A todos los cubanos de buena voluntad:
Hermanos, no podemos cerrar los ojos o entornar la mirada, como si nada estuviera sucediendo, ante los acontecimientos que ha vivido nuestro pueblo en el día de ayer, domingo 11 de julio, y que en algunos lugares continúan hoy, donde en medio de las restricciones por el aumento de contagio con el Covid-19 y, a pesar de ello, salieron a las calles miles de personas en ciudades y pueblos de Cuba, protestando públicamente, expresando su malestar por el deterioro de la situación económica y social que vive nuestro pueblo y que se ha acentuado de manera significativa.
Entendemos que el Gobierno tiene responsabilidades y ha tratado de tomar medidas para paliar las referidas dificultades, pero también comprendemos que el pueblo tiene derecho a manifestar sus necesidades, anhelos y esperanzas y, a su vez, a expresar públicamente cómo algunas medidas que han sido tomadas le están afectando seriamente. Es necesario que cada persona aporte su creatividad e iniciativa y que cada familia trabaje por su propio bienestar, sabiendo que cuando eso ocurre, se está trabajando por el bien de la Nación.
En estos momentos, como pastores nos preocupa que las respuestas a esos reclamos sea el inmovilismo que contribuye a dar continuidad a los problemas, sin resolverlos. No solo vemos que las situaciones se agravan, sino, también que se camina hacia una rigidez y endurecimiento de posiciones que pudieran engendrar respuestas negativas, con consecuencias impredecibles que nos dañarían a todos.
No se llegará a una solución favorable por imposiciones, ni haciendo un llamado a la confrontación, sino cuando se ejercite la escucha mutua, se busquen acuerdos comunes y se den pasos concretos y tangibles que contribuyan, con el aporte de todos los cubanos sin exclusión, a construir la Patria “con todos y para el bien de todos”. Esa es la Patria que queremos.
Nos enseña el Papa Francisco y, a su vez, las experiencias vividas, que las crisis no se superan con el enfrentamiento sino procurando un entendimiento.
La violencia engendra violencia, la agresividad de hoy abre heridas y alimenta rencores para mañana que costará mucho trabajo superar, por eso invitamos a todos a no incentivar la situación de crisis, sino con serenidad de espíritu y buena voluntad, ejercitar la escucha, la comprensión y la actitud de tolerancia, que tenga en cuenta y respete al otro para juntos buscar caminos de una justa y adecuada solución.
A la Virgen de la Caridad, Reina y Madre de todos los cubanos, siempre manantial de reconciliación, pedimos haga de la nación cubana un hogar de hermanos y hermanas, donde prevalezcan la búsqueda de la verdad y el bien común.
La Habana, 12 de julio de 2021.
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