Dice el profeta Isaías: “Por mucho tiempo he guardado silencio, he estado callado, me he reprimido. Como parturienta grito, jadeo y resuello” .
El ser humano está hecho para la libertad, al punto que ni siquiera su Creador la violenta. Al ser humano se le puede reprimir, amedrentar, amenazar…, y esto puede hacer que, por un puro instinto de supervivencia, la persona se someta a la esclavitud e incluso llegue a defender al que lo oprime. Pero la libertad está inscrita en nuestros genes. Pueden pasar años, generaciones incluso, pero llega un momento en el cual el alma se rebela y dice: “¡Basta!”.
Desde hace mucho tiempo, el pueblo cubano viene dando signos de cansancio y de hartazgo, desde hace muchos años, nuestro pueblo viene avisando que “se ha cumplido el tiempo de la esclavitud”.
¿Cómo es posible que hayamos demorado tanto? Porque no nos sometieron de un día para otro. Nos engañaron, nos manipularon, nos deslumbraron, y cuando los primeros empezaron a despertar, los masacraron, los fusilaron impunemente. Y el miedo puso en nuestros corazones y en nuestros hogares su rostro omnipresente.
Y así hemos vivido por años, escondiéndonos, simulando, y huyendo a la primera oportunidad, dejando muchas veces solos y a merced del mal a aquellos que se atrevían a alzar la voz de la libertad, a pesar de que lo hacían en nombre de todos.
Con el tiempo, los signos de inconformidad y rabia fueron creciendo, pero esos signos fueron despreciados, ridiculizados y subestimados. “Somos poderosos”, “somos continuidad”, “los esclavos no osarán rebelarse”. Pero se equivocaron, porque la libertad nace del alma, y el alma tiene una fuerza imparable.
No tuvo que ser así, no tenía por qué ser así, pero llega un momento en el que es imposible no darse cuenta de que al opresor no le importa el esclavo, ni le importará nunca; es imposible no comprender que el discurso de un mañana feliz es sólo eso, un discurso vacío, el verdadero opio del pueblo.
Y ahora ya no hay marcha atrás, porque ahora hemos visto el verdadero rostro de aquellos que durante años nos hablaron día a día y machaconamente de lo mucho que nos amaban y querían nuestro bien. Ahora sabemos que todo era mentira, y que no les vacila ni la mano ni la voz a la hora de proclamar destrucción y muerte, y de incitar a la guerra de hermano contra hermano en una lucha cuyas heridas tal vez no sanen nunca.
Pudo ser diferente, pero los que nos engañaron y nos esclavizaron decidieron que no fuera diferente, porque ignoraron sistemáticamente a un pueblo que no pudo dar más síntomas de querer un cambio pacífico, y porque el cambio implicaba renunciar al poder absoluto, el cambio implicaba aceptar la libertad, el cambio implicaba la capacidad de amar, y el comunismo no puede admitir el amor porque el amor es contrario a su naturaleza.
Yo no sé si el amanecer está ya próximo o se hará esperar un poco, pero ya nada podrá ser igual. No sé si lucharemos hasta el final o nos rendiremos, agobiados por el miedo a la cárcel, a la represión y a la muerte, para resurgir más adelante, pero lo que sí es cierto es que a nuestra libertad las cadenas le pesan demasiado.
De momento, seguimos, recordando que un gobierno puede reprimir a una persona, en un lugar, en un momento, pero no puede reprimir a todas las personas, en todos los lugares, en todos los momentos.
Texto tomado del Facebook del autor.
No comments:
Post a Comment