Fotos cortesía de la autora
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A corazón profundo los latidos de la vida dentro de esta diagonal. Subir la diagonal hasta la locura.
… pedí una reunión con Fernando, era el año 1990; profe, ¡soy bailarina principal!, ¿por qué no aparezco en el elenco de “Giselle”?; Celita (como me llamaba el maestro), no porque no hagas Giselle dejas de ser bailarina principal, es cuestión de diapasón, eres una excelente Swanilda… Se extendió más allá de una considerada amable explicación, adentrándose en la siempre amena valiosa vivencia de su gran historia artística…
Profe, usted me afirma que soy la mejor Swanilda del Ballet de Camagüey, si lo dice usted, no lo tomo como un cumplido y me atrevo a preguntarle, entonces, ¿cómo a pesar de ello otras han interpretado el rol de Coppélia, ¿qué pasa con Giselle? ¿Se trata de un culto al personaje?Tienes una voluntad de mucho apetito y criterio. Sí profe, soy una testaruda Tauro… maestro solo le pido una oportunidad, no voy a ser la Giselle más recordada del Ballet de Camagüey, pero como reto quiero-necesito me permita, más que demostrar, demostrarme, el poder de transformación que puede poseer la voluntad por una pasión.Permítame usted pertenecer a las más jóvenes que romperán el hechizo de la Giselle prohibida, seré la Giselle enamorada desde un colonial balcón en el Puerto Príncipe de bravías llanuras. Quiero ser una de las Giselle que retaron a la “Reina Giselle” provocando que levantase el veto para que sus joyas más jóvenes interpretaran su propia locura después de atravesar sus lozanas virtuosas diagonales. Sin importar ser recordada quiero ser parte de esa locura, usted bien sabe que deseo poner una zapatilla en el arco de lanza, como flecha la punta apuntando a la duela, expresarle el mensaje bailado, ¡basta!, es nuestro tiempo. Seremos recordadas como las valientes campesinas mestizas en la villa de los tinajones, allá en “Puerto Príncipe”, donde Camagüey el ballet… Bathilde, ceñida bajo su corsé, conteniendo el canto de los tambores, una bella mulata con ademanes de princesa.… ¡Celita!, ¡Celita!,, demasiado poder el de tu fuerza, permite, y te propongo algo, busca tu Giselle, si lo logras, será tuya.
Con segura suficiencia digo, trabajé duro, como actriz, para domesticar-dominar mi temperamento, a favor del espíritu de tal delicada alma aria dentro de mi curtida piel y temperamental corazón. Hice mi mejor espíritu, le faltó tiempo a mi Willi, pero he ahí mi humilde Giselle junto a la apreciada joven interpretación de Rolando Yanes en el personaje de Albrecht, su dominio como partenaire propició la fusión interpretativa entre ambos personajes, un compañero de escena que recordaré siempre.
Agradecida hasta después de la muerte de esa locura en la eternidad de los espíritus, al entonces experimentado Albrecht, primer bailarín Osvaldo Beiro. Me inclino ante la estelar Giselle de nuestra primera bailarina Aida Villoch junto a Jorge Esquivel en el teatro Mella de la Habana. Mi reverencia a la impecable Giselle de Bárbara García, sin dejar de mencionar a Christine Ferrando, Yicet Capallejas, Laura Urgellés, así también a las nuevas generaciones que han dado continuidad a la existencia de nuestro apreciado Ballet de Camagüey, Liuba Corzo, Siuchién Ávila, entre otras.
Treinta y un años después, hoy, un recuerdo ha sido mi regalo de cumpleaños.
Gracias Fernando Alonso, mi maestro.
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