En imágenes dramáticas y valientes que se han visto en todo el mundo, el pueblo de Cuba salió a las calles en masivas manifestaciones de solidaridad, en pueblos, aldeas y ciudades los días 11 y 12 de julio. Su lema “Patria y Vida” expresaba sus frustraciones al experimentar casos récord de Covid-19, una falta de vacunas, atención médica adecuada y suministros necesarios –circunstancias inhumanas que se suman a la falta existente de alimentos y de las necesidades básicas del ser humano. Su canto de “Libertad” subraya el deseo de que todo ciudadano cubano disfrute de los derechos humanos básicos, reconocidos como parte de nuestra dignidad humana por las Naciones Unidas y defendidos durante siglos por la Iglesia Católica en su doctrina social.
Como cubanos y obispos de la Iglesia Católica en los Estados Unidos, estamos conscientes del constante sufrimiento y frustración de nuestros hermanos y hermanas en la Isla. Reconocemos que, si bien cientos de miles han experimentado la necesidad de emigrar para poder disfrutar de los derechos humanos básicos y un futuro lleno de posibilidades, otros –por elección o incapacidad no lo han hecho –así que son ellos, los cubanos en Cuba, los actores de su propio futuro y aspiraciones. Se reconoce y aplaude el derecho y la valentía del pueblo cubano a alzar su voz públicamente, desechando el miedo a la represión y revelando una auténtica solidaridad como pueblo.
Nosotros, obispos cubanoamericanos, nos unimos en solidaridad con el pueblo cubano en su búsqueda de respuestas a sus necesidades y derechos humanos. Estamos profundamente preocupados por la reacción agresiva del gobierno a las manifestaciones pacíficas, reconociendo que “la violencia engendra violencia”. Tal reacción parece negar el principio básico cubano de tener “una patria con todos y para el bien de todos. Nos solidarizamos con los detenidos por haber expresado sus opiniones. Oramos por sus familias y pedimos su liberación inmediata.
Finalmente, hacemos un llamado a los gobiernos internacionales y a todas las organizaciones benéficas para que colaboren en la asistencia en esta urgente crisis humanitaria que sufre el pueblo de Cuba, especialmente a los enfermos y los pobres. Encomiamos la atención de Caritas Cubana, ya que continúa mediando, con recursos siempre tan limitados, una respuesta a las necesidades humanas básicas del pueblo de la Isla, reconociendo que el alivio al sufrimiento es un imperativo moral.
Como siempre, junto a nuestros hermanos obispos en Cuba, y nuestros hermanos y hermanas dentro y fuera de la Isla, seguimos depositando nuestra confianza en la mirada maternal de la patrona de Cuba, Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.
Monseñor Nelson Pérez, Arzobispo de Filadelfia Monseñor Felipe Estévez, Obispo de San Agustín Monseñor Manuel Cruz, Obispo auxiliar de Newark
Monseñor Octavio Cisneros, Obispo auxiliar emérito de Brooklyn
No comments:
Post a Comment