Hay un equilibrio necesario que debe existir entre el individuo y la sociedad. Toda persona es fin en sí misma y no puede ser reducida a un instrumento de nada ni de nadie. Sin embargo, todo ser humano necesita al otro, al semejante, para lograr su realización plena. Es en el encuentro de identidades donde se produce la plenitud de la vida.
Sucede lo mismo a nivel familiar. La función de la familia no se reduce a garantizar el sustento de sus miembros, ni a lograr una autonomía económica, ni a que sus miembros se coloquen en estructuras que les permitan la sobrevivencia (puestos de trabajo, asociaciones, etc.). La familia es un grupo vital llamado a conducir y promover la apertura positiva de los individuos a la sociedad, de modo que, desde su individualidad, se inserten en la construcción de un “nosotros social”, buscando el bien mayor para todos.
Esto no siempre es sencillo. Somos seres sociales, pero la inserción del individuo en la sociedad no es fácil de por sí. Si una persona teme el trato con los demás, o desprecia a los que son diferentes, o considera a los otros como pedestal para hacer carrera…, desarrollará actitudes antisociales de autoaislamiento, cinismo, indiferencia o prepotencia. En todo caso, pensará en sí, se volverá hacia sí misma, y ni se desarrollará plenamente ni contribuirá al bienestar social.
Por eso, el auténtico desarrollo humano se centra en las virtudes, que disponen a la persona no sólo a realizar acciones buenas sino a crecer en humanidad. “No hay patria sin virtud…”, decía Félix Varela.
¿Qué necesita la familia para lograr este ideal?
- Vida familiar.
“Una familia necesita tener vida de familia”. Suena redundante, pero no lo es en la práctica. Familia no es un conjunto de personas que viven bajo el mismo techo. Familia es una experiencia de lazos internos, de vínculos afectivos que permitan a los que conviven bajo el mismo techo sentirse aceptados, acogidos, amados, escuchados, comprendidos, perdonados, valorados… Familia es un espacio de sana confrontación y diálogo respecto a valores y criterios de todo tipo: personales, sociales, culturales, políticos, religiosos… Familia es una experiencia progresiva y cambiante de límites y libertades. Es este el caldo de cultivo desde el cual un individuo va, poco a poco, aprendiendo a insertarse en la sociedad y a contribuir a su bienestar, y esto no se experimenta sin pasar tiempo juntos.
- Sana economía y trabajo.
Hay una delicada conexión entre familia y economía. De la economía dependerá, en gran medida, la vida interna de la familia, por la relación que se establece entre la capacidad de adquirir medios de subsistencia y el estilo de vida que de ahí se desprende: nos referimos al salario, a la protección material de una familia numerosa, al tiempo libre para poder reunirse, al tiempo disponible para invertirlo en la educación personalizada de los hijos, a la disponibilidad para atender a los ancianos, a la presencia de los padres en el hogar, que es más formativa que la adquisición de bienes y servicios. Lo primero que necesitan los hijos son sus padres, y sus ausencias inciden negativamente en su proceso formativo, aunque ello se haga para mejorar la vida de los hijos.
- Un sistema político favorable.
Tanto las leyes como las instituciones sociales tienen una gran repercusión en el desarrollo familiar, al facilitar o dificultar la marcha de la familia. Del modo en que un gobierno trata la vida familiar se deduce el valor que le atribuye. La falta de interés político por el bienestar de la familia es signo del desinterés por las personas.
Es deber primordial de los gobernantes garantizar y favorecer todo lo que ayude al buen desarrollo de la vida familiar, y evitar todo lo que la deteriore. Esto supone legislar y favorecer instituciones que salvaguarden los valores familiares: respeto de la vida naciente, libertad de hecho (no sólo teórica) a la educación de los hijos, libertad de las instituciones religiosa y de su labor social, facilidades habitacionales, estructuras laborales y remuneraciones salariales que permitan tener tiempo de intimidad y convivencia familiar, etc.
- Acceso a la educación de los hijos.
Ya hemos abordado este tema. La declaración Gravissimum educationis (n. 6), del Concilio Vaticano II, plantea que, como primeros responsables de la formación de los hijos, los padres tienen el derecho de elegir una escuela que corresponda a sus convicciones y, en la medida de los posible, tienen el deber de buscar la escuela que pueda ayudarles en su papel de educadores; como consecuencia, los poderes públicos tienen la obligación de garantizar ese derecho y de asegurar las condiciones concretas para poderlo ejercitar.
La Iglesia ha recordado que la escuela surgió, históricamente, como una institución complementaria de la familia ; por eso, la misión de la escuela es la de ayudar a la familia y no la de sustituirla.
A modo de conclusión:
La familia, como afirma Juan pablo II, es la institución que responde de modo más inmediato a la naturaleza del ser humano, y solamente ella asegura la continuidad y el futuro de la sociedad. El hogar, por tanto, está llamado a convertirse en el protagonista activo del desarrollo social gracias a los valores que expresa y transmite, y mediante la participación de todos sus miembros en la vida de la sociedad. “El futuro de la humanidad se fragua en la familia” .
“Cuba, cuida a tus familias, para que conserves sano tu corazón”. Juan Pablo II.
Preguntas para pensar.
- Todo ser humano está llamado a insertarse en la construcción de un “nosotros social”. ¿Qué te anima y qué te desanima hoy a trabajar por ese “nosotros social”?
- ¿Qué realidades en nuestra patria favorecen y dificultan el tener “vida de familia”?
- ¿Qué realidades en nuestra patria han ido destruyendo la unidad familiar?
- No siempre las leyes sociales favorecen a las familias. Si tuvieras tú hoy la responsabilidad de una familia, ¿qué “leyes” (lo que sí y lo que no) pondrías para crear en tu casa un “sistema político favorable”?
- El enfoque del sistema de educación cubano no se centra en los valores cristianos. ¿Qué cosas concretas podrías hacer para contrarrestar la competencia de la escuela y lograr el protagonismo de los valores cristianos en la educación de tus hijos?
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Texto tomado del Facebook del autor
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