De D. L. de A.,
pidiéndome composiciones
sentimentales
Cuando recibí tu epístola,
Me quedé como un carámbano,
Y crujieron mis mandíbulas
Como cuando mascan rábano.
Tu invitación honorífica
Me hizo reir, como un zángano,
Y mis plumas democráticas
Armaron terrible escándalo.
¿Tú piensas, amigo sincero,
Tú juzgas, amigo Cándido,
Que yo curse la poética.
Para llorar como Heráclito?
¡No, en mis días! Un estólido
Quiero ser más bien, o un pájaro
Que al son de mi ruda cítara
Ostentar númen pindárico.
Que cultiven ese género
Los que como tú son clásicos,
No yo, que vivo con ínfulas
Y ribetes de romántico.
Compongan los vates tímidos
Sus odas en versos sáficos,
Mientras recorran mis jácaras
Del mundo entero los ámbitos.
Más no pienses que paupérrimo
Te desairo falto de ánimo,
Porque, adyacente al estómago,
Tengo un corazón impávido.
Me porto así, porque a Góngora
Quiero imitar en lo caústico,
Y a Villergas en lo díscolo,
Festivo, atroz y fantástico.
A mi me gusta el epígrama,
Me divierte lo sarcástico,
Me enajena lo satírico,
Lo que suena como espárrago.
Algunos pobres mazámpulas
Cuando sacudo mi látigo
Espiritados maldícenme
Con desenfreno satánico.
Porque en este mundo mísero
Existen según mis cálculos,
Cien mil "Silvestres" y "Zote. . .ros".
Y dos millones de "Bárbaros".
Más, ¿qué importa que frenéticos
Me injurien esos gaznápiros,
Cuando de la envidia pérfida
Viven opresos y lánguidos. . . ?
Despreciando sus filípicas
Con un corazón magnánimo,
Si no demuestro ser pícaro
Les hago ver que soy pájaro.
Yo no sé hacer panegíricos,
Yo no soy triste parásito,
Y en mi carrera diabólica
No necesito de báculo.
Así entre el género máscula
Cuento sábados y sábados,
Unos me aman, otros ódianme
Cual los ladrones el cáñamo.
¿Y entre las mujeres? ¡Cáspita!
Soy tan listo como un tábano,
Porque a más de ginecónomo
Tengo un corazón volcánico.
Sin andarme con perífrasis,
De ellas me llamo archipámpano,
Y si de una quiero un ósculo,
Le digo: "Dámelo, dámelo".
Al son de mi alegre cítara
Y de mis versos enfáticos,
Las solteronas más frígidas
Suelen arder como pábilo.
Para las enfermas sílfides
Son mis canciones un bálsamo,
Y las desganadas tísicas
Comen más que un Helogábalo.
¿Lo dudas? Aquí hay mil vírgenes
Que al son de mis pobres cánticos
Retozan como energúmenos
Y engullen cañas y plátanos.
Con este descargo explícito,
Ya entenderás, Voto al chápiro,
Que tu invitación benévola
Me hizo reir como un zángano.
Pero basta ya de cháchara,
Que el bufete, como el tábano,
Suele estirarme las vértebras
Y ponerme un poco pálido.
Que Dios te dé en Puerto Príncipe
Gloria, salud y metálico
Y te libre de las pécoras
Que acá me tienen escuálido.
Y aunque cansado de esdrújulos
A rodar echo mis bártulos,
Siempre me pongo a tus órdenes
Y soy tu amigo simpático.
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