Una mirada a los periódicos que circulaban en la ciudad de Santiago de Cuba en el año de 1947, muestra sólo tres noticias que al parecer fueron de interés para los santiagueros: la visita del famoso “gran maestro de contadores” William Field a la redacción del periódico Diario de Cuba; los temblores que se sintieron el 6 de agosto los cuales provocaron “algunos derrumbes menores y leves daños a paredes y fachadas” y el acto de inauguración de la Universidad de Oriente. Obviamente el año de 1947 sólo seria recordado por la fundación de la universidad, un hecho trascendental para la cultura local.
¿Cómo era Santiago de Cuba en el año de 1947? Para responder a esa interrogante resultaría interesante acudir al testimonio del poeta y periodista Regino Pedroso que ese año visitó la ciudad y escribió en la revista Bohemia una estupenda radiografía de la urbe.
El poeta confiesa que hacia algunos años que no venia a Santiago y se ha quedado sorprendido: “Ya no es la ciudad de hace algún tiempo, un poco muerta, polvorienta, sin agua (…) Hoy tiene esplendidas avenidas, nuevos parques, hermosos paseos (…) La ciudad lleva camino de la más moderna urbanización”.
El artífice de buena parte de aquella imagen de la ciudad era Luís Casero Guillen, un político honrado y enérgico que amaba a Santiago de Cuba. Este alcalde quería convertir la ciudad en “la atracción de Cuba”, pues pensaba que la misma podía vivir de sus bellezas naturales como otras ciudades del mundo. Esta era obviamente la perspectiva de la industria turística que unos años después echaría a un lado al viejo aeropuerto de San Pedrito e impulsaría la construcción del aeropuerto Internacional Antonio Maceo, con el cual conectaría la ciudad con el mundo.
Circulaban en Santiago en el año de 1947 tres periódicos: Libertad, Oriente y Diario de Cuba y había una pleyade de periodistas encabezados por el famoso director del Diario de Cuba, Eduardo Abril Amores, uno de los hombres más influyentes de la época, pues muchos afirmaban que los santiagueros cuando se levantaban cada mañana se preguntaban ¿Qué dice el Diario? , ¿Qué dice Abril? ; y todos leían la sección de éste llamada Minuto.
En aquellos tiempos había en la ciudad de Santiago de Cuba un notable movimiento intelectual, que fue el que creó el caldo de cultivo donde surgió la Universidad de Oriente ¿quiénes eran los líderes de aquel ambiente cultural? Carlos Martínez Anaya, Felipe Martínez Arango, Leonardo Griñan Peralta, Paco López Rosa, González Palacio y Pedro Cañas Abril, entre muchos otros.
Eran hombres de diferentes profesiones, formación cultural e ideas políticas, pero tenían un denominador común, pensaban que Santiago de Cuba debía tener un futuro a la altura de su historia. La mayoría de ellos pudo hacer carrera en la Habana y hasta en las universidades norteamericanas, pero estos santiagueros amaban su patria chica, aunque no eran provincianos sino más bien cosmopolitas.
Idealizar el Santiago del año 1947 seria un ejercicio de nostalgia de escaso valor; el crecimiento de la ciudad, típico del capitalismo de la época, generaba simultáneamente riqueza y pobreza. La ciudad estaba dividida por una frontera no señalizada por ningún cartel que delimitaba el “Santiago bonito” conformado por la zona residencial del reparto Vista Alegre, Ciudamar y la Playa de Siboney y el “Santiago feo” integrado por barrios como Mejiquito, Flores, Los Hoyos, Chicharrones, Los Olmos e incluso la villa miseria de La Manzana de Gómez. ¡Cielo e infierno bajo el mismo sol santiaguero!
Santiago de Cuba en el año de 1947 era sin lugar a dudas una ciudad llena de tenciones sociales e injusticias, pero sí aquel año alguien hubiera mirado atrás sin temor a convertirse en una estatua de sal, habría podido apreciar que lo que se había avanzado desde la fundación de la villa en 1515, era sencillamente formidable, teniendo en cuenta las sequías, terremotos, epidemias y huracanes a los que se había sobrevivido; el colonialismo, la esclavitud y las intervenciones norteamericanas.
Santiago de Cuba en el año de 1947 estaba lejos de ser un Cantón Suizo como algunos hubieran deseado, no podía serlo entre otras mil razones, porque los santiagueros no eran suizos. Santiago de Cuba era ese año sólo una ciudad del oriente cubano que aspiraba a tener un futuro a la altura de su historia.
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Rafael Duharte Jiménez (Santiago de Cuba, 1947). Profesor, Historiador Ensayista y Guionista de radio y televisión. Ha publicado 12 libros, numerosos artículos y ensayos en revistas en Cuba y el extranjero y una Historia Audiovisual de Santiago de Cuba que consta de 355 audiovisuales de 12 minutos cada uno; conferencista en 28 universidades y centros de investigación en El Caribe, América Latina, Europa y Los Estados Unidos. Es miembro de la UNIHC y la UNEAC. Actualmente labora como especialista de la Oficina de la Historiadora de la Ciudad de Santiago de Cuba.
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