de automóviles de alquiler que tenían un total de 62 vehículos para prestar servicio a los santiagueros.

En el mes de junio del año de 1913, el periódico El Cubano Libre publicó la noticia de que la empresa Santiago Automovile Co., pondría en circulación una guagua–automovil con capacidad para treinta personas, que diariamente haría los viajes entre la ciudad y el pueblo de Dos Bocas.

La circulación de automóviles en Santiago de Cuba aumentaba significativamente cada año, en 1916 se registraron en el Ayuntamiento casi el doble de vehículos que el año anterior: 92 automóviles particulares y 105 de alquiler.

En la tarde del viernes 18 de febrero del año de 1916 ocurrió algo insólito, una manifestación rodante para reclamar al Ayuntamiento el arreglo de la avenida que unía la ciudad con el reparto Vista Alegre, en la que participaron más de cien automóviles de todos los tipos y algunos coches, atronando las calles con el ruido de sus bocinas, timbres y mofles abiertos.

Una comisión que incluía entre otras personalidades a German Michaelsen, al pasar frente al Ayuntamiento se bajó de los autos que iban a la cabeza del desfile, para entrevistarse con el gobernador y el alcalde y exponerle sus demandas; luego continuaron su larga marcha a través de las calles; era una interminable hilera de vehículos y la población se agolpaba para verla pasar en medio de un ambiente carnavalesco.

En 1926 se celebró en el teatro Rialto, el Primer Congreso Automovilístico de Oriente: Pro Buenos Caminos, asistieron personalidades, autoridades civiles y militares y un gran número de industriales norteamericanos que representaban varias fabricas de automóviles. Las palabras de clausura estuvieron a cargo nada más y nada menos que del destacado intelectual dominicano Max Enríquez Ureña. La ciudad de Santiago de Cuba era evidentemente un mercado potencial para los fabricantes norteamericanos de automóviles. 

¡Poco más de dos décadas después de la aventura de Brooks y su coche endiablado, la ciudad de Santiago de Cuba era la sede de un Congreso Automovilístico y tenia un Palacio del Automóvil! 

El jueves 14 de febrero de 1929 la prensa local comentó ampliamente una exposición de cuatro modelos de la marca Chevrolet en el Palacio del Automóvil, ubicado en las calles Aguilera y Corona, el evento fue amenizado por el trío Matamoros que ya por entonces era bastante famoso.

El 8 de enero de 1931 quedó abierto al paso de los vehículos el tramo de la Carretera Central desde la Loma de Quintero hasta la Avenida Victoriano Garzón. Unos días después se efectuó la inauguración de la Carretera Central, el gobernador Barceló declaró en el acto: vía publica a “la hermosa carretera que une lo pueblos y las ciudades desde Pinar del Río hasta Oriente”. Si se tiene en cuenta el aislamiento que sufrió la región oriental durante más de cuatro siglos, puede aquilatarse la trascendencia de aquel acontecimiento desde el punto de vista económico y social.

En la primera mitad del siglo pasado, sin lugar a dudas, tuvo lugar en la ciudad, una fantástica revolución en el transporte, protagonizada por el automóvil, el tren, el tranvía, el ómnibus y el avión. La añeja ciudad de empinadas lomas, callejones y calles empedradas por la que circularon durante siglos solo: coches, carretas y carretillas tiradas por caballos, se iba esfumado ¡Santiago de Cuba entraba sobre ruedas en el siglo XX!




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Rafael Duharte Jiménez (Santiago de Cuba, 1947). Profesor, Historiador Ensayista y Guionista de radio y televisión. Ha publicado 12 libros, numerosos artículos y ensayos en revistas en Cuba y el extranjero y una Historia Audiovisual de Santiago de Cuba que consta de 355 audiovisuales de 12 minutos cada uno; conferencista en 28 universidades y centros de investigación en El Caribe, América Latina, Europa y Los Estados Unidos. Es miembro de la UNIHC y la UNEAC. Actualmente labora como especialista de la Oficina de la Historiadora de la Ciudad de Santiago de Cuba.

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