Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra: Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo
y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y,
después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima! ¡oh piadosa! ¡oh dulce Virgen María!
Ruega por nosotros santa Madre de Dios
Para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Amén
Madre de la Caridad, Madre y Patrona de Cuba, Madre de todos los cubanos.
Venimos ante tu altar como siempre hacemos. Cuando los cubanos venimos al Cobre, o ante tu imagen en nuestras casas, en algún templo, donde nosotros vayamos, en nuestras parroquias; siempre pedimos por nuestros hijos, por nuestros padres, por nuestras familias, pero siempre Cuba está presente en esa petición. Siempre. Es difícil pensar alguien que venga al Cobre y no se acuerde de Cuba.
Hoy venimos a implorarte Madre, por nuestra Patria. Venimos a implorarte. Y venimos con humildad, sabiendo que no somos perfectos, sabiendo que tal vez nosotros mismos, hayamos contribuido al mal porque todo hombre es posible, seguro que hace el mal. Quien no tenga pecado, que tire la primera piedra.
Pero venimos con humildad ante ti, Madre, y venimos como cubanos que se acuerdan de Cuba y de su familia, pero que ante ti nadie oculta su corazón. Nadie. Lo que te decimos a ti, lo sabes tú, lo sabe tu Hijo Jesús, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y esas son cosas que no se comentan, ni se riegan. Eso brota del corazón. Así venimos, con ese deseo, para decirte las cosas, para decirte lo que queremos.
En el evangelio al final decía que Jesús vio a la multitud y le dio lástima. Yo vengo también delante a este pueblo que sufre, que sufre porque le duelen las cosas que pasan, le duelen las cosas que pasan. En estos días ha habido manifestaciones, decenas de miles de personas, principalmente jóvenes. Que en lo que uno oye, de todo, sobre todo había un reclamo. El reclamo de que queremos cambios, el reclamo de que todos tienen derecho a expresarse, el reclamo de que deseamos una vida mejor para todos, de tener esperanza. Y yo vengo a ofrecerte eso.
Los obispos desde siempre, cuando yo no era obispo y después de ser obispo, hemos pedido que siempre se respete a cada persona en su dignidad y en sus derechos, que todos los hombres somos iguales. Siempre. En el último mensaje nosotros hemos pedido que seamos hermanos, que no haya violencia, que haya cambios porque son necesarios, y que toda persona sea respetada. En el mensaje del domingo, más sucinto, más corto, pero también más molesto dadas las circunstancias también, nosotros hemos pedido lo mismo Madre. Siempre lo hemos venido pidiendo. Como Jesús, que a esa multitud que sufría les enseñaba, les enseñaba.
Nosotros venimos a pedirte Madre, para que sepamos respetarnos unos a otros, para que nadie se sienta prepotente por encima de los demás, para que nadie sienta que tiene más derechos que los otros, o sobre los otros. O que tiene la verdad en su mano, te pedimos eso Madre. Mientras n hagamos eso, difícilmente nosotros podremos alcanzar la paz, difícilmente nos podamos sentir seguros conviviendo como hermanos. Cuando uno se quiere poner por encima del otro, cuando no están atendiendo las opiniones de los demás, porque Cuba no es de un grupo, Cuba es de todos. Y no solamente Cuba, ningún pueblo del mundo es de un grupito, es de todos. Se habla ahora de esa hermandad universal, porque es de todos y tenemos que respetarnos.
Yo te pido Madre, que nos respetemos, que protejamos la vida de cada persona. Y si vamos a defender algo, será el derecho de aquel que, siendo pobre, en el sentido ese de que no tiene poder, sin embargo, tiene derecho a hablar y a decirte las cosas. A ti, porque viene al Cobre y te las dice, y en la calle, y donde él esté porque es algo inherente al hombre.
Lamentamos Madre que estos anhelos, de tantos miles de jóvenes se hayan visto truncados de manera violenta. Reprimiendo, tal vez en aquellas manifestaciones violentas, pero también intimidando a todos aquellos que iban queriendo expresar una voluntad. Madre, cuida a tu pueblo, dale ánimo a tu pueblo.
Te pedimos por todos los jóvenes que estaban allí, sus familias.
Te pedimos por los guardias, los policías que estaban cuidando, estaban protegiendo, estaban cumpliendo un deber.
Te pedimos por todos los que se enzarzaron en la violencia. ¿Querían violencia? No sé. Pero cuando el hombre no pone el corazón en tus manos, la violencia está. Porque está el odio, y está la prepotencia y está la soberbia. No creo que nadie quiera reprimir al otro y destruirlo. No creo, una persona sana, no lo creo. Sin embargo, las circunstancias, el pecado del hombre nos impulsa.
Madre, que cada cubano, sobre todo cada joven porque es la Cuba del futuro, ese joven tenga la esperanza de construir su propio futuro, y el futuro de los demás; a formar una familia, a no tener que marcharse del país para no tener que construir un futuro mejor. Sí Madre, te pedimos por los jóvenes.
Te pedimos por los jóvenes que están presos ahora y por sus familias, y pedimos que haya misericordia, que se sellen las heridas, yo creo que nadie quiere el mal de los demás, o por lo menos que se den cuenta que con eso no se resuelve nada. Para sanar las heridas que salgan pronto, que salgan pronto para que sus familias tengan sosiego, para que haya confianza, para que haya esperanza. Es la única manera, el perdón, la misericordia.
Te pedimos Madre también para que a nadie se le ocurra invitar a la violencia, para que a nadie se le ocurra proclamar la diferencia irreconciliable. A mayor autoridad mayor responsabilidad, los padres con los hijos, los gobernantes con los súbditos, nunca clamar la violencia, nunca, nunca.
Te pedimos porque los jóvenes se sientan en paz y tranquilos, que dediquen su vida a lo que les guste; al estudio, al trabajo, a lo que le agrada a cada uno. Madre duele, cuando adolescentes, jovencitos, casi niños, unos los ha visto enfrentándose con otros jóvenes. No Madre, eso no había pasado en Cuba, no había pasado.
Te pedimos para que haya cambios los cambios necesarios, los cambios que muchos esperamos, los cambios que dan esperanza, los cambios que los obispos hemos hablado en todas nuestras últimas cartas y comunicados. Hacen falta cambios, porque el pueblo sufre; y sufre más ahora por el Covid, y sufre más ahora porque vemos muchas cosas paralizadas, y sufre más ahora porque tal vez no escucha las respuestas viables de aquellos que son los que tienen la responsabilidad de ponerlas. Hermanos es así, por eso vengo delante de la Madre.
Madre que se ablanden los corazones, Madre que nadie levante la mano contra el hermano. Que nadie se desaliente. Los que estaban ahí tenían esperanza, los que estaban ahí tenían miedo, qué va a pasar. Creo que tenían miedo lo tenían todos, los que estaban en la calle manifestándose, y aquellos que guardaban el orden, miedo tenían los niños jovencitos que estaban militarizados. Todos tenían miedo. No podemos vivir con miedo, no es justo vivir con miedo. No es justo.
Hay que dar esperanza y hay que dar signos de cambio. Hay que decir palabras creíbles. Vamos a pedir con Juan Pablo II que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba, que nadie quiera aplastarnos a nosotros, porque nos hace la vida más dura, más dura. Pero ante todo Madre, que los cubanos sepamos respetarnos unos a otros, porque si nosotros nos respetamos entre sí, el mundo nos va a respetar.
Hemos pedido por lo que uno siente de este pueblo.
Quiero pedir por los padres. Los padres sufren, los padres sufren cuando ven a sus hijos sin esperanza, los padres sufren en medio de la enfermedad del Covid, los padres quieren lo mejor para sus hijos. Es así, ésa es la naturaleza. Los padres quisieran darles a sus hijos la educación según sus criterios y creencias, quisieran eso; no quisieran que nadie más educara a sus hijos, sino de la manera que ellos creen que debe ser, es un derecho que ellos tienen. No más ideologías. La ideología que vale es la persona humana, si hay una, y esa persona hay que respetarla porque es imagen de Dios, tierra sagrada; es sujeto de derechos y de deberes como se dice en el plano civil, nosotros decimos y reafirmamos lo del plano civil, un sujeto de derechos y deberes, y lo decimos en el plano cristiano, hija de Dios hecha a imagen de Dios y por lo tanto merece todo respeto.
Te pedimos por todos aquellos que nos han precedido en la vida, en la fe y en la defensa de nuestra Patria, en elevar los valores no solamente la defensa, en elevar los valores de cada cubano que ya eso es defender la Patria.
Danos ánimo, danos valor, danos también misericordia, danos un espíritu fraterno, que reconozcamos en el otro al hermano y no al enemigo. Una Patria, una casa dividida se destruye.
Madre todo esto te lo ofrecemos porque lo tengo en el corazón, y cada cubano que viene aquí te pone lo que tiene en su corazón.
El viernes pasado celebramos Nuestra Señora del Carmen y una carmelita muy famosa, Santa Teresa de Jesús, tiene estas palabras, ayúdanos a que se cumplan, recordémoslas: La verdad puede padecer, pero la verdad nunca muere. Ayúdanos a tener la seguridad, porque lo sabemos, de que tu Hijo siempre nos acompaña, y que tú quieres lo mejor para todos y para todos los cubanos.
Vamos a rezar un Avemaría, y poner toda nuestra vida, nuestra Patria en manos de Dios.
Dios te salve María, llena eres de gracia,
el Señor está contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Nuestra Señora de la Caridad / Ruega por nosotros
Nuestra Señora de la Caridad / Ruega por nosotros
Nuestra Señora de la Caridad / Ruega por nosotros
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Texto tomado del website de la COCC
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