Por la décima vez implora en vano
Moisés la libertad de su hebreos,
que ve cuanto más arde en sus deseos
el sol de su esperanza más lejano.
Con nueves plagas su potente mano
holló del rey inicuo los trofeos,
mas ni cesan los fieros devaneos
ni se humilla la frente del tirano.
Alza entonces su vara prodigiosa
el gran legislador, y en honda niebla
hace que el rayo de su enojo vibre:
y el mundo en lección calamitosa
ve que sólo le aguardan las tinieblas
al bárbaro opresor de un pueblo libre.
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Se respetó el texto como fue publicado en 1885.
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