La Bayadere,
Photo Simon Soong
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Con gran gusto y satisfacción paso a escribir esta reseña de la Gran Gala Clásica del Ballet Clásico Cubano de Miami, que tuvo lugar en el Teatro Jackie Gleason de Miami Beach el 5 de junio de este año, ya con la grata presencia de numeroso público.
La Vivandiere, Paula Zapata
Photo Simon Soong
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Luego de las palabras de presentación de Eriberto Jiménez, director de la compañía y del Festival Internacional de Ballet de Miami, las cortinas se descorrieron para disfrutar del pas de six del ballet La Vivandiére –La cantinera– (coreografía de Arthur Saint Leon & Fanny Cerrito, música de César Pugni y puesta en escena de Eriberto Jiménez), con Paula Zapata e Ihosvani Rodríguez como pareja central, quienes se lucieron en sus respectivas variaciones y como pareja, muy bien respaldados por el acoplado trabajo de grupo de Eleni Gialas, Myriam Ayala, Jennifer Villalón y Niuris Rodríguez, cuatro muy musicales bailarinas a las que Ihosvani también “partneó” con excelencia, amén de la bravura de sus solos, sin desdorar el trabajo de Paula, que no nos defraudó tampoco con sus grand jettés, arabesques a 180 grados y exquisita musicalidad.
Le Spectre de la Rose,
Ronna Olarte y Carlos Caballero Hopuy
Photo Simon Soong
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Del campo húngaro, la magia del ballet nos trasladó al reino de las flores –con una hermosa luna de fondo–, nada menos que con El espectro de la rosa –la soberana de ese reinado–, donde el fantasma del mítico Vaslav Nijinski suele conspirar contra el bailarín a cargo de este papel “floral” (coreografía de Fokín y música de Carl Maria Von Weber), sobre todo en el grand jetté final, pero la interpretación de Carlos Caballero Hopuy –con muy buena labor de pies y saltos y volteretas en el aire incluidas– y un énfasis aparentemente sin esfuerzo en la condición “andrógina” del personaje, fue una de las mejores que he visto, atento soporte a la vez para que Ronna Olarte “bordara” su soñadora y romántica adolescente de tal manera que parecía que bailaba dormida.
La Bayadere,
Daynelis Munos y Jonhal Fernández
Photo Simon Soong
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A continuación, Daynelis Munos y Jonhal Fernández se corporizaron como Gamzatti y Solor, para interpretar el pas de deux del segundo acto del ballet La Bayadera (1877), con música de Ludwig Minkus, coreografía de Marius Petipa y libreto de Sergei Kuschelok y del propio Marius Petipa, inspirado en dos dramas del poeta hindú Kalidasa (la palabra “bayadera” tuvo su origen cuando los navegantes portugueses, entre los siglos XV y XVI, llegaron a la India y llamaron “bailadeiras” a las “devadasi”, mujeres consagradas a la danza por la religión, de donde ha derivado a “bayaderas”); arropados por un cuerpo de baile de lujo, con seis bailarinas y dos bailarines del Ballet Saint Lucie, tanto por el vestuario como por su desempeño.
Tras un adagio muy vistoso, con un muy certero partneo por parte de Jonhal –cargadas perfectas y arabesques de Daynelis a 180 grados incluidos–, sus variaciones tampoco perdieron bravura, pues primero ella, en su interacción con los muy bien sincronizados Daniel Ayala y Joshua Nunamaker, logró sostenidos balances, y luego se lució con una rauda diagonal de piqués y sus grand jettés, mientras que Jonhal hizo gala de su poder de salto, rematado con un óvalo de ellos casi horizontales, que ella secundó a seguidas con raudos fouettés intercalados con pirouettes, aunque no debió desplazarse del lugar.
Les Biches, Astrid Arvelo
Photo Simon Soong
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De las orillas del Ganges a la Costa Azul de Francia, Astrid Arvelo fue la encargada de revivir el solo del ballet Les Biches, coreografía de Bronislava Nijinska y música de Francis Poulenc, convertida en la elegante anfitriona de una glamorosa fiesta, largo collar de perlas y boquilla cigarrera de vampiresa incluidos, que supo manejar a la perfección mientras bailaba.
La Esmeralda,
Emma Butterworth y Joshua Nunamaker
Photo Simon Soong
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Le siguió el pas de deux del ballet La Esmeralda, coreografía de Jules Perrot y música de César Pugni, con Emma Butterworth y Joshua Nunamaker como protagonistas, en que desde el adagio con la pandereta hasta la coda ambos convencieron y brillaron.
La refrescante –y poco vista en festivales– Pioneer Suite, coreografía de Alexander Sergeev y música de Dimitri Shostakovich, fue la nota simpática de la tarde-noche, con Isabella McCool y Daniel Ayala como la pareja “moderna” en que la mujer ya partnea al hombre.
Carnaval,
Daynelis Munos Ihosvany Rodríguez
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Y para concluir, Carnaval, otra coreografía de Fokine –versión de Eriberto Jiménez–, con música basada en la suite para piano Carnaval, Op. 9, de Robert Schuman, orquestada por Alexander Glazúnov, Nikolai Rimsky-Korsakov, Anatoli Lyadov y Alexander Tcherepnin, en la que Ihosvany Rodríguez y Carlos Caballero Hopuy “fueron” el travieso Arlequín y el melancólico Pierrot respectivamente, pretendientes ambos del amor de Colombina, a quien una precisa y veleidosa Daynelis encarnó y convenció además en lo técnico, con unos raudos piqués, pirouettes y elegantes balances.
Ihosvany le imprimió a su Arlequín la bravura ya acostumbrada en él, con riesgosas volteretas en el aire, veloces y múltiples giros y un trabajo de pies que ya es como su “marca de fábrica”, y Carlos, a su vez, como Pierrot, no desmereció en la competencia de saltos y giros con Ihosvany, si bien su “melancólico” personaje justifica su menor “agresividad” y lucimiento.
Carnaval
Photo Simon Soong
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El resto de los bailarines participantes en este Carnaval de cierre de función revivió totalmente la atmósfera de divertimento que este ballet requiere, por lo que concluyo felicitando al maestro Eriberto Jiménez y a todos los talentosos participantes por esta magnífica puesta, ya con público en la sala, que supo agradecer con sus aplausos el hermoso regalo de arte recibido.
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